Carlota Castrejana: “La mujer gana, pero no manda”
Disputó los Juegos de 1992 con la selección de baloncesto y después, ya como atleta, vivió otras tres experiencias olímpicas. Tras su retirada llevó su espíritu multidisciplinar de las pistas a los despachos
Disputó los Juegos de Barcelona 92 con la selección de baloncesto y después, ya como atleta, vivió otras tres experiencias olímpicas en Sidney, Atenas y Pekín. Tras su retirada, Carlota Castrejana (Logroño, 1973) llevó su espíritu multidisciplinar de las pistas a los despachos —fue directora de Deportes de la Comunidad de Madrid y ahora trabaja en el equipo directivo de la Federación de Atletismo— y, desde ahí construye ahora un discurso sólido y reivindicativo para vencer la desigualdad de género.
Pregunta. ¿Cómo se gestó su cambio del baloncesto al atletismo tras los Juegos de Barcelona?
Respuesta. Crecí en la etapa más revolucionaria del deporte español y a mi generación se le abrieron un montón de oportunidades. Me propuse buscar otra aventura. Lo viví con naturalidad. Mientras otras jugadoras ya pensaban en los contratos tras los Juegos yo pensaba en ir a otro mundo. Renuncié a becas en universidades americanas y a buenos contratos en equipos españoles, pero lo tenía clarísimo. En los centros de alto rendimiento conviven atletas de distintos deportes y yo era muy atlética y multideportiva, ya me colgaba del aro entonces. Veía la pista de atletismo y me lanzaba a correr, no me costaba.
P. ¿Qué diferencias hay entre el deporte en equipo y el reto individual?
R. La adaptación fue dura aunque tuve buenos resultados pronto. Cualquier deportista se forma en el tiempo. Cuando empecé en el atletismo y durante bastante tiempo fui una jugadora de baloncesto que hacía atletismo, había que adaptarse a todo de las botas a las zapatillas de clavos, de la ropa ancha a la ropa ajustada… con el tiempo me convertí en una atleta que antes había jugado al baloncesto. Respeto mucho los procesos. La soledad del atletismo existe, pero la mayor satisfacción personal en el deporte me ha llegado en el atletismo. En el baloncesto es difícil estar solo y en el atletismo la soledad la buscas y te la encuentras. Dentro de una disciplina, el atleta tiene mucha más libertad en la toma de decisiones.
P. ¿Se imaginaba que llegaría a vivir otros tres Juegos más?
R. No. El objetivo era disfrutar de otro deporte que me apasionaba como el atletismo. Hubiese sido más exitosa si hubiese hecho solo un camino, seguro. Si hubiese empezado en el atletismo con 14 años o si hubiese continuado en el baloncesto. Pero la riqueza deportiva está por encima de los resultados.
P. ¿La niña Carlota qué quería ser de mayor?
R. Siempre me imaginé siendo deportista. Todos me decían “es muy difícil ser profesional de esto, niña”, es lo que nos decían a todas, pero tuve una carrera en el baloncesto, pude ser atleta de máximo nivel, he sido directiva, abogada y gestora del deporte. El deporte te forma. Ganar, perder, tomar decisiones, trabajar en equipo, conocerte… son competencias profesionales y valores que te acompañarán siempre.
P. ¿La eclosión del deporte español</CF> fue fruto de la estructura olímpica del 92 o surgió por generación espontánea?
R. Detectar el talento es lo primero y fundamental, pero ese talento solo no vale. La gran estrategia de la Barcelona de entonces fue dar estructura, formación y tecnología a ese talento con mucha planificación previa.
P. ¿El Plan ADO para el desarrollo del deporte olímpico ha seguido recibiendo impulso o ha vivido de aquella inercia?
R. El plan ADO no deja de ser un instrumento para buscar el retorno de los patrocinadores y pagar las carreras de los deportistas a cambio del aliciente de estar asociados a los valores del olimpismo. La diferencia no es el ADO en sí, sino lo que le acompañó: la planificación de país para el desarrollo deportivo. El ADO es solo el instrumento, de lo que hemos vivido es de la planificación que lo acompañó que incluyó inversión, infraestructuras, medios… Esa planificación estratégica y transversal es la que hay que reactivar.
P. Si tuviera un puesto de responsabilidad en el baloncesto, por ejemplo, ¿qué haría?
R. Trataría de fomentar la formación dual de la deportista, trabajaría en la estructura de los clubes, en la venta del producto desde la base, reforzaría los acuerdos con universidades para que las jugadoras no tuvieran que emigrar a EE UU, trabajaría el ámbito físico desde los clubes y trabajaría, sobre todo, en la formación de cantera. El entrenador de base necesita recursos porque, si él lo hace bien, toda la cadena irá mejor.
P. ¿Cómo analiza la discriminación de género en el deporte?
R. En resultados y licencias las diferencias se han equilibrado mucho más que en repercusión y visibilidad. Hacen falta mujeres en puestos de responsabilidad: entrenadoras, directivas, juezas... Con la desigualdad estamos perdiendo la mitad del talento. El atletismo es un deporte bastante igualitario y Ruth Beitia nos ha liderado durante muchos años sin ir más lejos. Pero existe una discriminación real en oportunidades y premios. También tenemos que visibilizar que hay oportunidades y alternativas laborales válidas para las deportistas. Hay que pasar a la acción abriendo el abanico más allá de las carreras en activo: en el derecho y la gestión, en la incorporación de directivas, entrenadoras, juezas... Vender en femenino las profesiones del deporte.
P. ¿Por dónde empezaría?
R. Partimos de dos mundos diferentes. El problema es que las mujeres ganan pero no mandan. Hay que dimensionar el deporte, ponerlo en valor, buscar su espacio y desarrollarlo en marketing, comunicación… En la oferta y la demanda habrá gente que quiera ver solo NBA y otros que vean todo. Igual el baloncesto femenino gana si compite con el voleibol masculino y el fútbol femenino si lo hace con el balonmano masculino. Hablamos de visibilidad. Nadie va a pelear con Nadal, pero igual el espacio de Carolina Marín se lo está ganando a Javier Fernández. Otra cosa es el reconocimiento, cómo se cuentan los éxitos. Si hubiese más mujeres en medios de comunicación, habría más sensibilidad. Se trata de convertir el debate de género en debate de espacios, pero para eso hay que cambiar también la comunicación y el lenguaje. Sorteamos todas esas barreras porque cuando salimos a la pista salimos a comernos el mundo. Y con talento y coraje lo conseguimos.
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