¿Somos más solidarios cuando nos lo pide nuestro equipo?
Aficiones Unidas, entidad que representa ante LaLiga a 800.000 peñistas, aprovecha su capacidad para impulsar campañas que fortalezcan los lazos de clubes, ciudades y personas
¿Qué estarías dispuesto a hacer si es tu equipo quien lo solicita? En España hay al menos 800.000 aficionados al fútbol que, en torno a esa pasión, deciden agruparse en colectivos con otros simpatizantes de su mismo equipo, integrando alguna de las más de 9.000 peñas registradas por LaLiga. Se unen por causa de esa afinidad pero no se juntan solamente para ver los partidos de su equipo o acompañarlo cuando juega fuera. El fútbol se convierte en el núcleo de estas comunidades que por norma pasan a compartir muchos más hábitos y emprenden actividades juntas. Para representar a estos aficionados se creó hace casi 20 años Aficiones Unidas, una entidad que da voz a 40 federaciones de peñas de casi todos los equipos de LaLiga Santander y LaLiga 1|2|3 y varios históricos ahora en Segunda División B, como el Recreativo de Huelva. El objetivo de LaLiga es que Aficiones Unidas y las Federaciones que la conforman se desarrollen lo máximo posible para que el aficionado se sienta reconocido y respaldado. El presidente de Aficiones Unidas, José Manuel Mateos, manifiesta que su intención es, además, aprovechar ese poder hermanador del fútbol para llevar a cabo acciones que repercutan positivamente en la sociedad, que refuercen lazos entre la ciudad de origen, el club en cuestión, sus seguidores y el resto de vecinos.
¿Aumenta la capacidad de ser solidario o involucrarse en una causa cuando esta tiene su origen en el club que se anima o proviene de otros aficionados del mismo? La psicología da la razón a Mateos respecto a esa influencia del fútbol en lo social. “Cuando alguien se hace aficionado de un club, a veces de forma subconsciente, se atribuye los rasgos que entiende distintivos del equipo”, explica el psicólogo deportivo José Elías Fernández, que sostiene que justo por eso el aficionado es más permeable a comprometerse, porque lo hace por otro esencialmente como él o codo a codo con correligionarios. “El fútbol es tan atávico como la religión”, afirma Elías. “Cuando uno se adhiere a un club entiende que manifiesta ya algunas de sus ideas o convicciones sobre la vida. Cuando a mí me preguntan: ‘¿Cómo siendo gallego puedes ser del Barça?’ Es muy difícil que cambie porque ya he asociado rasgos de la filosofía y el juego del FC Barcelona a mi propia personalidad”. El Barça, en su caso, mueve una fibra sensible en él, tanto que es capaz de hacer que se movilice, confiesa Elías: “Siento que formo parte”.
“En Aficiones Unidas nos ponemos en la piel del aficionado que va al estadio, del que viaja adonde sea que juegue su equipo. Durante mucho tiempo los presupuestos de los clubes dependieron de esa gente”, declara Mateos, que considera que, ahora que tienen tanto peso esos otros millones de aficionados que ven los partidos por la tele dentro y fuera de las fronteras nacionales, se hace necesario fomentar que haya un vínculo permanente entre el club y sus peñas, los aficionados organizados, que hacen de su pasión común modus vivendi. “Hemos de volver a hacer del fútbol un deporte cercano y humano, que valore nuestro sentimiento de pertenencia, porque somos nosotros quienes hemos dado identidad y marca a los clubes para que se conviertan en lo que son y porque los aficionados organizados en peñas, además, nos implicamos para cuidar nuestro entorno social”.
Este sentimiento de cercanía vincula aficionados y equipos no solo en el ámbito local. LaLiga, en su compromiso con Aficiones Unidas, aporta visibilidad y soporte logístico a algunas de las acciones que las peñas en el extranjero realizan por todo el mundo: encuentros entre agrupaciones, quedadas para ver los grandes partidos de cada temporada o la propia fundación de peñas en otros países, como la Atlético Sol Naciente, la primera peña colchonera en Japón.
Solidarios de todos los colores
Ramón Alarcón, consejero y director general de Negocio del Real Betis, es un convencido de que un club es de alguna manera una gran familia en la que todo entusiasta debe participar. A sabiendas de la buena disposición que mostrarían los béticos, dice, quiso importar una idea que había visto en Alemania para que, más allá del campo, el Betis diera una alegría navideña a mucha gente. Ocurrió el sábado 22 de diciembre en el estadio Benito Villamarín. Durante ocho minutos, los 50.000 aficionados que poblaban la grada arrojaron, con el silbido del árbitro, 16.000 peluches al césped, juguetes que se donaron el día de Reyes a diez asociaciones andaluzas para que ningún niño se quedara sin regalo. Prácticamente uno de cada tres asistentes tomó parte en la iniciativa solidaria organizada por el Betis. “Logísticamente fue complejísimo, si hubiéramos alcanzado los 20.000 no habríamos dado abasto”, dice Alarcón. “Hubo que cachear a los peluches a la entrada, los que podían ocasionar contusiones a alguien al caer se quedaron fuera del estadio, aunque por supuesto se sumaron a la donación. Mis dos hijos, ahora adolescentes, tiraron peluches de cuando eran niños”.
A las puertas del Estadio de Vallecas, un par de horas antes de su último partido previo a la Navidad, frente al Levante, aficionados del Rayo y vecinos quisieron también acopiar juguetes a beneficio de familias en riesgo de los dos distritos que conforman Vallecas, algunas de ellas de refugiados con menores, y para otras del cercano Moratalaz. Susana Navío, peñista, se acerca y deposita un par de bolsas sobre la pirámide de juguetes. Entonces una madre que se enteró por la megafonía del estadio de la iniciativa pregunta con extremo pudor si podría coger una mochila para su hijo. “Aquí somos vecinos y vecinas todos, y hay que echarse un cable entre nosotros”, comenta uno de los representantes de la asociación vecinal Alto del Arenal, una de las impulsoras de la acción.
Aficiones Unidas ha puesto en marcha otras campañas solidarias similares a estas con varios clubes coincidiendo con las festividades navideñas. Con el Leganés se organizó un torneo de fútbol solidario cuya recaudación se entregó al comedor social Paquita Gallego, que durante casi tres décadas ha ofrecido alimento a quienes lo necesitaban en la ciudad madrileña. Javier Herrera, presidente de la Federación de Peñas del Leganés, explica que cada año tratan de escoger a un beneficiario distinto, aunque siempre con algo en común: “que actúe en su comunidad”. Ese es un factor determinante para las federaciones, el hecho de saber que lo que lleven a cabo hermanados va a repercutir muy directamente en sus propios vecinos. Les inspira para ser más solidarios. “Las donaciones se pueden hacer en muchos sitios. Pero el fútbol impele a que te hagas partícipe y vayas más allá”, sostiene Alarcón, del Betis. “Cuando cooperas con oenegés grandes no tienes la misma noción del destino de tu ayuda”, indica el presidente de la federación del Getafe, José Antonio Carrascosa, que puntualiza que beneficiar a una asociación local no necesariamente tiene impacto únicamente en este ámbito: “Nosotros llevamos más de 10 años organizando recogidas de alimentos y juguetes y a veces los frutos han ido lejos de Getafe. El año pasado, por ejemplo, colaboramos con una entidad de aquí que envía recursos al pueblo saharaui. De hecho, varios miembros de nuestra federación fueron allí tras la campaña a entregar lo que habíamos conseguido”. Este año llevan recogidos unos 2.000 kilos de alimentos no perecederos para el Hospitalillo de San José, que acoge un comedor social en el centro de la ciudad.
Getafe, Alcorcón, Real Valladolid o Sporting de Gijón son reincidentes y han tenido éxito colaborando con entidades locales en campañas de recogida de alimentos, juguetes o incluso de donación de sangre, siempre con Aficiones Unidas como nexo de unión y altavoz. Por segundo año, las peñas del Sporting colocaron un autobús el pasado 15 de diciembre frente a El Molinón para quien quisiese regalar su “sangre rojiblanca”. Jorge Guerrero, presidente de la federación sportinguista, subraya que la idea surgió al observar “que las donaciones en Asturias se estaban reduciendo debido al envejecimiento y a la baja implicación de los jóvenes”. Pensaron que el fútbol podía ser una buena vía para atraerlos. Más de 140 aficionados se acercaron ese día al autobús, aunque no todos pudieron dar sangre al no cumplir los requisitos en una época marcada por el uso de medicamentos contra procesos gripales. “Las peñas cargamos con la imagen folclórica de que siempre acompañamos al equipo fuera, comemos, bebemos y nos divertimos. Pero hacemos mucho más”, reclama Guerrero. “Nosotros trabajamos en escuelas, con niños y con padres, educando contra la xenofobia, la violencia y el racismo dentro y fuera del campo todo el año. Incluso hemos llegado a cooperar con peñas de nuestro eterno rival, el Real Oviedo, porque el fútbol y la forma de entenderlo nos une, y en este país todo puede arreglarse sentados a una misma mesa”.
Aficiones Unidas trabaja durante todo el año con las federaciones para mejorar en otros aspectos como la seguridad. Se llevan a cabo seminarios, se organizan hermanamientos donde aficiones rivales conviven en actos conjuntos y se desarrollan normativas y herramientas para mejorar la experiencia de los fans dentro y fuera del campo. En definitiva, se trata también de alcanzar un orden que permita que los aficionados puedan disfrutar de su deporte favorito. “Los aficionados tenemos un altísimo grado de compromiso con nuestros clubes. Dedicamos gran cantidad de horas a ellos, aportamos identidad y valor añadido. Necesitamos apoyo para, a su vez, poder seguir apoyando nosotros como hasta ahora”, proclama Jose Manuel Mateos desde Aficiones Unidas. El impacto del fútbol en los aficionados va más allá del forofismo. Puede sacar lo mejor de ellos.