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El Camp Nou también se despide de Tévez

El genial delantero agota su fútbol en Boca y, de nuevo, se cita con el Barça en el trofeo Joan Gamper

Jordi Quixano
Tévez, en el último duelo ante Talleres.
Tévez, en el último duelo ante Talleres.ALEJANDRO PAGNI (AFP)

Recogió el esférico pegado a la línea de cal. Trazó un par de quiebros que descompusieron la cadera de Reiziger y, ya hecha la diagonal con la pelota atada a los pies, soltó un latigazo que se estrelló en el larguero antes de botar dentro de la portería. 42 segundos le bastaron en el Gamper de 2003 para explicar qué clase de delantero era. Resulta que Carlos Tévez (Argentina; 34 años) nunca tuvo término medio, criado con su tía en el problemático y peligroso barrio Fuerte Apache de Buenos Aires, curtido después como futbolista con tantas dosis de goles como de polémicas. Ha habido, sin embargo, dos constantes que siempre han encauzado su vida: el balón y Boca. Y ello le lleva de nuevo esta tarde al Camp Nou, donde se celebrará el Gamper entre el Barça y Boca Juniors (18.15 h. / A3 y Tv3).

En julio de 2015, después de haber triunfado en Brasil, Inglaterra y sobre todo en Italia, Tévez decidió que era hora de volver a casa, a la Bombonera, al estadio que abandonó con 20 años y 43 goles en 120 encuentros. Esa tarde, más de 50.000 personas acudieron al estadio, también un Diego Armando Maradona que festejó el regreso del ídolo e hijo pródigo. “Tengo millones en el banco y están ahí, pero eso no te hace disfrutar. Ver todos los domingos a mi viejo en la tribuna aplaudiéndome, es impagable. La plata no compra la felicidad”, soltó. Pero un año más tarde, cambió de parecer porque aceptó la oferta del Shanghái Senhua, que le pagaba 40 millones por cada una de las dos temporadas que firmó, el mayor salario de un futbolista, al punto que casi doblaba la ficha de 22 millones que tenía Messi por entonces. Aunque su paso por China acabó como en el resto de clubes menos en la Juve, donde sí lo sintió como algo suyo. “Fue donde me sentí cómodo”, reconoce el jugador. En Brasil acabó enfrentado con la hinchada del Corinthians y se negó a jugar más, por lo que se marchó al West Ham; en los hammers duró medio año, tentado por el poder y la gloria del Manchester United; en Old Trafford aguantó dos temporadas, hasta que Ferguson se cansó; por lo que se marchó al City, al enemigo, y aunque fue querido como pocos, también se peleó con Mancini al no querer salir de suplente en un partido y le echaron del club; hasta que recaló en la Juve y se ganó el corazón bianconero.

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Ya en China, tras el paso efímero por Boca, le pudo de nuevo la morriña. “Tévez está gordo. Será informado de mis planes tácticos, pero no lo voy a elegir por ahora. No está listo físicamente, no está en condiciones de jugar”, explicó el técnico Wu Jungui para descartarlo del once. Poco tiempo después, el Apache regresaba a Boca. Pero ya era un delantero distinto, uno que entendía que estaba apurando las últimas jugadas y remates de sus botas. “Uno vuelve porque quiere ganar la Libertadores. Ya me queda poco en el mundo del fútbol y lo quiero disfrutar, y eso va más allá de si uno se fue o volvió. Lo importante es el ahora, cómo volví. Estos dos años con Boca son lo último que me queda y lo quiero disfrutar”, resolvió.

Cuentan desde Argentina que Tévez maduró al fin, que es el líder del vestuario porque les dice a sus compañeros cómo se hacen las cosas, que el ídolo se debe a su gente y debe firmar autógrafos, que debe llegar primero e irse último del entrenamiento, que no se pueden hacer expulsar y dejar al equipo tirado. Una frase suya descifró el asunto. “No soy la primera opción y lo acepto”, convino cuando el técnico Guillermo Barros Schelotto prefirió darle la titularidad a Zárate –fichaje estrella de Vélez- y a Wanchope Ábila. Se supone, sin embargo, que sí saldrá de la partida ante el Barça porque necesita ritmo y porque es la ocasión de despedirse del Camp Nou, un partido para disfrutar. También se intuye que Valverde dará carrete a los jugadores que llegaron tarde a la pretemporada por la disputa del Mundial, aunque mezclados con los jóvenes. Pero el que no falla seguro es Messi. “Jugar contra él o para él me hacía feliz, siempre fue así. Por lo que me hace feliz poder enfrentarlo y mirarlo más de cerca”, señaló Tévez antes de partir hacia Barcelona, desmintiendo la mala relación que se les presuponía.

En Boca -que desde hace tiempo tiene un fútbol que no enamora pero es de lo más efectivo porque venció los dos últimos títulos argentinos-, también hay futbolistas de renombre como Pavón e Izquierdoz. Pero al que todos conocen es a Tévez, que se despedirá del Camp Nou y del Barça, equipo al que nunca le marcó en las cuatro ocasiones que lo enfrentó (tres con el United y una con la Juve) de forma oficial. Pero sí lo hizo en un Gamper, en un Camp Nou que le también dirá adiós.

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