El Valladolid toma ventaja ante un Sporting que estuvo cerca de la lona
Tres goles en diez minutos antes del descanso amenazaron el desplome del equipo asturiano, que se enmendó con un tanto que le da vida para el duelo de vuelta del domingo
El carácter indescifrable del fútbol se evidenció en un partido que avanzó en el sentido contrario al que indicaba y que le otorga ventaja (3-1) a un buen Valladolid ante un Sporting que perdió su quinto partido de los seis últimos disputados, que estuvo cerca de la lona y se marchó hacia Gijón todavía de pie, sabedor de que un dos a cero le lleva a la final por el ascenso ante el vencedor de la eliminatoria entre Zaragoza y Numancia.
El Valladolid partió con dudas, con problemas para imponerse en un inicio soso, desabrido, una puesta en acción en la que durante más de un cuarto de hora nada rompió, prisionero el talento ante la pierna fuerte. Ahí mandaban Sergio Álvarez y Álex Bergantiños para convertir el centro del campo del Sporting en una muralla, para que sufriese el Valladolid, liviano en la zona de creación con Anuar, Toni Villa, Hervías u Óscar Plano, al final también con Ontiveros y Gianniotas. En esa idea de partido prosperó el equipo asturiano, hábil para recuperar la pelota y desplegarse, para crecer al punto de que mediada la primera parte se le veía superior, con capacidad para llegar al área local y habilitar en un par de ocasiones a sus delanteros.
Pero con un esférico por medio hay veces que las tormentas no se ven llegar. Parecía que salía el sol para el Sporting, pero lo que le cayó fue un chaparrón, tres goles en diez minutos en una catarata futbolística en la que brotó el talento de Hervías, que fabricó dos de esos tantos y anotó el otro. De pronto todo cambió y en Zorrilla se pasó de escuchar a los seguidores visitantes a festejar un contundente triunfo. Lo hace además una afición renovada, con mucha gente joven en la grada y un sentimiento de que este es el momento para dar el salto. Ocurre que eso piensan también en otros tres lares, no solo en la efervescente Valladolid.
Al menos por ahora es tiempo de festejar en Pucela. Su equipo se desparramó tras una complicada construcción que parecía anunciar derrumbe. Hasta que una falta en mediocampo se jugó abierta hacia la posición de Hervías en el flanco derecho. Su centro fue venenoso, en el área hubo un par de grescas, una de ellas protestadas por los sportinguista como falta de Olivas, y el otro central, Calero, remató a la red sin mucha ortodoxia, con la rodilla derecha. Ocurrió el día anterior en Soria con un penalti reclamado por el Zaragoza y volvió a pasar en Valladolid: hay acciones que se hace complicado de arbitrar incluso desde el más sofisticado sistema de videoarbitraje. El caso es que el colegiado validó el gol y todo cambió sin que hubiera mucho espacio a que el Sporting se revolviese. Simplemente le pasaron por encima cuando semejaba que tenía el partido en su terreno. "Hicimos el ridículo", resolvió al final Jony.
Hervías marcó cinco minutos después del primer tanto. Embocó un libre directo desde el pico del área. Colocó la pelota en el primer palo en un alarde de clase. Tres minutos después, asfixiado el Sporting por la presión local, otro centro suyo lo manejó Mata en la zona donde se cuecen los goles hasta que llegó el lateral rojiblanco Jordi Calavera y le ahorró el trabajo con un remate hacia su propia portería. Todavía pudo llegar el cuarto antes del descanso si el propio Mata hubiese atinado en un taconazo ante el meta Diego Mariño mientras el Sporting amenazaba desplome.
El equipo que prepara Rubén Baraja, un canterano del Valladolid frente a su pasado, llegó al intermedio como el boxeador que anhela el toque de la campana. A esas alturas ya no cabían medias tintas, el partido se había abierto como un melón y no tenía buena pinta para el Sporting. Se fue a por el gol que le diese un nuevo aliento de cara al duelo de vuelta en su estadio, pero se encontró con un rival ambicioso y enfocado a aprovechar los espacios y la habilidad de sus futbolistas de ataque. Hasta que las nubes se movieron y volvieron a burlarse de quienes disfrutaban del sol. Acomodado como estaba, cerca de un nuevo gol que tendría pinta de sentencia, el Valladolid cometió un error y Jony le golpeó con veinte minutos por jugar. Descontó en el marcador y el partido enfiló un final tan cerrado como su inicio, un epílogo de sudor y esfuerzo con la promesa de un partido de vuelta electrizante el próximo domingo en El Molinón. "No saldremos a recular", avisa Hervías.
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