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Raúl García revitaliza al Athletic

Dos goles del navarro ahogan al Leganés e insuflan moral al conjunto de Ziganda

Raúl García celebra su primer gol al Leganés golpeando el poste.
Raúl García celebra su primer gol al Leganés golpeando el poste.Javier Zorrilla (EFE)
GORKA PÉREZ

Sobrevuela sobre San Mamés un pesar que recuerda a una de esas cremas cuyo olor no te puedes quitar de la cabeza. Y en este caso, el olor, que bien podía ser una imagen dramática, deriva en el aficionado rojiblanco en un desasosiego que apaga hasta el alma. El Athletic no arranca, recibe golpes y no reacciona. De ahí que semejante pesar tenga más de melancolía que de mosqueo, aunque a veces no quede claro cual de los dos está por encima. Sin embargo, lo que tiene ver el mar vacío es que a nada que aparece una ola los ojos se llenan de luz. Y eso fue lo que ocurrió cuando Raúl García, primero con un cabezazo tan certero como aseado gracias a una pésima salida de Cuéllar, y después tras embocar el balón en una jugada que le pilló protestando, cambió el aroma del partido y por primera vez en mucho tiempo la crema cambió el petróleo químico por ingredientes aromáticos.

Contribuyó en la transformación un Leganés al que le falta fuelle, ordenado siempre pero incapaz de cambiar su patrón por muy negro que se ponga el cielo. Parece agotado el conjunto de Garitano, en la grada de San Mamés tras su expulsión contra el Málaga, y carente de un plan B o C que aparezca en momentos sombríos. Y eso que el Athletic no es un dispendio de recursos, atado inevitablemente a los dientes de jugadores como Raúl García, capitán general ante el Leganés, un equipo que no supo interpretarle.

Lo cierto es que la temprana aparición de los goles (minutos 9 y 16) allanó sobremanera el partido para un Athletic poco o nada acostumbrado esta temporada a rodar cuesta abajo. Se liberó de los temores y por una vez trató de hacer algo distinto. Beñat pareció algo más suelto, Williams impuso en ocasiones su cuerpo ante Siovas y Córdoba regateó haciendo buen uso de su zurda. En el Leganés solo Amrabat parecía con las botas puestas. Rubén Pérez y Gumbau no lograban pausar el juego y eso desconectaba a los laterales, Zaldua y Rico, que apenas lograron asomar por el área de Kepa. El mayor esfuerzo que tuvo que realizar el portero del Athletic fue ante un cabezazo involuntario de Íñigo Martínez al tratar de desviar un saque de falta.

Como está habituado a defender marcadores con tanta renta el Athletic mantuvo el mismo comportamiento. Raúl García siguió siendo un grano en el pecho del Leganés, e incluso la entrada de Iturraspe en el centro del campo permitió alguna ocasión extra. El medio de Abadiño remató con la zurda con elegancia y potencia desde fuera del área al que Cuéllar respondió con una estirada a la altura. También Saborit, uno de los jugadores sobre los que se posan con peor forma los ojos de la grada asomó por el área del Leganés ampliando el peligro en ataque de un Athletic por momentos desconocido.

Pero los espejismos cuentan con tiempo limitado y el Leganés, ya en el tramo final, se lanzó al ataque y llegó a embotellar a un rival temeroso de todo. Remató lo que pudo y centró siempre que tuvo oportunidad el Leganés aunque disparaba con balas de fogueo. Se defendía alejando el balón como si quemase el Athletic y lograba evitar el incendio. Raúl García había aguado cualquier opción al Leganés y habían inyectado moral a un equipo que sigue necesitando tumbarse sobre el diván para empezar a creer. Ahora puede empezar a hacerlo.

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Sobre la firma

GORKA PÉREZ
Es redactor de la sección de Economía y está especializado en temas laborales. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Antes trabajó en Cadena Ser. Es licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco y Máster en Información Económica de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

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