El Betis supera un mal inicio y se marcha crecido de Bretaña
Una diana de Lainez, cerca del final, culmina el trabajo verdiblanco con una igualada que le da ventaja para la vuelta tras un partido en el que se vio en dos ocasiones dos goles abajo en el marcador
Hubo de todo en Rennes, goles, errores arbitrales, lesiones, balones al palo y palos en las ruedas de dos equipos tan vistosos como diversos. La Europa League ayuda a cotejar niveles, enfocar el fútbol en escenarios que no suelen salir en plano y apreciar que en ellos sobra talento y pasión. Sucede en la Bretaña francesa, tierra irredenta en el comic y que tampoco es accesible en la realidad. Pero el Betis se trabajó la conquista y se llevó un empate (3-3) que sabe a triunfo porque además le da ventaja para el partido de vuelta y le refuerza porque se levantó de sendas desventajas de dos goles con su inconfundible ideario futbolístico.
RENNES, 3 - BETIS, 3
Rennes: Koubek; Traoré, Da Silva, Mexer, Zeffane; Sarr (Bourigeaud, m. 49) Grenier (Gélin, m. 69), André, Niang; Ben Arfa y Hunou (Bensebaini, m. 80). No utilizados: Badiashile, Laurienté, Nyamsi y Del Castillo.
Betis: Joel Robles; Mandi, Javi García, Sidnei; Joaquín (Barragán. m. 83), Canales, William Carvalho, Guardado, Junior (Lainez, m. 26); Lo Celso y Loren (Jesé, m. 72). No utilizados: Pau López, Feddal, Jaime Garijo y Sergio León.
Árbitro: Sidiropoulos (Grecia). Amonestó a Da Silva, Traoré y André por los locales y a Junior y Lo Celso por el Betis.
Goles: 1-0. m. 2, Hounou; 2-0. m. 8, Javi García, en propia puerta; 2-1. m. 31, Lo Celso. 3-1, m. 44, Ben Arfa, de penalti. 3-1, m. 61, Sidnei; 3-2, m. 77, Sidnei; 3-3, m. 89, Lainez
Roazhon Park. 29.000 espectadores.
El Stade Rennais fue dos veces campeón de Copa en los sesenta, pero no acostumbra a acaparar titulares. Por eso juega con el hambre de a quien nunca le sobraron las lentejas, con futbolistas que se muestran en un escaparate cada vez más observado. Ya en España, pero sobre todo en la Premier, se aprecia al futbolista de la Ligue 1, donde siempre hubo champagne, pero desde hace años crece un biotipo competitivo, potente y no exento de clase.
Ese talentoso músculo se exhibió en los primeros minutos de una eliminatoria que ya se presumía resonante. Se mostró ante un Betis superado en conducciones que rompieron sus líneas y le dejaron casi noqueado con dos goles en los ocho primeros minutos. Fue Ben Arfa, un genio inconsistente, el que cabalgó entre el estupor verdiblanco para descalabrar todo su entramado defensivo. Primero marcó Hunou, un sopapo en una mejilla, preludio de un bofetón en la otra, un gol en propia puerta de Javi García que llegó con polémica porque el árbitro litigó con su asistente sobre si había posición de fuera de juego. No hay videoarbitraje en la Europa League hasta la final. Y en Rennes se echó de menos.
Estaba dos abajo el Betis y no había tocado la pelota. Al cuarto de hora llegó al partido y mandó parar. Detuvo aquella locura con un ejercicio de paciencia que no todos pueden entender. Cuando lo normal es apurarse, buscar los atajos para llegar al área y entregarse a la tremenda, el Betis tomó la pelota y la manejó en zonas aparentemente intrascendentes. Lo primero que consiguió fue defenderse, que visto lo visto no era poco. A partir de ahí maduró la aparición de los espacios. Hace falta cuajo y convicción para esperarlos mientras se mueve la pelota durante minutos en posiciones zagueras y el rival bascula aparentemente cómodo. Pero la fe le pudo a la prisa y aparecieron esos espacios, con el Betis siempre en campo contrario, tenaz para propiciar la desatención del rival.
Porque si el partido mostró algo fueron recursos. Los del Stade Rennais, sí, que tiene pegada si puede correr y percutir, pero también los del Betis, que tienen que ver con la seguridad en su dictado. Cuando más exigido estaba, el Betis fue más Betis que nunca, más Setién que el setienismo. Fue un equipo que hizo circular la pelota, que creció desde ella, pero que también se juntó para recuperarla. Con la primera baza entró en el partido, con la segunda golpeó, primero Loren, poco después Lo Celso para acortar distancias en un gol afortunado en su resolución porque el argentino resbaló en la rúbrica y engañó así al meta. Se acercó ahí el Betis al empate, lo tuvo en varias acciones, con Lainez o Loren. Pero le volvieron a sacudir con un gol sobre la bocina del descanso, un despropósito arbitral, del trencilla de línea de gol, una figura que debería desaparecer del fútbol con el videoarbitraje. El ojo del hombre estuvo por debajo del que le ofrece la máquina y apreció penalti a Sarr en un piscinazo. Marcó Ben Arfa y el Betis tuvo que volver a remar. Indignado además.
Lo hizo con prestancia. Ajustó la circulación, la hizo menos premiosa y aunque el partido transitó entre interrupciones siguió volcado hacia la meta local. Volvió a descontar Sidnei con cabezazo en el segundo palo tras una falta lateral que botó Joaquín con precisión. El partido ya era entonces incómodo para el Stade Rennais, que no dejó de ir por delante en el marcador, pero ya no tenía el colmillo de los primeros minutos y le condenaron a ser perseguidor. Se tapó con una zaga de cinco hombres en línea para resistir el asedio, pero el excelente Lainez marcó casi sobre la hora, hizo justicia y movió la eliminatoria del lado bético. Un empate a cero le daría el pase en el duelo de vuelta, pero parece difícil imaginar un resultado así y un Betis diferente.
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