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LaLiga Santander jornada 21
Deportivo
Deportivo
Adrián 19'Florin Andone 44'
2 2
Finalizado
Levante
Levante
Ivi 79'Ivi 84'

El Deportivo se da otro tiro en el pie

El Levante iguala una desventaja de dos goles ante un rival que jugó una hora con diez hombres y desperdició la oportunidad de abandonar los puestos de descenso

Disputa aérea en un instante del partido entre Deportivo y Levante.
Disputa aérea en un instante del partido entre Deportivo y Levante.Cabalar (EFE)

Cada fin de semana, casi con pasmosa regularidad, el Deportivo se empeña en pegarse disparos en el pie y engrosar un agujero por el que se despeñe a Segunda División. El gatillo se aprieta de las maneras más variadas. El catálogo de errores de los guardametas es sobresaliente, el de las desatenciones defensivas también, el de las erráticas decisiones en todos los ámbitos que tengan que ver con lo futbolísico ya desborda. En esta oportunidad se complicó con una expulsión que le obligó a jugar en inferioridad numérica una hora de partido, que le impidió ganar un partido que debió ser suyo ante un rival que, como poco, es igual que débil y le enjugó una ventaja de dos goles en los últimos minutos. No ganan ni Deportivo ni Levante, que lo dieron todo en el campo. Y eso no es una buena noticia para ambos. Quizás no tengan más o no sepan como mostrarlo.

El Deportivo sigue en puesto de descenso y el Levante evita caer a ellos a pesar de que ha ganado apenas un partido de los últimos 16 que ha jugado y ya suma nueve semanas sin ganar. Tuvo el triunfo en la mano, pero también la derrota. Quedó claro que estamos ante dos equipos que viven en la penalidad y la frustración. También en el miedo. Todo eso pesó en el nudo y el desenlance de un partido gris. Incide también la exigencia de la clasificación, la ausencia de alegrías que paraliza piernas e ideas. El estado de nervios, al que nadie es ajeno, se resumió en un par de detalles en el amanecer del partido, que nació con el Levante dominador. Mientras el Deportivo le persiguió la grada lo contempló con expectación; en cuanto trató de afianzarse con la pelota y juntar dos pases, aunque fuesen inocuos, brotaron algunos silbidos. La gente no está para fruslerías en Riazor y los futbolistas de Cristóbal Parralo tuvieron que manejarse bajo esa presión, la que se han ganado por otra parte. Víctima de sus propios errores, el Deportivo trata ahora de avanzar sobre el alambre para encontrar refugio.

El premio le llegó casi sin buscarlo, mientras se tentaba los ropajes para percibir que vestimenta llevaba. Cuando trataba de desatarse brotó una acción a balón parado que Lucas Pérez puso en el área y en la que medio Levante se tragó el engaño, un señuelo al primer palo que vació la boca de gol para que cabecease Adrián a la red. La respuesta del Levante fue la común en los equipos del fondo de la tabla: palideció. Pero encontró quien le reanimase.

“Esto solo nos pasa a nosotros, han faltado los huevos. Nos ha dado cagalera”, dijo Andone nada más acabar el  partido. Luego pidió disculpas

Borges evolucionaba desde una de las primeras jugadas del partido con una tarjeta amarilla porque tras un mal control se vio obligado a sujetar a un rival que se lanzaba hacia la meta. Aún así no dejó de asumir uno de sus roles en el equipo, el de la disputa de los balones aéreos en los saques largos de los porteros. Quizás fue un riesgo mal medido ante una acción sobre el foco arbitral porque en una de esas lizas, apenas superada la media hora de juego, abrió los brazos de manera sospechosa ante Jason, un futbolista de menos envergadura, y se fue a la caseta por doble amonestación.

Ahí estaba la bala que tanto emplea el Deportivo. Ya había tenido que realizar un cambio porque Sidnei notó una molestia muscular en una carrera y dejó su sitio al debutante Bóveda. Y la ausencia de Borges, pilar en mediocampo, le obligaba a reconstruir el equipo, conformado de nuevo con un tridente en ataque. A Cristóbal Parralo le sobró entonces Lucas Pérez, que no es poco sobrar. Tenía otras opciones, por ejemplo la de retirar a Adrián o Andone, pero no estamos ante un técnico al que le tiemble el pulso ante la heráldica de los futbolistas que dirige. En uno de las citas más decisivas de la temporada, Lucas se fue al vestuario antes del descanso para que en aras del equilibrio entrase Valverde, un futbolista con pulmones. Al poco Andone marcó el segundo gol para el Deportivo tras un buen pase de Carles Gil.

El partido se había puesto allí donde Andone se siente cómodo, en la disputa, en el cuerpeo, el choque y la carrera, en el galope generoso en la ida y la vuelta para molestar a cualquiera que llevase un escudo del rival y estirar a su equipo. Necesitaba su aliento el Deportivo, abocado a un partido eterno con sus dudas y sus demonios presentes en defensa.

Las decisiones en el Levante llegaron en el descanso. Su entrenador había llenado el campo de centrocampistas para empezar un partido que le llevó en dirección contraria, así que prescindió de un lateral y un mediocentro para llamar a dos delanteros. Al poco retiró a otro mediocentro para darle cancha a Bardhi, un pegador. Tampoco es que se soltase la melena porque había decidido partir sin una referencia fija en la punta. Roger Martí y Boateng se la dieron y fijaron al Deportivo en su área, constreñido y sin apenas capacidad para explotar los espacios que le dejaba el rival. Le castigaron dos disparos de Ivi, que empleó el interior de su bota derecha para colocar sendos remates en la red y empatar el partido, un palo para el Deportivo, que con el triunfo no solo salía del descenso sino que superaba en el golaverage a un rival directo. Al final, tras tanto esfuerzo, tras pelear una hora con uno menos, brotaron los reproches. No estamos en tiempo de comprensiones, ni siquiera de puertas adentro. “Esto solo nos pasa a nosotros, han faltado los huevos y al final se nos escapa habiendo tenido el partido controlado. Nos ha dado cagalera”, resumió Andone, que mostró los peligros de situarse ante un micrófono nada más acabar el partido sin haber rebajado pulsaciones. A los dos minutos se lo había pensado mejor y le pidió perdón a su entrenador y a sus compañeros. Más calmado tras la ducha su compañero Adrián lo glosó de otra manera. "Lo tuvimos ahí y nos sabe mal. Hicimos un gran esfuerzo. No hay falta de huevos. Conociendo a Andone seguro que estaba enfadado".

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