Krámnik masacra a Aronián con negras y toma el mando
El ruso firma una obra de arte basada en una preparación casera de 2016, no pensada contra el armenio
El enorme talento y gran trabajo de Vladímir Krámnik se han aliado con la suerte -aunque en ajedrez influye poco- para producir una obra maestra que deja a Levón Aronián, el otro gran favorito, al borde del desastre en el Torneo de Candidatos de Berlín. Krámnik llega en cabeza a la primera jornada de descanso con 2,5 puntos en tres rondas.
“Hoy he tenido suerte”, reconoció Krámnik ante los periodistas y el público. En parte, era una muestra de modestia, porque su juego había sido fabuloso de principio a fin, con un remate muy espectacular. Pero también una descripción realista: “Yo había preparado esta idea hace dos años, durante una concentración de entrenamiento, pensando en aplicársela a Carlsen o Anand, que suelen jugar la Apertura Española con frecuencia. El último jugador que se me ocurriría como posible víctima era Levón”.
De modo que la historia de esta obra inmortal empezó en 2016. Y su curioso segundo capítulo tuvo lugar unos segundos antes de que el árbitro pusiera el reloj en marcha. El eminente pianista luxemburgués Francesco Tristano, invitado especial para hacer el primer movimiento, se tomó la libertad de elegir 1 e4 sin preguntar a Aronián cuál era su jugada. Lo hizo inmediatamente después, con el peón ya situado en el centro del tablero, y Aronián, que casi nunca empieza así sus partidas, le dijo que estaba bien. Krámnik se mostró sorprendido, y preguntó a Aronián si ésa era realmente su jugada o quería volver atrás. Sólo entonces, el ruso empezó a soñar que quizá podría por fin colocar la venenosa receta que guardaba en su almacén mental.
Eso explica que Krámnik se marchara corriendo al baño tras realizar su sexta jugada, apenas un minuto después del inicio. Probablemente necesitaba alejarse para que su rival no captase su gran excitación. Krámnik regresó cuatro minutos después, vio que aún no había respuesta, y se fue a ver las otras tres partidas. Cuando llegó de nuevo a la suya tuvo que poner cara de póquer: Aronián acababa de cometer la imprecisión que le permitía aplicar por fin la pócima venenosa.
Si un aficionado de cierto nivel ve con rapidez los primeros movimientos puede pensar que es ajedrez de café, o quizá alguna partida de la época romántica, en el siglo XIX, cuando el ataque directo al rey, a cualquier precio, era casi la única estrategia importante. En realidad, la idea de Krámnik es muy profunda, y de hecho merece el aplauso de los monstruos de silicio, que la proponen como primera alternativa en esa posición.
Y ahí empezó el tremendo suplicio de Aronián, que probablemente no terminará hasta el miércoles, cuando se siente a jugar la cuarta ronda, con negras frente a Serguéi Kariakin. En condiciones normales, el armenio hubiera seguido un principio elemental establecido por el gran teórico Aarón Nimzóvich, entre otros, hace cien años: frente a un ataque de flanco se debe buscar un contragolpe en el centro. De haberlo hecho, es probable que esta crónica fuera muy distinta.
Pero no es exagerado suponer que diversos demonios se colaron en la mente de Aronián en ese momento: “¿Por qué he empezado con 1 e4 precisamente en esta partida tan importante?”; si hubiese ganado la posición tan favorable que tuve en la primera ronda ante Ding, ahora no estaría tan angustiado ante la perspectiva de perder; ¿qué van a pensar en Armenia si Krámnik me aplasta con negras?..., y otras pesadillas del mismo tenor.
El caso es que dos o tres imprecisiones más dieron carta blanca al ruso, quien, tal como él mismo explicó después, no se conformó con ganar la partida técnicamente, sino que buscó rematarla con la mayor belleza posible. “Sé que esa actitud no es muy profesional, porque implica el riesgo de cometer un error de cálculo que te puede dejar marcado para el resto de tu vida, pero es lo que me pedía el cuerpo en ese momento”, reconoció.
Aronián encajó la durísima derrota de manera ejemplar, sin un mal gesto, e incluso con alguna broma durante la conferencia de prensa. Y Krámnik también supo ganar: “Comprendo que esta partida dará la vuelta al mundo y se publicará en una gran cantidad de periódicos y libros. Sin embargo, para mí, desde el punto de vista puramente profesional, no está entre mis mejores logros. He logrado colocar una preparación de laboratorio, y luego la he rematado con precisión, eso es todo”. Y no olvidó dedicar palabras amables a su rival: “Quedan aún once rondas, y Levón no está descartado en absoluto. Ha sufrido un traspié, pero es perfectamente capaz de remontar y luchar por el primer puesto”.
Dos de los tres empates de la tercera ronda (So-Ding y Kariakin-Grischuk) fueron técnicamente interesantes, pero sin emoción. El otro fue un combate sangriento de más de cinco horas entre los otros dos líderes, Fabiano Caruana y Shajriyar Mamediárov. Tras los primeros 25 lances había una clara ventaja del estadounidense, pero el azerbaiyano se las arregló para entregar material y lograr una sólida posición defensiva que finalmente le permitió no solo arrancar medio punto, sino poner a Caruana contra las cuerdas en varios momentos, hasta el punto de que los tres resultados parecían probables.
La gran cuestión es ahora quién frenará a Krámnik. Caruana es quizá el mejor candidato, y se enfrentará el miércoles con el ruso… pero conducirá las piezas negras. Por tanto, la pregunta cambia: ¿Qué Krámnik veremos en la cuarta ronda? ¿El soporífero de hace unos años, casi invencible cuando jugaba con blancas? ¿O el más reciente, para quien la creación de belleza es casi tan importante como el resultado?
Clasificación: 1º Krámnik 2,5; 2º-3º Caruana y Mamediárov, 2 puntos; 4º-5º Grischuk y Ding 1,5; 6º-7º Aronián y Kariakin 1; 8º So 0,5.
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