El primer Roland Garros de Manolo Santana
Mientras en España solo unas líneas en los diarios se hacían eco del triunfo, el tenista era agasajado en Francia
Al anochecer del domingo 29 de mayo de 1961, un grupo alegre se concentraba con una pancarta frente a la llegada de vuelos internacionales de Barajas. Un empleado del aeropuerto se les acercó:
—¿Qué pasa? ¿Quién viene?
—¡Santana! ¡Acaba de ganar en Roland Garros!
—¿Y eso qué es?
Me contó la anécdota años después Terreros (Juan Manuel Sainz de los Terreros), periodista de Marca especializado en lo que entonces se llamaban “deportes minoritarios”, cuando España vivía abrazada a la trilogía clásica: fútbol, ciclismo y boxeo. Todo lo demás era desconocido.
Me ha dado por repasar cómo lo contaron aquello ABC, el gran diario generalista de la época, Marca y Mundo Deportivo, los dos deportivos existentes. Hay que hurgar mucho para encontrar los partidos de Santana. En principio sólo dos o tres líneas, un suelto firmado por la agencia Alfil (la marca deportiva de Efe), fechado en París: M. Santana ganó a L. Gyules de Hungría por tanto, tanto y tanto. Luego, a W. Álvarez, de Colombia. En octavos, a M. Sangster, inglés. Cuando vence en cuartos al australiano Roy Emerson, una de las figuras de la época, da para seis líneas en lugar de las dos o tres anteriores, y una cabecerita. Siempre en la parte final de la sección de deportes en ABC, en Marca en alguna de las últimas páginas, sin destacar en un maremágnum de deportes, y en Mundo Deportivo en una columna (en páginas de ocho columnas) bajo el epígrafe “24 horas a través del teletipo”, un cajón de sastre que recogía todo lo que no tuviera nivel para ocupar espacio propio.
Los mejores espacios los comparten el fútbol, que esas semanas de mayo está en la Copa y a la espera de la final de Copa de Europa entre el Barça y el Benfica, y el Giro, que arranca con Poblet vestido de rosa. Pero no sólo esos deportes pasan por delante de las peripecias del ignoto Santana en esa cosa de Roland Garros. Una carrera de coches en la Casa de Campo, una prueba de natación en el estanque del Retiro, el hipódromo, el boxeador Young Martin y otros cuyo recuerdo no ha llegado hasta nosotros…
Cuando gana en la semifinal a Rod Laver sólo hay un poquito más de extensión que en los cuartos con Emerson, pero no más detalles. Simplemente, el texto aumenta porque se añade la referencia a la otra semifinal, que Pietrangeli ha ganado Lundquist, y los resultados de dobles. Eso sí: aparece por primera vez bajo el epígrafe de “Tenis”, no en el revoltijo acostumbrado.
Cuando gana la final no había ningún enviado especial allí, pero se nota que los tres diarios hacen un esfuerzo. ABC publica en un recuadro a dos columnas destacado en la tercera página de Deportes, una breve y elegante crónica de su corresponsal en París, Jacinto Miquelarena, que firma J.M. Detalla datos esenciales: Pietrangeli venía de ganar las tres ediciones anteriores, Santana había cautivado ya a París en la semifinal, por su juego desconcertante, de “astucia increíble”, recuerda que había sido recogepelotas (confunde el Club de Campo con el Club Velázquez) y que salió adelante con el apoyo que le dispensó la familia Romero Girón.
Mundo Deportivo da un recuadrito, por arriba de la quinta página, a dos de las ocho columnas del periódico. Lo firma Manuel Espin, el especialista, que se queja de lo escueta que es la nota de agencia sobre la que ha trabajado y añade el resultado de sus propias pesquisas. Hace en poco espacio una nota del partido, añade alguna referencia de triunfos anteriores de Santana y valora el efecto que su victoria ha hecho en L’Equipe. Todo muy apretado.
En Marca, no sin apuros, Terreros consiguió una llamada en portada, con fotito incluida. Abre el periódico que Antonio Suárez se pone líder en el Giro y el resto de la portada la ocupan las noticias de la Copa de fútbol y la inminencia del Gran Premio Nacional de turf en La Zarzuela. Luego hay que ir a la página 10 para encontrar una columnita de Terreros, embutida entre las motos del Retiro, un revuelto de noticias de fútbol en el extranjero y varias notas de atletismo juvenil. Terreros se congratula de que Santana, al que se estaba empezando a motejar como “el Cagancho del tenis”, por su irregularidad, hubiera encontrado por fin el poso que le iba a hacer un gran campeón.
Mientras en España sólo sabíamos eso de él, en París ocupó toda la portada del Journal du Dimanche, fue agasajado, se hizo fotos en la Torre Eiffel y, con tanto lío, perdió el vuelo de la tarde de Iberia. Pero, celebridad como era, le colaron en el Caravelle de Air France, que salía dos horas después, y así llegó a tiempo de hacer útil la espera de su grupito de fans del Club Velázquez. La mayor autoridad deportiva en el aeropuerto fue el presidente de la Federación Centro.
Así era la vida de los pioneros de nuestro deporte.
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