La contagiosa mediocridad del Barça
El problema azulgrana es que el equipo empeora con el tiempo y acabará por no gustar a Messi
El barcelonismo se ha acostumbrado tanto a las malas noticias, a que cada día se rían del club, a los constantes errores de sus directivos, a la mediocridad general, que ya no espera que ocurra nada bueno ni pide responsabilidades a la junta de Bartomeu. Ni siquiera cuando uno de los mejores jugadores del mundo como es Griezmann se recrea durante tres cuartos de hora en un programa de televisión producido por Piqué para anunciar que se queda en el Atlético. El jugador francés tuvo al menos la decencia de no decir que descartaba al Barcelona. No es un detalle cualquiera ante la chufla y la rechifla que rodea al Camp Nou. La sensación es que cuanto más serios y solemnes se ponen, más risas provocan y bromas se generan alrededor de los hombres de Bartomeu.
El presidente pone buena cara al mal tiempo, siempre dispuesto a comprar complicidades, empeñado en inaugurar espacios, como si se pudiera trocear la historia del Barcelona. Ahora toca celebrar que la Generalitat ha autorizado el Espai Barça después de habilitar el Espai Cruyff. No sería de extrañar que pronto inaugurara el Espai para las Cosas Malas para poder meter en un mismo saco todo lo que no gusta a los seguidores del Barça. Al igual que en su día se hizo cargo de la continuidad de Messi, Bartomeu asumió de forma personal la negociación para fichar a Griezmann. Aparentemente la operación era la más sencilla que puede tener un secretario técnico porque alcanzaba con depositar los 100 millones de la cláusula de rescisión y negociar el sueldo con el delantero de Atlético. El presidente, sin embargo, no convenció a Griezmann ni con la ayuda de Messi.
No se enteró de la decisión del francés hasta el mismo día de la emisión del programa, más tarde de que lo supiera el empleado azulgrana Piqué, burlado Bartomeu como engañada se ha sentido la prensa de Barcelona. Los portavoces del club no han parado de explicar desde hace ya meses que Griezmann acabaría en el Barça. Han mentido a los periodistas, han hecho el ridículo ante sus propios jugadores y han quedado desautorizados como ya pasara en verano cuando se largó Neymar al PSG. El documental La Decisión es el síntoma del desgobierno y la falta de liderazgo y autoridad en Barcelona. No le será fácil recuperar la credibilidad cuando ni siquiera se interviene para evitar el conflicto de intereses que supone la empresa de Piqué.
Nadie del club se atreverá a hablar con el central porque al fin y al cabo fue quien ayudó a encontrar al patrocinador Rakuten. Y el Barça funciona como una empresa dedicada a buscar dinero para pagar a sus 11 titulares, para complacer los caprichos de sus mejores jugadores, para que ningún futbolista tenga queja alguna sobre su sueldo y puesto en el equipo del paciente Valverde. Viven a cuerpo de rey, sabedores de que sus contratos serán mejorados cada vez que se pasen por ventanilla, con la condición de que ganen títulos, como ha ocurrido últimamente con la Liga y la Copa.
El problema es que el equipo empeora con el tiempo: se fue Neymar, acaba de despedirse Iniesta y no llegará Griezmann. Al Barça le cuesta fichar, falto de mando, referencia e interlocutor, y puede que al final quede un plantel que agrade a Messi o simplemente con el que Messi, ya mediocrizado, no gane la Champions. Y entonces, cuando el 10 ya no se conforme con un aumento salarial, el barcelonismo convertirá una tontería en un asunto capital y explotará en lugar de contenerse, como hace ahora después de ver al frívolo Griezmann como se subastaba en una película de Piqué mientras Umtiti comía palomitas y se dormía Bartomeu.
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