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Caster Semenya: “Qué demonios, no me medicaré”

La atleta sudafricana corre su último 800m, lo gana con la cuarta marca de su vida (1m 54,98s) y anuncia que peleará contra la IAAF

Carlos Arribas
Semenya, camino de la victoria en Doha, en su último 800m.
Semenya, camino de la victoria en Doha, en su último 800m.KARIM JAAFAR (AFP)

Si quisiera seguir siendo atleta de 800m, dentro de cinco días, el 8 de mayo, Caster Semenya, de 28 años, debería dejar de ser Caster Semenya para convertirse en otra cosa, una mujer medicada con la píldora para rebajar a los límites fijados por la federación de atletismo (IAAF) los niveles de testosterona que su organismo genera de forma natural.

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Sería ella y no será ella. Pero no renunciará a ser ella. Así lo anunció después de ganar su 800m en Doha. “Qué demonios, claro que no me medicaré”, declaró la atleta sudafricana, quien añadió que solo volverá al atletismo si gana la batalla legal que piensa emprender para que los tribunales de justicia anulen la norma, avalada el 1 de mayo por el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS), que fija un límite de testosterona para correr en categoría femenina. “Creo que mi equipo legal conseguirá que pueda volver a las pistas”.A menos que lograra una victoria meteórica en las cortes de justicia --el tribunal federal suizo y, posteriormente, la corte Europea--, o lograra una nueva suspensión cautelar del reglamento del atletismo, la decisión significa en la práctica que Semenya renuncia al próximo Mundial, en septiembre, en la misma Doha, y a conseguir su cuarto título.

Antes de anunciar que renunciaba a ese camino de autodestrucción, y sin aclarar si se especializará también en distancias más largas, por encima de la milla (1.608m) no afectadas por la normativa, la doble campeona olímpica se despidió de la plenitud de su distancia con una victoria en Doha a su manera, con fuerza, velocidad, estilo y dominio.

Ganó la primera prueba de la Diamond League en Doha, en un estadio desierto y frío, y no solo por el espectacular aire acondicionado que refresca el recinto entero plantado en medio del desierto, sino también por la ausencia de público y de entusiasmo, y lo hizo con un magnífico tiempo, 1m 54,98s, la cuarta mejor marca de su carrera. Retirada la liebre, con un paso en 56,66s de los 400m, solo resistió a Semenya mínimamente la atleta de Burundi Francine Niyonsaba (1m 57,75s), de 25 años, la misma que le acompaña habitualmente en todos los podios, un escalón por debajo, incluido el último olímpico (2016) y el último mundial (2017).

En medio de la tormenta mediática que la rodea, no se esperaba otra cosa que la demostración de su capacidad atlética y de su talento de mediofondista que Semenya ofreció. En junio de 2018, en circunstancias similares, justo cuando la IAAF anunció que impondría la regla del límite de testosterona para determinar quién es hombre y quién es mujer, la sudafricana realizó la mejor marca de su vida, 1m 54,25s.

Justamente que la segunda, y también destacada del resto, fuera Niyonsaba, otra atleta con DSD (diferencia de desarrollo sexual) que deberá someterse al dopaje inverso de estrógenos para bajar su testosterona, carga de razones a aquellos dirigentes que se han arrogado el derecho a decidir qué es ser mujer y cómo debe ser el cuerpo femenino y han concluido que esas atletas, Semenya, Niyonsaba y otras, abusan de su genética y no tienen derecho a competir con las demás mujeres.

Un vistazo a la lista de mejores marcas mundiales de 800m permite, sin embargo, comprobar que la testosterona natural no procura tanta ventaja, de procurar alguna, como la que otorgaba las pastillas de testosterona sintética. Pese a su imbatibilidad, Semenya nunca ha podido acercarse a menos de un segundo del récord mundial de la distancia (1m 53,28s), establecido por la checoslovaca Jarmila Kratochvilova en 1983, la época en la que el atletismo se alimentaba de anabolizantes de síntesis, la plusmarca más antigua de las tablas del atletismo mundial. De hecho, la mejor marca de la sudafricana es solo la cuarta mejor de la historia, por detrás también de los 1m 53,43s de la ucrania Nazezhda Olizarenko (1980) y los 1m 54,01s de la keniana Pamela Jelimo (2008). Otras tres atletas (la cubana Quirot y las rusas Mineyeva y Kazankina) han logrado bajar de 1m 55s. Por debajo de 1m56s, a 1s de Semenya, la misma distancia que la que Kratochvilova y Olizarenko mantienen sobre Semenya, se encuentra toda la elite histórica.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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