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El Real Madrid alcanza su octava final de Liga consecutiva

El conjunto de Laso, liderado por Campazzo, Rudy y Randolph, supera la resistencia del Valencia en la Fonteta (78-85) y cierra 3-0 la serie

Faustino Sáez
Campazzo entra a canasta ante Will Thomas
Campazzo entra a canasta ante Will Thomasacb photo

El Real Madrid se impuso al Valencia por la vía rápida (3-0) y se clasificó para su octava final de Liga consecutiva. Los blancos, que entre 2000 y 2011 sumaron cuatro presencias en 12 años, no faltan a la cita por el título desde que Laso está en el banquillo. Solo el Barça, que enlazó 10 entre 2007 y 2016, le supera en la era ACB. Será la 24ª final del conjunto madridista sobre 33 posibles en este ciclo entre todas las competiciones. “Creo que somos el único equipo de Europa que va a jugar las cuatro finales de la temporada, Supercopa, Copa, Final Four y Liga”, apuntó el entrenador madridista tras la contienda. “Eso habla muy bien del trabajo del equipo. Nos lo merecemos. Decían que íbamos a sufrir este año sin Doncic. Yo sufro todos los años, este también, pero aquí estamos”, reflexionó Laso antes de hablar de una hipotética final con el Barça. “¿Si les tenemos ganas? No especialmente. Nos preparamos igual que ante todos los equipos”, remató.

El Madrid fue dominador plenipotenciario de la Liga Nacional, conquistando 22 de los 27 títulos disputados entre 1956 y 1983, periodo en el que solo faltó a una final, la de 1981 en la que se midieron Barça y Estudiantes. Pero, con la apertura de la era ACB (1983-1984), Aíto García Reneses se llevó el reinado a Barcelona con 9 coronas en sus 12 años al frente del banquillo azulgrana. No enlazaban los blancos ocho finales ligueras consecutivas (ni seis, ni cinco, ni cuatro…) desde las 10 que acumularon Pedro Ferrándiz y Lolo Sainz entre 1968 y 1977, todas ganadas. Con Laso comenzó una racha de otro tiempo.

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Rumbo a la final en la que los blancos buscarán su quinto título liguero en la era Laso, Campazzo, Rudy y Randolph se encargaron de rendir a un Valencia orgulloso al que no le alcanzaron ni las fuerzas ni la mentalidad para alargar la serie. Sorprendió Ponsarnau colocando a Doornekamp como tres en un quinteto asimétrico que esprintó en la puesta en escena. Pero la efervescencia taronja quedó rebajada rápidamente por el acierto madridista desde el 6,75 (4 de 5 en triples en los primeros seis minutos). Superado el tramo de tanteo, Campazzo se hizo con los tiempos del juego, Taylor se multiplicó en la intendencia y el Madrid comenzó a sentirse cómodo. Aun así, los locales salvaron el primer acto con la productiva aparición de Tobey (19-20, m. 10).

“Jugamos en casa”, se recordaban los valencianistas en cada tiempo muerto como estribillo motivacional. Y la pareja Van Rossom-San Emeterio tiró de galones para marcar territorio con varias vueltas de tuerca en defensa y paladas de intensidad a pista completa. Los locales apretaron la mandíbula mientras el Madrid buscaba la mezcla de su segunda batería y, con Will Thomas como artillero, firmaron un parcial de 11-2 (34-28, m. 16).

Se rearmaron los blancos gracias a la brega de Ayón y al anticipado regreso de Campazzo tras la segunda falta de Llull. Pero el dominio de Tobey y Dubljevic en la pintura permitió al Valencia marcharse al descanso con una mínima renta (38-35, m. 20). “Estamos bien, pero tenemos que meter una marcha más. No hay dolor. Hay que morir con las botas puestas”, resumió en el entreacto el tocado San Emeterio, mezclando su parte médico con el sentir general en La Fonteta. “Están siendo más agresivos y en los uno contra uno no estamos haciendo ni faltas”, censuró Laso.

Mejoró la aplicación madridista en la reanudación, llegó el tercer triple de Rudy y el primero de Campazzo, con adicional incluido, y los blancos enderezaron su figura. Dubljevic y Doornekamp contuvieron la embestida del Madrid a pecho descubierto y el duelo subió de revoluciones hasta niveles estratosféricos. Llegaron una técnica a Doornekamp y otra a Tavares, ambas por dedicatorias improcedentes. Del vibrante intercambio de golpes salió tres puntos arriba el conjunto de Laso, a pesar de los 19 puntos —con un 5 de 6 en triples— que para entonces lucían en la estadística de Dubljevic (60-63, m. 30).

A pesar del brío defensivo del Valencia, el Madrid se desató hasta los 28 puntos en el tercer cuarto y se presentó en la recta de meta dinámico y afinado. Sin embargo, los blancos no lograron estirar su renta más allá de la media docena, la misma ventaja con la que obligaron a Ponsarnau a pedir tiempo muerto en pleno desenlace (64-70, m. 35). Exprimió el Valencia su umbral de resistencia, pero comenzaron a flaquearle el tacto y la lucidez. Sin Tavares ni Campazzo, Carroll y Reyes defendieron el colchón madridista. Pero Van Rossom firmó el último reenganche local (78-79, m. 38).

A Will Thomas se le escaparon dos rebotes cruciales y, con el doble motor Campazzo-Llull, el Madrid gestionó la resolución del tercer y definitivo asalto de la serie. El Valencia se marcha de vacaciones con la Eurocup y el billete para la Euroliga en su haber. El capitán taronja, Rafa Martínez, llorando como un niño, recibió la ovación de La Fonteta en su emotiva despedida del club. “Son etapas que llegan a su fin y me voy contento de haber ayudado al club a crecer y de que la gente tenga un buen recuerdo de mí”, resumió emocionado el protagonista. “Ha sido una experiencia de vida. Quiero jugar un año más y voy hacer lo posible por conseguirlo”, cerró. El Madrid de Laso se clasifica para su octava final de Liga consecutiva. Una máquina de competir.

Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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