Argentina, huérfana de volantes
La Albiceleste no encuentra a los mediocampistas que pueden asociarse con Messi
Ni en Argentinos Juniors, ni en Independiente, ni en el Anderlecht, ni en la Lazio, tampoco en el Milán, Lucas Biglia ha utilizado el dorsal 6. Solo lo pedía en la selección argentina. “¿Por qué lo usas?”, le preguntaron en el cuerpo técnico de Jorge Sampaoli. “Porqué me gusta Iniesta”, resolvió el volante. Entonces, le aconsejaron: “Deberías usar el 5, ¿cuánto hace que un volante central no lo usa?”. Biglia escuchó el consejo. Hoy luce el mismo dorsal que en su día usaron Redondo, Almeyda o Cambiasso. Mascherano siempre prefirió honrar a Diego Simeone y lucir el 14. Da lo mismo el dorsal que luzcan, ninguno es capaz de reivindicar al volante tocador, ayer imprescindible, hoy extraviado en el fútbol argentino.
Sampaoli apostó por la dupla Mascherano-Biglia para administrar el juego de Argentina ante Islandia. Una sociedad conocida, fuerte en la contención, débil en la construcción. El problema era que con el cuadro vikingo abrazado a su portero, la Albiceleste no encontró la manera de abrir a Islandia, mucho menos de potenciar a Messi. “Nos faltó que los volantes jueguen más lanzados al ataque. Me preocupa más la proyección del partido. No tuvimos un traslado rápido que incomode al rival, eso que estuvimos entrenando”, analizó el técnico tras el empate. Apareció Banega para intentar complementar al 10, pero solo fue una intención. Tampoco Di María da pie con bola. Solo Pavón pareció entender la velocidad mental de Messi. Mientras, en el banquillo, esperaban su oportunidad Lo Celso y Dybala.
Cuando Sampaoli creía haber encontrado un puente para Messi, la fortuna le jugó una mala pasada. Lanzini se le cayó de la lista a una semana de viajar Rusia. El técnico, en lugar de apostar por un futbolista de características similares a las del interior de West Ham, lo reemplazó con Enzo Pérez. Fue una corrección a una lista de 23 que se había quedado huérfana de volantes mixtos. En cualquier caso, el entrenador de Argentina tampoco tenía demasiadas opciones.
“Un problema estructural”
“Es cierto que ya no se producen esa clase de volantes de pausa, con buen pase e inteligentes para entender los tiempos del partido. Es un problema estructural en el fútbol argentino. Hoy en las inferiores, buscan a pibes que corran y corran. Solo vale ganar. El problema es que después no ganan nada”, explica Ricardo Bochini, histórico enganche de Independiente, campeón en México 86.
Miguel Ángel Brindisi entiende que ahora solo importa producir buenos delanteros, para tentar a los clubes europeos. “Faltan volantes con llegada, con gol. Antes había muchos centrocampistas con vocación ofensiva. Ahora solo buenos atacantes. Hasta la figura del enganche está desapareciendo. Messi puede jugar de enganche, pero es de naturaleza delantero”, opina el exentrenador del Espanyol, mediocampista de Argentina en Alemania 74.
Para El Vasco Olarticochea, en cambio, es el fútbol el que demanda jugadores diferentes. “Cada día todo es más dinámico y el jugador se acostumbra a ser muy vertical. El problema es que no todo es correr para adelante. Hoy todos están apurados, tienen prisa por ganar, prisa por hacer goles, prisa por sacar la pelota rápido de tu área. No se les enseña a los chicos a cuidar la pelota”, subraya el volante, que jugó en México 86 e Italia 90.
A Sampaoli no le gustó nada lo que vio ante Islandia. Y cuentan desde la selección argentina que el técnico analiza cambios para el partido ante Croacia del jueves. La idea, como siempre en Argentina, es encontrar socios para Messi. No lo fue Di María ni Meza, tampoco Biglia, por mucho que admire a Iniesta.
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