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Sergio González: “Ronaldo es un regalo de reyes”

El entrenador del Valladolid, que recibe el sábado al Atlético, explica su filosofía del fútbol y valora como "brutal" que el brasileño sea el dueño del club

Carlos Arribas
Sergio González, en el césped de Zorrilla.
Sergio González, en el césped de Zorrilla.VICTOR SAINZ (EL PAÍS)

Antes de entrenar al Valladolid, Sergio González (L'Hospitalet de Llobregat, 1976) era un técnico que llevaba dos años en paro después de haber sido despedido de su primer trabajo, un Espanyol que no iba nada mal, en diciembre de 2015. Pero si la forma que llegó a Pucela a finales de la temporada pasada es un ejemplo universal de cómo se puede estar de moda o no dependiendo de factores ajenos al valor propio, más ligados al trabajo de su representante, su trayectoria junto al Pisuerga, y la del equipo, al que ascendió a Primera cuando nadie lo esperaba, es algo tan excepcional que él mismo no pude sino calificarlo de “mágico”. “Desde el principio la química fue mortal, muy alta”, dice Sergio, sentado en una butaca de plástico de la grada del Zorrilla a la que previamente ha limpiado de las cáscaras de pipa que la cubría. El Pucela, a quien tampoco le va mal en Primera (12º, 20 puntos), recibe este sábado (16.15, beIN LaLiga), al Atlético de Madrid (3º, 28).

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Pregunta. ¿Cómo se puede explicar que estuviera en la banda más de dos años con todo el movimiento de banquillos que hay?

Respuesta. No tengo una respuesta. Nunca lo he entendido. Yo mismo estaba extrañado con la situación. Llevaba temporada y media en el Espanyol. La primera acabamos décimos y en semifinales de Copa. Yendo el 12º me cesan en la 15ª jornada, en una situación cómoda, acorde con el valor de la plantilla y por encima del objetivo marcado. Se decide prescindir de mí y se prescinde de mí. Yo creía que había hecho mejor las cosas que las propuestas que me llegaban. Como no podía quedarme dormido, busqué salir en programas de deportes para tener visibilidad...

P. Su peripecia es como una radiografía del fútbol...

R. Y cambié de representante, también. Estoy con Antonio López. Es una figura muy importante que haya alguien que trabaje por ti, que se lo curre por ti, siendo un entrenador de perfil normal. Descolgar el teléfono y decir, 'llevo a Sergio, si te interesa me llamas y si no, no', eso no es lo mejor... Y gracias al buen trabajo de Antonio y a que la gente empezara a verme más como entrenador que como exfutbolista, y a que Miguel Ángel Gómez, el director deportivo del Valladolid, se acordara de mí, aquí llego...Y aquí, desde el principio la química fue mortal, muy alta. Entendemos el fútbol de la misma manera. Tuve la oportunidad y luego fue algo mágico...

P. Y en ocho jornadas, en Primera.

El gran entrenador es aquel que, a pesar de ello, puede matizar o variar sus esquemas según los jugadores que tiene

R. Los futbolistas me aceptaron y me acogieron muy bien, y asumieron muy rápido los cuatro matices que di con la intención de volver a ganar partidos, pero nunca pensé en que pudiéramos ascender. Nuestra idea era tener un buen año y recuperar la visibilidad...

P. Era el equipo perfecto para entrenar. Bajar no podía bajar y nadie exigía subir, así que riesgos no había. Todo lo que hiciera sería bueno…

R. Era una oportunidad única. Tenía mucho que ganar y nada que perder. Además, la plantilla tenía integrantes importantes para poder meter tu sello y me metía de nuevo en la rueda de ser entrenador, y, ¿por qué no?, nos podíamos meter en playoff. Se juntaron todas las circunstancias. Los futbolistas ejecutaron de una manera muy grande las cuatro cosas que matizamos, que salieron muy bien, y la mezcla de todo fue tan fuerte que en los playoff fuimos muy contundentes, con un nivel muy alto de fútbol...

P. Fue la tormenta perfecta, ¿no? una dinámica de éxito imparable que les elevó a usted y a todo el equipo simultáneamente...

R. Nos retroalimentamos. Yo llegué con ilusión, ellos me aceptaron muy bien y al ejecutarlo tan bien en el campo, y salir los resultados tan buenos, generaron una ilusión que me alimentaba en ese afán de por qué no, por qué no... Nosotros solo queríamos ser los mejores de esa liga de ocho partidos. Y acabamos subiendo.

Tenemos que ser mucho mejores que los demás defensivamente para poder sacar fruto

P. Futbolísticamente, ¿cómo se define? ¿Qué idea? ¿Qué visión?

R. Todos los entrenadores tenemos un ideal, nuestro esquema, nuestra metodología de juego, qué queremos implantar en el equipo... Pero creo que el gran entrenador es aquel que, a pesar de ello, puede matizar o variar sus esquemas según los jugadores que tiene.

P. ¿Y cuál es su esquema?

Nunca se mete en detalles tácticos o en alineaciones

R. A nosotros nos encanta el 4-4-2, nos encanta que uno de los dos puntas tenga capacidad para asociarse con la línea de medios, que no sean los dos puntas al uso; nos encanta que una de las bandas se meta hacia adentro para generar una subida por dentro y que la otra sea más a pierna hábil para que nos dé amplitud; nos gusta que cuando podamos jugar al fútbol juguemos; no nos gusta ser suicidas, no nos gusta tener que jugar desde atrás por obligación; sí, si el partido lo merece y te ganas la posibilidad, juégala, y por eso tenemos que poder jugarla; y me gusta tener un equipo equilibrado, que si sube el lateral derecho lo haga con la tranquilidad de que los demás le van a equilibrar y va a poder sacar su mejor versión en ataque; nos gusta que un pivote sea de contención y otro más técnico... Y encima, al llegar aquí, vimos que teníamos los jugadores perfectos para aplicarlo. Pero si no hubiéramos tenido esos jugadores, habríamos matizado nuestra estructura...

P. Usted a menudo dice que hay que seguir siendo buenos con el balón... Cruyff decía que si el balón lo tenemos nosotros no lo tiene el rival, una simpleza...

R. En el fútbol es lo más difícil, la simplicidad... El fútbol es el abecé y hacerlo bien. Si sube un lateral, por qué va a subir el otro, que se quede equilibrando... Si pueden subir los dos porque el pivote hace de tercer central, pues lo haces, pero con normalidad, sin buscarnos la obligación de tener que arriesgar atrás. Somos un equipo que ofensivamente tenemos el fútbol suficiente para ganar los partidos, pero no tenemos tanto fútbol como para poder ganar solo con fútbol con balón. Cuando la perdemos la pelota nos replegamos porque juntitos somos muchos más fuertes.

P. A veces el juego del Valladolid da vértigo, tan vertical, sin pausa en el centro…

R. Si queremos conseguir algo, o sea, salvarnos, que sería un logro muy grande, tenemos que partir de no encajar goles. Con balón tenemos juego para marcar, con transiciones muy cortas, en dos, tres, cuatro pases plantarnos en zona de peligro, sin posesiones muy largas. Y luego, volver a defender. Tenemos que ser mucho mejores que los demás defensivamente para poder sacar fruto al fútbol que tenemos delante. Esto nos hará crecer, ser mejores: ser muy fuertes en defensa y a partir de ahí ser lo mejor posible en ataque.

P. De hacer el fútbol que se puede hacer con los jugadores del Valladolid, ¿se puede sacar un fútbol que valga para un equipo grande?

R. En todas las categorías, todos los entrenadores tenemos unos mínimos exigidos en todos los clubes, en el Valladolid y en el Barça: las coberturas, el rigor, táctico… y todos los hacemos igual... Si el banda se mete es para que el lateral suba, y así es en todos. La creación del espacio. Luego, la figura te cambia, que pueda salirte o no salirte de ese dribling.

P. Habrá más claves, ¿no?

R. Crecemos en las jugadas a balón parado. Hay que lograr que el futbolista crea en ello, confíe en ello, crea en ello y se sienta cómodo con ello, porque si no, no lo quiere hacer. Empezamos con una corta y una trayectoria, y ya tenemos una corta y dos trayectorias; son matices con los que crecemos con el futbolista. Ser entrenador es como ser médico: hay que estar aprendiendo todos los días, no puedes pararte nunca.... El día a día te da un crecimiento importantísimo, te hace ser mejor entrenador. Y siempre de la mano de los jugadores. Las faltas laterales las defendíamos al borde del área y nos metieron un par de goles. Lo analizamos todos juntos y, hablando con los jugadores, decidimos retrasar la línea para tener más tranquilidad. Y nos fue mejor.

P. ¿Trabaja mucho con el vídeo?

R. No rutinariamente. Buscamos las sorpresas, igual que en las sesiones de entrenamiento, y a veces lo hacemos un visionado lineal, otras, grupal. Ponemos el vídeo sobre todo cuando hacen las cosas no tan bien, y por líneas, sin rutina fija. Revisamos el balón parado, el inicio de juego, buscar la sorpresa siempre... La rutina al final no la soporta el futbolista. Y los jueves comentamos el posible 11 del siguiente rival y cuatro o cinco aspectos positivos y negativos, para que los conozcan... Por ejemplo, Filipe Luis, que es muy amigo mío de los tiempos del Depor... Es un futbolista que supera muy bien el uno contra uno en su banda, que se incorpora mucho, que da mucha salida al Atleti... metes matices de cada futbolista y detalles ofensivos que nos puedan hacer daño y defensivos, en los que el daño lo podamos hacer nosotros. Y siempre le mandamos un vídeo a cada jugador del rival que pueda tener enfrente. Keko, nuestro banda derecha, tiene el vídeo de Filipe Luis y el de Saúl, que jugarán por la izquierda, para que vea. A Kiko, de Griezmann, para que vea sus movimientos. Son vídeos de tres minutos, más no, que el futbolista se cansa, no le gustan las cosas largas.

P. Del Valladolid se habla más este año en todo el mundo porque su propietario se llama Ronaldo. ¿Cómo lo vive?

R. Socialmente, es impresionante, impactante, nos da una visibilidad brutal, es un regalo de reyes; para los futbolistas, es una motivación extraordinaria poder compartir situaciones de partido con un icono como Ronaldo... Porque él es muy cercano, habla mucho con ellos, y les permite tener una visión del fútbol distinta. Ronaldo, con todo lo que es Ronaldo... Y para el cuerpo técnico ha sido la hostia, y lo digo así porque es muy difícil que cuando hay un cambio de propiedad venga la propiedad nueva y lo primero que haga es renovar al entrenador y darle otro año. Ese apoyo a todos, ese golpe en la espalda, como diría mi abuela, no se paga con dinero, es una fuerza brutal la que nos da... Y una responsabilidad mayor aún, y más bonita.

P. ¿Le gusta entrar en el vestuario?

R. Él ha sido jugador y respeta la concentración del futbolista, sabe lo importante que es. Sí baja al vestuario a saludar en la hora previa, antes de calentar. Baja y nos da ánimo. Solo quiere que sepamos que está ahí. Pero cuando volvemos de calentar sabe que es un momento para el futbolista, para el partido, y se va.

P. ¿Se entromete en su función de entrenador?

R. Nunca se mete en detalles tácticos o en alineaciones. Si el confía en mí como entrenador, él confía en todo... Su confianza ha sido brutal, y en ningún momento me ha dicho nada. Soy una persona, sin embargo, que quiero que los demás me comenten lo que ven, que no tengo problema con que gente que sabe de fútbol me diga lo que sea, que puede darme más visión. Pero él no entra en el plan de partido, alienación, convocatoria.

P. Contaban que su centrocampista Keko falló un gol solo ante el portero y que Ronaldo le dijo que en esos casos hay que estar más tranquilo y forzar al portero a moverse. Y que Keko le respondió: hacer eso es muy fácil siendo Ronaldo…

R. Lo vi, lo vi, y vi la cara de Keko cuando le dijo que tuviera tranquilidad ante el portero... Fue una anécdota bonita. Que Ronaldo se acerque a darte un consejo, para el futbolista es mucho. Y Keko estuvo tres o cuatro días comentándolo. Nos viene genial. Y más genial nos vendría que viniera a entrenarse con nosotros algún día, una posibilidad que él me comentó. Y yo, encantado. Una acción que él nos diga o que él haga vale mucho más que una clase táctica. Eso es fútbol.

P. ¿El Valladolid es para usted un trampolín o se ve creciendo con el equipo años y años?

R. En algún sueño te surge lo de crecer con el equipo y llegar a Europa o eso en unos años, pero no puedes estar pensando en ello. Tenemos una realidad muy difícil y muy bonita, y una empresa muy, muy difícil, como es salvarnos, aunque ahora dé la sensación de que vamos muy bien. Tenemos ya 20 puntos pero yo siempre digo que lo que hemos hecho ha sido acumular antes los puntos que íbamos a tener más tarde, pero que no podemos salirnos de nuestro guion, de nuestro camino. No puedes pensar a largo plazo. El único objetivo con mayúsculas es salvarnos, y no pensarlo es equivocarse. Y yo, personalmente, sé que todo crecimiento con el proyecto pasa por el rendimiento inmediato que es ganar al Atleti y sumar puntos para salvarnos. Pensar en lo lejano sin pasar por lo cercano es equivocarnos.

P. Ante el Barça, el Madrid, el Sevilla, ante los mejores, ha hecho el Valladolid sus mejores partidos este año. Y los ha perdido. ¿Ante el Atleti llegó el momento, por fin, de jugar bien y ganar?

R. No nos conformamos con ser el bello perdedor. Ganar sería un golpe anímico muy importante, sería refrendar la sensación de las buenas cosas, del buen equipo que estamos siendo. Ojalá sea con el Atleti, sería una inyección contundente de moral, de autoestima. Da mucha rabia perder jugando bien, pero hay que pensar también que el mero hecho de poder competir contra equipos grandes es lo que te refuerza, y deberías también competir contra equipos teóricamente inferiores. Jugar bien y ganar a un grande es la guinda perfecta.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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