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Vinicius anima al Madrid en Melilla

Los blancos dan un respiro a su crisis con una goleada (0-4) en el debut de Solari como entrenador

Los jugadores del Madrid celebran el primer gol ante el Melilla. En vídeo, declaraciones de Solari.Foto: atlas | Vídeo: JORGE GUERRERO (AFP) / ATLAS

Tuvo que llegar la Copa para que el Real Madrid encontrara un mínimo consuelo a la situación más convulsa de su última década. Despedido Lopetegui y colocado Santiago Solari como solución de paso, el equipo blanco goleó a un Melilla (0-4) valiente y capaz hasta que le aguantó el aliento. Benzema, uno de los titulares reclutados por necesidad para la cita, abrió un encuentro que el Madrid solventó más por inercia que por juego. Asensio acabó con el sueño del humilde y Odriozola y el canterano Cristo pusieron el broche a una faena en la que Madrid resolvió como se debe en tiempos de congoja.

El primer once de la "provisional" era de Santiago Solari no fue baladí, como buena muestra del momento de zozobra y necesidad que atraviesan en Chamartín, habitualmente acostumbrados a vivir el estreno en la Copa como una jornada de reválida para los secundarios y de premio para alguno de los canteranos más aventajados. La situación reclamaba otra cosa y hasta Sergio Ramos se alistó para el viaje. Y ya se sabe, cuando el capitán viaja no es para ejercer de mero espectador, por lo que el técnico interino, que liberó a Kroos, Modric, Isco y Bale, le situó como líder de un plantel que bien encajaría en una fecha de LaLiga. Solari colocó a siete internacionales, entre ellos Benzema o Asensio, tres canteranos y al joven de los 45 millones de euros, Vinicius Júnior. Tuvo que marcharse Lopetegui y llegar el argentino para que los dirigentes de Chamartín satisficiesen sus deseos de verle como titular.

Pero sonó el silbato y dio igual uno que otro. Más de lo mismo. La energía se impuso al miedo y el Madrid comenzó al tran tran. El clamor de la grada impulsó al Melilla y Keylor, elegido también para la competición copera, vio cómo en un abrir y cerrar de ojos le amenazaban dos veces. No tardó en llegar la tercera, más clara que ninguna, un mano a mano en el que a Igor Martínez, un extremo revoltoso, le pudo el escenario y la mandó fuera. De tal magnitud es el bache del Madrid que ni en casa de un Segunda B se ve capaz de dominar. No importa el hombre que dirija en la banda ni tampoco quien sea el rival que esté enfrente. A este Madrid le cuesta horrores encontrarse. En Melilla solo lo logró cuando el bajón físico de unos cedió al talento de los otros.

Toreado el previsible arreón inicial, irrumpieron los chicos de Solari, bien comandados Ceballos y Llorente, uno de los olvidados de Julen. Se animó Asensio, combinativo y más peligroso cuando actuaba por la derecha, se asoció con tino Benzema y dejó pinceladas interesantes Vinicius. Por encima de todos destacó Odriozola, extrañamente repudiado por el ya extécnico blanco. El lateral fue capital en el primer gol y firmó el tercero. Un ciclón por el carril derecho, galopó toda la banda antes de la media hora y envió al área un regalo que no desaprovechó Benzema.

Convertido el primero terminó de asentarse un Madrid que se dispuso a mimar la pelota y solventar cuanto antes el cruce. La incidencia de Asensio crecía por momentos y Vinicius evidenciaba que, al menos ante un Segunda B, tiene cualidades para ser determinante. Cada acción del atacante brasileño, veloz y desequilibrante, llamaba al peligro y sobre el descuento del primer acto un servicio suyo desde la izquierda lo embocó a puerta el balear. Aparentemente finiquitada la faena, Solari resguardó a Ramos y a Benzema y dio carrete a Nacho y al uruguayo Valverde. La losa no tumbó al Melilla, todavía con las fuerzas suficientes para inquietar al Madrid y retar a Keylor. No alcanzó a probarle el punta Yacine cuando el balón pasó a centímetros de sus botas y lamió los guantes del tico y no atinó Ruano.

La falta de puntería local alivió a los blancos, que aprovecharon los minutos finales para golear y finiquitar la eliminatoria. También tuvo tiempo para dejar algún que otro destello más Vinicius, que buscó con ahínco su primer gol. Lo rozó, pero se topó primero con el larguero y después con el infortunio, cuando solo unos pocos centímetros le privaron del tanto en una acción que terminaría aprovechando Odriozola. Ya sobre la bocina, el debutante Cristo cerró la goleada de un Madrid que en medio del temporal fue capaz de encontrar cierto alivio en Melilla.

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