“Hemos hecho el mejor club del mundo”
Núñez presumió de su pragmatismo: robusteció el equipo de fútbol, potenció el patrimonio y las secciones
Josep Lluís Núñez alardeó en su última Asamblea al frente del club. “Hemos hecho el mejor club del mundo, sin duda. Y el que diga lo contrario es que no quiere al Barça”. Fue en julio de 2000, cuando abandonó el cargo por decisión propia, 22 años después de haberse proclamado presidente, en mayo de 1978, con el aval de dos jugadores, Cruyff y Rexach.
Fue un presidente muy populista que ganó tres elecciones, en 1978 frente a Ferran Ariño y Casaus, en abril de 1989 frente a Sixte Cambra y en julio de 1997 frente a Ángel Fernández, y renovó sus mandatos en tres ocasiones de manera automática porque no se presentó ningún otro candidato. Además, superó una moción de censura en marzo de 1998.
Núñez se esforzó en librar al club de complejos, fiel a su primer lema electoral: Per un Barça triomfant (Por un Barça triunfal). Al mismo tiempo, se obsesionó por dotar al club de robustez económica, basada también en la austeridad. Los primeros éxitos fueron escasos pero apoteósicos, caso de la Recopa de Basilea en 1979 o de su primera Liga, la de Terry Venables en 1985. Los mejores resultados llegaron al Camp Nou con la etapa del Dream Team de Cruyff, las cuatro ligas consecutivas y la Copa de Europa de Wembley.
El Barcelona, durante sus 22 años de mandato, sumó 140 títulos oficiales. Núñez fundó La Masia, remodeló y amplió el Camp Nou, construyó el Mini Estadi, compró los terrenos sobre los que luego se erigió la Ciudad Deportiva Joan Gamper en Sant Joan Despí, remodeló el Palau Blaugrana y proyectó una ambiciosa renovación urbanística en torno al Camp Nou conocida como Barça 2000 que no pudo llevar a cabo. Con él, también se multiplicó el número de socios, de 77.000 a más de 106.000, y de peñas, de 96 a 1.300.
Potenció de manera extraordinaria las secciones. Hasta su llegada a la presidencia, el equipo de baloncesto solo había ganado una Liga, en 1959. Con Antoni Serra como entrenador y la llegada de una fabulosa generación de jugadores como Epi, Solozábal, Sibilio, De la Cruz y Ansa, el Barcelona rompió el dominio absoluto del Real Madrid de Lolo Sainz, que sucedía al de Pedro Ferrándiz. El Barça ganó la Liga en 1981 y 1983. Poco después el equipo azulgrana, con Manolo Flores como entrenador, consiguió su primer gran título europeo, la Recopa, tras derrotar en la final al Zalgiris de Sabonis. Apostó entonces por Aíto García Reneses como entrenador y, con fichajes importantes como el de Andrés Jiménez, y la eclosión de Dueñas y después Juan Carlos Navarro y Pau Gasol lo ganó casi todo. Su asignatura pendiente fue la Euroliga. El equipo tropezó repetidamente ante el Jugoplastika y no pudo coronarse campeón de la Copa de Europa hasta 2003 en el Palau Sant Jordi, tres años después de la dimisión de Núñez como presidente.
El balonmano azulgrana se convirtió en el referente mundial. Con Valero Rivera al frente, el equipo consiguió seis Copas de Europa, cinco Recopas y 13 Ligas. El hockey patines ya había ganado algunas ligas antes de que Núñez fuera elegido presidente, pero a partir de entonces su dominio se acentuó y se extendió a la Copa de Europa, con nueve títulos desde 1979 hasta el 2000.
En la última asamblea, en julio de aquel año, de pie en el estrado y delante de los títulos obtenidos durante su mandato, presumió de que la plantilla en aquel momento estaba valorada en 50.000 millones de pesetas, y el patrimonio del club había pasado de los 13 millones de 1978 cuando estrenó el cargo a los 12.511. “Si nuestro público nos viene con pancartas ya preparadas y sábanas para ir contra nuestro propio equipo... Pero eso no es sino la culminación de una guerra que ya hace 22 años que dura. No vale la pena. Yo sé lo que he tenido que hacer para administrar el Barcelona sin el apoyo de la Generalitat y con una oposición constante. Es imposible conseguir más de lo que he hecho”, sentenció el hombre que legó el nuñismo en herencia.
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