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La Liga de Messi

Autor de tres goles y de dos asistencias, el argentino marca las diferencias para el Barcelona ante el Levante

En vídeo, declaraciones del entrenador del F.C. Barcelona, Ernesto Valverde.Foto: atlas | Vídeo: Manuel Bruque
Ramon Besa

A Messi ya no le duele el codo, está en forma, vuelve a tener la portería en el entrecejo y parece decidido a reivindicar su honor en el campo después de ser negado en las galas de Europa. No se sabe qué será de la Champions. El rosarino quiere, de momento, que esta sea La Liga de Messi. Ante la irregularidad del Atlético y del Madrid, y del propio Barça, aparece Messi como figura regular del campeonato, hilo conductor de la última década, fiable como asistente y goleador, martillo para el Levante. Hasta 19 tantos le ha marcado al equipo del Ciutat de València en 17 partidos para suerte de un Barça que se reafirma como líder de LaLiga.

Alrededor de la mejor versión de Messi, Valverde puede cantar la alineación que le dé la gana y nadie dirá nada si Bartomeu convierte la camiseta de franjas azulgrana en un equipaje a cuadros porque el Barça siempre será reconocible en presencia del 10. Jugó el Barcelona como si fuera el Levante, tremendo al espacio con los contragolpes, y el Levante quiso ser el Barcelona, castigado cada vez que quiso salir con el balón jugado desde el área de Oier.

La diferencia la marcó Messi con su amigo Luis Suárez, los dos protegidos por Piqué, igual de solvente cuando juega solo o acompañado, el más imponente de los seis centrales que se juntaron sorprendentemente en Valencia.

Los laterales son desde hace tiempo un asunto delicado para el Barça. No se discute a Jordi Alba, excelente en ataque, socio preferido de Messi y en cambio menos fiable cuando le toca defender, como ocurre con la mayoría de zagueros de Valverde. Alba, por lo demás, solo tiene como recambio al joven del filial Miranda. Más frágil es la coyuntura en el costado derecho porque el ofensivo Sergi Roberto, el titular, está de baja y nada más llegar a Valencia se lesionó el defensivo Semedo. Ante la falta de alternativas en la expedición y en el plantel, Valverde varió el plan y dispuso el mismo dibujo que el Levante: el habitual 4-3-3, a veces reconvertido en 4-4-2, se quedó en 3-5-2.

Quizá por inesperado, el cambio sorprendió más al equipo de Paco López que al propio Barça. Acostumbrados Messi y Luis Suárez a jugar en punta, los azulgrana llenaron el medio campo, defendieron con tres centrales y se desplegaron por las bandas con Dembélé y Alba. Aguantaron los barcelonistas hasta que se desfondó el francés, superado y amonestado como carrilero, y entró en juego Boateng, el delantero suplente en la mayoría de partidos de la temporada, autor el año pasado de tres de los cinco goles con los que el Levante rompió en la penúltima jornada la condición de invicto del Barcelona (5-4).

La voracidad del 10

Boateng no paró de buscar la espalda de la defensa del Barça hasta rematar al larguero de Ter Stegen. No atinó el Levante y no perdonó Messi. El 10 leyó el encuentro con la precisión de un cirujano, excelente en la presión y el pase a Luis Suárez en el 0-1 y terminal en el desmarque y remate en el 0-2. La línea de pase tiene que ser muy limpia para salvar la presión azulgrana y eludir a Busquets, decisivo en ambas jugadas, activado en cuanto vio la debilidad defensiva del Levante. La voracidad de Messi penalizó las muy buenas intenciones del equipo de Paco López y avaló la propuesta de Valverde. Más que de jugar, se trataba de ganar.

El eslalon de Messi antes de asistir a Luis Suárez resultó tan delicioso como su carrera para convertir el segundo tanto en un partido muy agradecido para el espectador, por el ritmo, por la intensidad, por el ir y venir de los jugadores, por la ambición de los dos equipos, especialmente del Levante. No había tiempo ni sitio para especular, entregado también el Barça a un fútbol de vértigo y vigoroso, más apto para Arturo, Rakitic y Dembélé que para Arthur y Coutinho. Había que correr más que controlar y sancionar los errores del rival, como ocurrió también en el 0-3. Luis Suárez tiró la contra propiciada por Rober, abrió para Alba y su centro fue rematado por Messi.

Repitió el 10 después de una gran jugada de Luis Suárez y Piqué remató el 0-5, ya con Coutinho y Arthur en juego y Rakitic de central por la lesión de Vermaelen. Muchos nombres y un solista de nombre Messi, autor de tres tantos, asistente en los otros dos, hacedor del dígito mágico en el Barça: 0-5. La sangre de Messi no es roja, como pareció en Valencia, sino azul, la de un elegido que ahora pelea por ganar LaLiga.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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