La ‘pequeñez’ de Messi
El jugador del Barça y la selección argentina han convenido renunciar a su currículo y delirios de grandeza para intentar formar un equipo capaz de ganar a Paraguay y Qatar
Harta ya de perder campeonatos, Argentina ha asimilado que sus aspiraciones pasan por ganar algún partido después de ser abatida también por Colombia. El triunfo de los cafeteros fue indiscutible a pesar de que llevaban más de una docena de años sin derrotar a la Albiceleste en la Copa América. El equipo de Queiroz jugó mejor en ataque y a la contra, colectiva e individualmente, bien armado desde la medular a partir de jugadores como Barrios y James, ambos protagonistas ante Messi. El volante se aplicó en la marca al azulgrana y el exmadridista incluso le tiró un caño para completar una actuación exquisita en Salvador de Bahía.
Messi aceptó la derrota para después animar a su equipo ante el encuentro con Paraguay y mantener más tarde las opciones de clasificación para los cuartos contra Qatar. No habló nunca de Argentina como candidata al título porque hay selecciones que de momento se manejan mejor en Brasil. Ahora se trata de apostar por un plantel más o menos estable y dar con una alineación después de digerir el 2-0. No es una cuestión solamente de nombres sino grupal y de idea de juego como defiende Menotti, el director de las selecciones argentinas, el mismo que sostiene que las mejores victorias se construyen precisamente a partir de duras caídas como la sufrida ante Colombia.
Argentina empató cuando jugó mal y perdió en el momento en que mejor competía. El albiceleste fue de inicio un equipo rígido y sometido, preocupado por resguardar su arco y expectante con la sociedad Messi-Agüero. Ninguno de los dos delanteros dio señales de vida y Scaloni decidió intervenir después de advertir la mueca de disgusto del capitán. A partir de la entrada de De Paul, la Albiceleste alcanzó la cancha contraria y remató a portería. Tuvo picos de fútbol interesantes durante un cuarto de hora, aliviada por el intervencionismo de Paredes y el compromiso de Messi hasta que se venció en dos contragolpes fenomenales rematados por Roger Martínez y Zapata.
No funcionaron Saravia ni Di María, Paredes necesita más apoyos que los de Lo Celso y todavía hoy no se sabe si a Messi le convienen uno o dos delanteros por la poca presencia que tuvo Agüero en una formación nueva o al menos con futbolistas que apenas se habían juntado con Argentina. Messi no acertó en una ocasión muy clara, sus faltas no sorprendieron a Ospina y tampoco consiguió acabar una buena jugada, a veces por falta de velocidad y en ocasiones por la buena defensa de ayudas de Colombia. El capitán no marcó las diferencias como se espera de un número 1 cuando el partido estaba abierto y en cambio se mostró más solidario que nunca con Argentina.
Aunque a ojos argentinos difícilmente dejará de ser un pecho frío, Messi supo ser uno más después de renunciar a ser el Balón de Oro. No es un cambio cualquiera, sino que expresa el deseo de integración del jugador de Rosario en un equipo que está por hacer como es el de Argentina. A Messi le fue bien en el Camp Nou cuando sufrió la barçadependencia mientras que la messidependencia confundió a menudo al Barça. El azulgrana pretende conjugar ahora su fútbol con el de la Albiceleste. Aparentemente ambos han convenido que se impone empequeñecer para ganar la grandeza que les corresponde como futbolista y campeona mundial en 1978 y 1986.
Igual resulta una buena estrategia después de constatar que no conviene simplificar ni personalizar el problema —ni siquiera en el seleccionador— sino que se precisa socializarlo en toda Argentina. Hay que dejar de repetir que Leo no se merece un equipo como el argentino y que Argentina solo triunfará cuando descifre al 10. Acabados los delirios de grandeza, la prioridad no está en demostrar en cada partido que Messi es el mejor, sino que el reto es ganar a Paraguay y después a Catar.
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