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LaLiga Santander jornada 29Así fue
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Celta y Málaga suman un punto de sabor agrío

Un sector de Balaídos despide a su equipo con pitos y el capitán Hugo Mallo se queja: “Somos un grupo de chavales, cuando se escuchan silbidos a mí me toca los huevos”

Ignasi Miquel pelea la pelota ante Maxi Gómez, delantero del Celta.
Ignasi Miquel pelea la pelota ante Maxi Gómez, delantero del Celta.Salvador Sas (EFE)

Mal partido y mal resultado en Balaídos para Celta y Málaga que empataron cuando debían vencer. Los gallegos pierden una oportunidad de acercarse a puestos europeos, el colista sigue demasiado lejos de la salvación, a trece puntos y con 27 por disputar.

El Celta tramitó el partido desde la paciencia. Quizás con demasiada, visto como lo acabó: acelerado en busca de un triunfo que finalmente se le negó. El caso es que los chicos que adiestra Juan Carlos Unzué se manejaron durante largos minutos con una cierta pachorra, como confiados en que el curso de los acontecimientos acabaría llevando la liza a su terreno. El Málaga le invitó a esa calma, no tanto por su propuesta como por la manera como la expuso. El colista se mostró como cabría esperar de un equipo necesitado de sumar de tres en tres, apurado, ansioso por generar opciones de gol, pareció más cómodo con espacios que ante el repliegue de los celestes. El partido viró a anodino. A la media hora era todo un pestiño porque el Celta no producía y al Málaga no le daba su talento para plasmar sus deseos.

Le faltó finura al Málaga en esos momentos en los que atisbó un sometimiento sobre su rival. Ocurría además que Iago Aspas no aparecía y así la tarde transcurría plácida para la zaga del cuadro andaluz, apenas importunada por algún caracoleo de Pione Sisto, que comenzó bastantes cosas y acabó muy pocas.

El Celta fue a más en los minutos que precedieron al descanso y confirmó esa sensación al regreso. El Málaga perdió fuelle y aquellos atisbos tempraneros de frescura en las galopadas de En-Nesyri o de Success se disiparon. Comenzó a haber noticias de Aspas, que se enganchó al partido desde el litigio. Discutió con medio equipo rival el delantero internacional mientras el partido se puso del lado del Celta, que es mucho más que el Málaga. Para entonces, mediada la segunda parte, el empate ya era un mal menor para el colista, apenas un paliativo para su situación en la tabla. Pero la igualada le dolía al Celta, que entendió que estaba ante un rival inferior y pisó el acelerador. Apretó con un primer remate de Brais Méndez, con la primera llegada clara de Aspas. El meta Roberto estuvo firme ante ambos. A veinte minutos del final una prolongación tras una acción a balón parado dejó a Sergi Gómez sólo en el segundo palo. Pero su disparo a bocajarro se estrelló con estrépito en el poste.

El Málaga lo pasó mal. El Celta se apuró y acabó el partido varias marchas por encima de cómo lo comenzó. Tuvo el triunfo Iago Aspas a puerta vacía, pero talonó mal justo antes del remate y pifió a contrapié. Pero el fútbol es indescifrable. Agobiado como estaba, el Málaga acabó el partido en el área rival y Lestienne remató al poste sobre la hora. No hubo caso. Nadie marcó en un mal partido y al final brotaron pitidos desde algunos sectores del graderío de Balaídos, que piden más al equipo. “Somos un grupo de chavales, somos el Celta. Cuando se escuchan silbidos a mí me toca los huevos, Hay gente que no valora el trabajo, pero son cuatro gatos”, concluyó Hugo Mallo en la entrevista concedida a la televisión a pie de campo.

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