El gol saluda a Solari y el Madrid apabulla al Viktoria Pilsen
Los blancos, tan secos todo el curso, pasan por encima del débil equipo checo en el debú europeo del técnico argentino tras un partido desatascado por un gran Benzema
A la espera de que lleguen los tiempos de caza mayor, el Real Madrid ya tiene una minidosis de optimismo. A costa del Melilla y el Viktoria Pilsen ha repescado el gol. Eso sí, antes que el juego. Pero en época de tantas tribulaciones nada sosiega más que una liberadora lectura de resultados. En la República Checa, ante un telonero menor de la Copa de Europa, el equipo de Santiago Solari se sacudió cualquier congoja a golpe de goles, croché a croché a la frágil mandíbula del Viktoria. Una manera provisional de ganar tiempo, para Solari, el equipo y el club. La mejor forma de poner entre paréntesis la crisis que azota a los madridistas desde el inicio del curso.
Solari debutó en la Champions con una alineación con varios guiños. El primero a Courtois, por lo visto su portero en la Copa de Europa, con Keylor al quite solo para partidos sin burbujas como el de Melilla. Modric, en los huesos desde el Mundial de Rusia, y Asensio, en las musarañas desde que se vio titular con CR en Turín, quedaron encapotados en el banquillo. Lo mismo que Isco, adelantado por Ceballos. Al contrario que el pasado sábado contra el Valladolid, esta vez el argentino retocó el 4-3-3 de su predecesor, Julen Lopetegui. En Pilsen, un 4-2-3-1, con Ceballos por delante de Casemiro y Kroos, con Lucas Vázquez por la derecha y Bale por la izquierda.
De entrada, las nuevas teclas en nada espabilaron al Madrid, destartalado durante el primer cuarto de hora. Sometido por un adversario sin otra dicha que el entusiasmo propio del débil que sueña con improvisar la gloria. Pese a la ausencia de su mejor jugador, el ariete Krmencik, el Viktoria acogotó al campeón, angustiado con un rechace al larguero propio de Nacho. Y con la nuez anudada por un posible penalti de Ramos a Chory, un delantero grúa que casi sella un cabezazo terminal. Y con los dedos cruzados tras un tremendo codazo del capitán visitante a Havel, al que dejó la nariz convertida en una sangrienta regadera. Aytekin, el árbitro alemán, no tuvo el auxilio del VAR, sistema judicial que la UEFA ha decidido aplazar. Se libró Ramos de una merecida condena y su banderillazo desbravó al conjunto checo. Rebajado el oleaje ofensivo del Viktoria, al Real le quedaba descerrajar el área local, donde pronto se vio que no había culebras. Nadie lo advirtió mejor que Benzema. En uno de esos días en los que el galo opera con la finura clínica que le caracteriza de vez en cuando, Benzema despachó al Viktoria con un doble regate dentro del área. Hizo gripar a tres rivales, doblados por la cintura antes de que el francés diera un pase a la red. Un golazo que sirvió de sonajero para un equipo al que la desconfianza ha paralizado el atrevimiento.
Tras el tanto de Benzema, el Madrid encontró una veta golosa en el juego aéreo. Cada pelota en vuelo era martilleada por algún futbolista de blanco. Más que por un fútbol articulado, el Real enfiló la goleada con el balón detenido. Kroos, nobel en esa suerte del juego, se dio un empacho de lanzamientos de faltas y saques de esquina. En uno de estos, Casemiro cogió la pértiga por encima de los aplatanados zagueros locales y embocó el 0-2. De nuevo con Toni Kroos de lanzadera, Bale cabeceó tan absuelto dentro del área como lo hiciera Benzema para certificar el 0-3. Un estupendo centro de Reguilón, un novato con muy buena pinta, firme y con seda en la zurda, lo atacó Bale sin mucho estorbo. El Viktoria hacía tiempo que era el Viktoria.
Resuelto el choque al descanso, ya sin motivo alguno para cualquier imprevista tiritona fruto de la zozobra actual, el Madrid se tomó el duelo de forma más recreativa. Nunca cerró del todo el perímetro de Courtois, pero tuvo más gobierno con la pelota y con el horizonte despejado optó por jugar a la carrera. Máxime cuando a media hora del final, Solari invirtió otra vez en Vinicius, relevo de Benzema, lo que hizo anclarse a Bale en el puesto de ariete. El brasileño no es un futbolista moroso con el balón. Encara o abre gas. Así lo hizo en una contra en la que sacó la cadena a un defensa checo y asistió a Kroos. El germano templó un remate templado sobre el flequillo de Hruska. Otro golazo. Un banderazo estupendo de un jugador, Kroos, convertido en el mejor violinista de la balsámica noche checa.
Hasta el final, Vinicius estuvo en todos los asaltos del Madrid, que se quedó en un 0-5 como pudo disparar aún más la zurra. No lo encontró el propio Vinicius, y tampoco hubo doblete de Bale —que llevaba siete partidos tieso—, que se estrelló en el poste. Pero en tiempos de tanto desasosiego el paso por Pilsen ya había sido de lo más fructífero. Goles y goles, la mejor receta posible mientras llega la cartelera que permita ceñirse a una auditoría más real. De momento, el Viktoria, como el Melilla y el Valladolid, han sido un analgésico.
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