La incomodidad de Jorge Lorenzo en Honda
El piloto balear no encaja en la moto que ha hecho pentacampeón a Marc Márquez
El piloto mallorquín Jorge Lorenzo luce en su casco un lema que esconde un doble mensaje: “No soy un gran piloto, soy un campeón”. Más allá de hinchar su autoestima, la cita es un recordatorio para todos aquellos que, como su antiguo patrón en Ducati, Claudio Domenicali, albergan alguna duda sobre la voracidad competitiva del tricampeón mundial de MotoGP. “Es de las personas que conozco que tiene el ego más alto”, señala Marc Márquez, su compañero de box. La temporada pasada, Ducati le terminó dando el pasaporte a Lorenzo y Honda pescó al vuelo un piloto de indudable gen ganador, el último capaz de birlarle un título mundial a la poderosa dupla que forman Márquez y HRC. Fue en 2015, pilotando una Yamaha. Pero al manillar de una Honda, Lorenzo, de 32 años, no da pie con bola.
Este fin de semana el Mundial llega al circuito de Barcelona-Cataluña y, en las seis carreras anteriores, el mallorquín aún no ha sido capaz de terminar nunca dentro de los diez primeros. Tras la carrera de Mugello, hace dos semanas, los jefes de HRC le reservaron un billete a Japón para tratar de resolver, en la sede del departamento de competición de Honda, los problemas que está sufriendo para rodar rápido. El objetivo a estas alturas no es ganar, “ni tan siquiera el podio”, reconoce un resignado Lorenzo, que consideraría un logro arañar una quinta posición. “Hay que ser realistas”, señalaba este jueves el piloto en la rueda de prensa previa al gran premio.
Lorenzo es un piloto de carácter cambiante. Tan volcánico como sensible. Un tipo aguerrido al que no le tiembla la voz cuando, preguntado por si teme que Honda cancele antes de tiempo su contrato debido a los malos resultados que está cosechando, avisa que él será el primero en querer cambiar de aires “si no hay progresos”. Y saca su palmarés a relucir: “Mi historia no es tan grande como la de Honda, pero yo he ganado con varias marcas”.
Triunfó en 125 con Derbi y en 250 con Aprilia, antes de vencer en la categoría reina con Yamaha y de tener un agridulce paso por Ducati. Lorenzo alega que conducir la moto de esta temporada se le hace difícil y lo extenúa. “Es como si un maratoniano corre con unas zapatillas que le van pequeñas”, ilustra. El viaje a Japón sirvió, en teoría, para introducir mejoras ergonómicas en su chasis, encaminadas a optimizar el trabajo de piernas para poder relajar el esfuerzo de los brazos.
“Jorge es muy meticuloso, si no lo tiene todo en su sitio, le cuesta ir rápido”, señala Marc Márquez. La Honda está hecha a medida del número 93. “No podemos cambiar la moto solo porque un piloto no se adapta a ella”, sentencia Alberto Puig, team manager de HRC. Al líder del mundial, 12 puntos de ventaja sobre Dovizioso, esta máquina le sienta como un guante.
“Ni el año pasado era Dios ni ahora soy un desastre”, replica el balear, último ganador en el circuito catalán. Un logro que este año parece tan sorprendente como la imagen que dejaron este jueves, todos los pilotos de MotoGP, vestidos de gala en la parrilla para una fotografía que evoca el 70 aniversario del Mundial.
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