Cazorla vuelve a sonreír 21 meses después
El centrocampista asturiano regresa a un terreno de juego con el Villarreal tras casi dos años ausente por una grave lesión y una dramática recuperación que le hizo pasar por el quirófano una decena de ocasiones
A sus 33 años, Santi Cazorla es una persona que irradia optimismo y vitalidad, que ilumina a su entorno con su perenne sonrisa, que se amplifica con un balón en los pies. La noche del 19 de octubre del 2016, el centrocampista asturiano disputó un partido de Champions con el Arsenal enfrentándose al Ludogorets. Fue la última vez que se sintió futbolista. Hasta ayer. Cazorla regresó este martes a un terreno de juego, esta vez vestido con la indumentaria del Villarreal. Jugó durante media hora de juego ante el Hércules, repartiendo pases con ambos pies a derecha e izquierda, y compartió su felicidad con compañeros y rivales, con la afición amarilla que se desplazó expresamente a la Ciudad Deportiva del Villarreal para ver el retorno de su querido ídolo tras siete años fuera de casa. El club castellonense le acogió en 2003, le terminó de formar y le hizo debutar en la élite, jugando al lado de Senna, Riquelme, Pirès o Bruno, con los que formó un centro del campo de lujo.
En el Miniestadio del club de Roig, nadie reparó en el empate final 1-1 ante el conjunto alicantino de Segunda B, ni en el gol de Gerard Moreno, que regresaba también a su segunda casa, ni en las nuevas caras amarillas. Las miradas de todos los presentes se centraban en Santi Cazorla. En el momento que se sentó en el banquillo antes de iniciar el primer partido de pretemporada del Villarreal; cuando al inicio de la segunda mitad comenzó a calentar; y finalmente, cuando entró en el terreno de juego en el minuto 67. Y desde el primer momento, como si nada oscuro hubiese sucedido en su carrera en los últimos meses, como si fuese un día más en la oficina, Cazorla pidió el esférico y comenzó a dialogar con él, con dulzura y tacto, buscando una y otra vez la asociación con sus compañeros, muchos de ellos del filial, que podrán contar en un futuro que participaron de la emoción de Cazorla siendo un niño de nuevo con la pelota.
El centrocampista internacional jugó por última vez en octubre de 2016 en Champions con el Arsenal
De momento, el asturiano, está participando en la pretemporada amarilla a buen nivel, probando sensaciones. Si se encuentra en óptimas condiciones, firmará con el Villarreal un contrato por una temporada. Es su deseo, el de los Roig y de todo el club. Del mundo del fútbol que adora a Cazorla.
Atrás queda para Cazorla un calvario de 21 meses de padecimientos, de quirófano en quirófano, temiendo no solo quedar inhabilitado para el fútbol, también el no poder llevar una vida normal y jugar con sus hijos en un parque. Las lesiones han marcado la vida deportiva de Cazorla, que evitaron que en su currículo figurará el Mundial conseguido por España en el 2010 en Sudáfrica.
Le apartó del éxito una hernia discal. Posteriormente, en septiembre 2013, en un amistoso frente a Chile con la selección española, se produjo una fisura en el hueso del talón derecho de la que tardó en recuperarse y le obligó a jugar con dolor en los meses siguientes. Con el Arsenal, dos cursos después, se rompió el ligamento externo de la rodilla izquierda.
Lo peor estaba por llegar. Finalmente, el talón de Aquiles ha sido su criptonita en los dos últimos años, que le han obligado a pasar por el quirófano en nueve ocasiones tras sufrir una infección en su primera intervención que casi le deja inválido. Pero Cazorla nunca perdió la fe y su eterno optimismo. Su esperanza era volver a disfrutar con un balón en los pies en su casa. En el Villarreal. Ayer, durante media hora, reapareció de nuevo Cazorla. La sonrisa del fútbol.
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