El Bernabéu no respeta nada
Se había jugado un partido de ida invisible según el cual el PSG había ganado las dos últimas Champions y el Madrid, voluntarioso, buscaba la gran machada
En la víspera del partido el diario Marca dedicó una portada muy celebrada al Real Madrid. Ponía el escudo de las 12 Copas de Europa con la leyenda "Respect". ¿Por qué la exigencia de un respeto que se supone y por qué la exhibición de un mérito ya conocido? ¿Alguna afrenta anterior? ¿Algún agravio al que responder? A esto se sumó un tifo de la Grada Fans del Madrid, el grupo que ha desatado en algunos la loca nostalgia de los viejos, desordenados y nazis tiempos de Ultras Sur. Los Fans colgaron un mensaje que decía: "El Madrid nunca se rinde". ¿Rendirse ante quién y por qué? ¿Quién empieza una batalla pensando en no rendirse? El protagonista del tifo, Rafa Nadal, ¿comienza sus partidos remontando?
Era evidente lo que ocurría: se había dictaminado que el Madrid partía con desventaja. Se había jugado un partido de ida invisible según el cual el PSG había ganado las dos últimas Champions y el Madrid, voluntarioso, buscaba la gran machada. Sólo faltó en ese museo de los horrores que el Bernabéu cantase el mismo "sí se puede" al empezar el partido que se cantó contra el Atleti en Lisboa. Con esa atmósfera no de gran partido, sino de último partido, se empezaron a reunir los madridistas en los alrededores del Bernabéu. No es que no creyesen esos aficionados en la victoria: claro que creían, pero como remontada. ¿Remontada de qué? Vete tú a saber.
El comienzo espantó los terrores nocturnos de una grada que necesita ver el sacrificio de hijos ajenos para confiar en este equipo. Qué poco se conoce al Madrid y qué poco se conoce el Madrid a sí mismo. Tuvo al PSG maniatado desde el principio del partido, recordándole que si alguien no podía rendirse era el París: que el Madrid combatía la rendición desde la derrota, nunca desde el empate, y menos desde el templo mundial del fútbol. Así que ni siquiera después del primer gol del PSG, tras dos ocasiones claras del Real, se cantó el "sí se puede" ni nada parecido. Porque al Madrid se le derrota, y se le derrota mucho, pero nunca se le destruye. Si hay que elegir, se destruye al otro.
Y así fue como hacia el final, cuando yo pensaba que todos los sanvalentines del mundo habían merecido la pena porque Dios permitiese tener en mi equipo a Luka Modric tantos años, el Madrid se sacudió al PSG y salió derecho a su portería como una cobra, la más anunciada de todas. Que le hace mirarse al espejo otra noche en Europa y pensar que no hay nadie más peligrosa que ella cuando se le da la ventaja del aspirante. Que puedan otros, mejor. Que respeten a otros. Que no se rindan otros. En el Santiago Bernabéu, por encima de los presagios, hay otra ley. La del que no respeta nada.
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