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El Zalgiris de Jasikevicius marchita el efecto Pesic

El Barcelona vuelve a evidenciar en Kaunas una falta de competitividad abrumadora en la Euroliga

Robert Álvarez
Navarro discute con un árbitro.
Navarro discute con un árbitro.TOMS KALNINS (EFE)

El Zalgiris de Jasikevicius prosiguió la labor de acoso y derribo ante el Barça de Pesic iniciada por el Real Madrid. El equipo de Pablo Laso se desquitó de su derrota en la final de Copa ganando por 27 puntos en el Palau. El equipo lituano, una semana después, infligió de nuevo una severa derrota al Barcelona (90-74) en un partido que dejó visto para sentencia ya en el tercer cuarto y en el que durante muchos minutos dominó por 21 puntos.

En esos dos encuentro, el equipo azulgrana ha perdido por completo el efecto revitalizante que le infundió Svetislav Pesic. El entrenador serbio regresó 14 años después, vio y venció. La Copa alivió las penurias de un equipo fuera de onda, desconcertado y desconcertante, que iba de derrota en derrota. Dio la sensación de que Pesic había dado con la tecla adecuada para revertir el decepcionante rendimiento de su grupo. Pero en Kaunas, el Barcelona confirmó su escasísima competitividad, especialmente en Europa.

ZALGIRIS, 90; BARCELONA, 74

Zalgiris Kaunas: Pangos (18), Toupane (21), Ulanovas (7), Jankunas (3), Brandon Davies (9) –equipo inicial-; Milaknis (9), Micic (4), White (11), Kavaliauskas (6) y Valinskas (2).

Barcelona Lassa: Heurtel (2), Hanga (5), Claver (7), Moerman (2), Oriola (18) –equipo inicial-; Pau Ribas (3), Edwin Jackson (6), Navarro (8), Vezenkov (2), Koponen (10) y Tomic (11).

Parciales: 19-15, 25-19, 26-16 y 20-24.

Árbitros: Ryzhyk (Ucrania), Latiseus (Letonia) y Panther (Alemania). Señalaron una falta técnica a Pau Ribas.

Zalgirio Arena de Kaunas. 14.477 espectadores. 24ª jornada de la Euroliga.

Se plantó en Lituania ya sin ninguna opción de acabar entre los ocho primeros que se clasifican para los cuartos de final, pero con el objetivo obligado de brindar una buena imagen y evitar una derrota que le podía enviar al último puesto.

No consiguió ni una cosa, ganar, ni la otra, dar una buena imagen. Todo lo contrario. Cayó con estrépito y brindó una pésima imagen. El Zalgiris fue superior especialmente en las transiciones, en el rebote (32-22) y en defensa. El Barcelona perdió muchísimos balones (16 al final, seis en el primer cuarto), muchos en el rebote defensivo (el Zalgiris capturó 12 rechazos en ataque), otros en sus combinaciones.

El equipo de Jasikevicius, impulsado por su tándem exterior, el formado por el base esloveno Pangos y el escolta francés Toupane, se adueñó del ritmo de juego. Los lituanos combinaron entradas a canasta ante la agrietada defensa azulgrana con acciones muy rentables en el interior de la zona y finalmente triples. En cambio, el dúo exterior del Barcelona tuvo que contentarse con dos puntos de Heurtel y cinco de Hanga. El finlandés Koponen les enmendó la plana con una buena fase en el segundo cuarto, cuando el Barcelona ya empezaba a perder comba.

Los pívots del Barcelona no consiguieron frenar a Brandon Davies y Aaron White. Para colmo de males, Moerman se dio un cabezazo con Micic y ambos, sangrando, tuvieron que dejar la cancha para no regresar. Vulnerable en defensa, el Barcelona no encontró respuesta suficiente. Pesic probó a Vezenkov y a Edwin Jackson, pero el único que destacó con regularidad en ataque fue Oriola. La defensa lituana controló con relativa comodidad y el Barcelona, tras llegar a acumular esos 21 puntos de desventaja (86-65), reaccionó tímidamente al final, cuando todo ya estaba decidido.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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