El Barça le devuelve el golpe al Madrid
Los azulgrana reaccionan en los dos últimos minutos y medio con un 7-0 y fuerzan el cuarto duelo ante un Madrid que no cierra un partido que domina y pierde a base de triples
El Barcelona le devolvió la moneda al Real Madrid. Habrá cuarto partido este viernes porque en el tercero se revivió el final del segundo, pero al revés. Fue el Barcelona el que remontó seis puntos en los dos minutos finales. Del 71-77 al 78-77. Un 7-0 para acabar. Por un punto ganó el Madrid el miércoles y por un punto ganó el Barcelona esta vez. La final sigue viva y el drama se alarga.
BARCELONA, 78;REAL MADRID, 77
Barcelona Lassa: Pangos (3), Kuric (10), Claver (0), Singleton (12), Oriola (7) —quinteto inicial—; Hanga (9), Smits (5), Heurtel (21) y Tomic (11).
Real Madrid: Campazzo (18), Rudy Fernández (12), Deck (-), Randolph (6), Tavares (4) —quinteto inicial—; Causeur (-), Ayón (-), Carroll (10), Llull (6), Thompkins (18), Taylor (3).
Parciales: 19-18, 15-22, 22-18 y 22-19
Árbitros: Hierrezuelo, Cortés y Bultó. Señalaron un antideportiva a Heurtel.
Palau Blaugrana, 7.238 espectadores. El Real Madrid domina por 2-1 la final. Este viernes, a las 21.00, se juega el cuarto partido en el mismo pabellón.
El Barcelona acabó imponiendo su estilo, más cerebral, más perfeccionista. El Madrid se fue al garete porque persistió sin sentido en lanzar triples. Thomas Heurtel y el Barcelona salvaron a su equipo. Ellos acertaron y Singleton puso la guinda cuando faltaba 29 segundos. El Madrid tuvo todavía dos oportunidades más. La primera la perdió Llull en una penetración descomunal que se topó con el muro defensivo del Barcelona. El balón suelto lo recogió Hanga y entonces fue él quien se estrelló sobre la línea de fondo ante e, cuerpo de Thompkins. Hubo revisión de revisión. Balón para el Madrid. Pero falló Campazzo que apenas pudo levantar el balón bajo un bosque de brazos y falló Thompkins que no pudo poner el rechazo en la red.
El Madrid jugó con toda la audacia del mundo en su intento de cerrar la final por la vía más rápida, pero acabó pecando de temeridad con esos lanzamientos triples que en aquellos minutos decisivos, ganando por seis, no parecían la mejor opción. Y no lo fueron. Estuvieron en todo caso en su línea de actuación porque tiró y metió más de tres (15 de 34) que de dos (12 de 26). Todo lo que construyó a base de triples, lo perdió en sus últimos ataques desde la misma distancia.
Lo que acertaron Rudy Fernández y Llull en 38 minutos, lo fallaron en los dos ataques por la misma vía, cuando el Madrid dominaba por 71-77. Eso y el buen control del juego del equipo de Pesic en esos momentos determinaron el triunfo del Barcelona. También Thomas Heurtel, de nuevo el jugador azulgrana más explosivo, el que marca más la diferencia, el más capacitado para zarandear la defensa del Madrid. Por un punto puso la directa en la final el Madrid en el Wizink y por un punto la alargó el Barcelona en el Palau. La contienda sigue abierta. Y este viernes en el Palau habrá un nuevo episodio.
Pesic echó mano de un quinteto inicial atípico. Necesitaba hacer ajustes tras las dos batallas perdidas en Madrid. El Barça necesitaba tiro exterior, mucha pólvora. Y para ello, pensó el entrenador serbio, el más indicado era Kuric, y también Oriola, un pívot que podía hacer caer en la tentación, cuanto menos en la duda, a Tavares sobre la necesidad de abandonar su panorámico anclaje bajo el aro para salir a tapar sus tiros exteriores. A cambio, partían desde el banquillo Pau Ribas y Tomic.
Pangos y Oriola acertaron con los dos primeros triples y animaron a dejar en el olvido el flojo 12 de 48 desde la máxima distancia que acumuló el Barcelona en los dos primeros partidos. Pero uno de los problemas a los que se enfrenta el Barcelona es la magia, audacia y temeridad con que el Madrid responde a menudo a las pulidas y perfeccionistas estrategias de Pesic. Es complicada la respuesta a los triples lejanísimos de Rudy Fernández y Llull. Y caen como un mazazo, en la red del aro y en el ánimo de los jugadores azulgrana. El estropicio que causó el Madrid con sus triples en la defensa del Barcelona fue de campeonato.
El Madrid volvió a demostrar su tendencia a jugar con fuego, por eso y por otros muchos factores. Rudy Fernández, por ejemplo, persiguió de manera testaruda a Kuric y sumó dos faltas en menos de siete minutos. Pero era la consigna. Ya se encargaría Laso y el relevo de turno de remediar el entuerto.
El Barcelona se parapetó en una defensa que concedía el espacio justo para que el Madrid dudara en sus circulaciones de balón. El Madrid también, pero sin tanta exageración. Se presiona al máximo al hombre que tiene el balón, pero al resto se les deja medio metro para la maniobra. Y en esa tierra de nadie se impone la duda en el pase de quien tiene el balón y en los desmarques o amagos de desmarques. Los segundos transcurren, los ataques se atascan.
El Barcelona le echó el lazó a su verdugo del segundo partido. Thompkins le dio el relevo perfecto. El Madrid tenía muy automatizada la alternativa al previsible sobre marcaje al cañonero de Wyoming. Y Thompkins se puso las botas. Dinamitó el partido con su segundo cuarto pluscuamperfecto. El Barcelona llegó al tercero ya con el agua al cuello (38-49). Y un tanto enloquecido. Heurtel se ganó a pulso una antideportiva. Pero entonces, justamente entonces, el propio Heurtel tocó a rebato. El Barcelona atacó con más rapidez y verticalidad. La defensa del Madrid palideció. Y entre Heurtel, Kuric, Hanga, Singleton y Tomoic le endilgaron al Madrid un 12-0 que dio la vuelta al calcetín (50-49).
Hasta en esos momentos recurrió el Madrid a algunas acciones poco elaboradas en ataque, pero no menos eficaces gracias a las heroicidades de Llull. El partido volvía a estar en el alero con el último acto a la vista (56-58). El Madrid volvió a mandar en el último acto (71-77), hasta que perdió la compostura y no supo administrar esa ventaja ante un Barça hierático y calculador que le devolvió la moneda.
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