Sergi Roberto para lo bueno y lo malo
El lateral del Barcelona, espléndido en las conducciones ofensivas, palidece con el fútbol de la Real Sociedad a sus espaldas
Atrevido porque los resultados le avalan y sobre todo porque Messi ha encontrado el mejor de los ecosistemas, Valverde ha ido rotando progresivamente la táctica del 4-3-3 (que parecía uno de los diez mandamientos azulgranas) al 4-4-2 para liberar a Leo de las funciones defensivas y entregarlo por completo al ejercicio ofensivo. Pero sin el tridente, las irrupciones apenas llegan desde la segunda línea –solo Rakitic pisa en ocasiones el área- y deben ser los laterales los que devoren metros por los costados hasta pisar la línea de fondo. Así, no hay mejor conexión que la de Alba y Messi por la izquierda y se aguarda al asentamiento de Semedo para explotar la vía derecha. También a Sergi Roberto, todo un pulmón que, sin embargo, le falta ese punto de velocidad de Alba o el propio Semedo, caído de la lista a última hora por una amigdalitis. Y esa falta de velocidad fue la que castigó en la primera parte la Real.
Aunque admitía que mientras estuviera en el campo todo le va bien, pretendía Sergi Roberto durante este verano regresar al eje del campo con el cambio de técnico, toda vez que Luis Enrique le entregó la retaguardia derecha porque Aleix Vidal nunca acabó de funcionar hasta el punto de que ya le buscan una salida al Sevilla. “A Ernesto le ha gustado mucho su temporada de lateral”, advertían desde los despachos del Camp Nou. Y con overbooking en el centro, Valverde tomó la decisión de mantenerle en la zaga porque de los 13 encuentros que ha disputado en la Liga, 12 han sido de carrilero. Como anoche en Anoeta, donde el Barça comenzó como un tiro. La tuvieron Luis Suárez y Messi, y también Sergi Roberto tras una cabalgada sensacional que no pudo completar porque se tiró larga la pelota en el último momento. También se subrayó con un par de centros envenenados que Navas despejó con la cabeza. Pero fue tras esas escaladas cuando se vio a la mejor Real, competente en las contras porque tras el robo disparaba a sus extremos en busca de hurgar en los huecos que dejaban los laterales del Barça tras sus ascensiones. Y Sergi Roberto perdió la partida. O casi.
Primero fue por un despiste porque a Luis Suárez no le salió un regate y tocó el último la pelota antes de que saliera por línea de banda. El lateral del Barça corrió en busca de un balón que no le dieron -el linier fue claro con el banderín- y que sacaron rápido. Pillado en Babia, la jugada continuó y aunque Sergi Roberto se recompuso a tiempo, no pudo adelantarse al remate de Willian José, que batió a Ter Stegen. No sería, sin embargo, el último gol. Resulta que tras una jugada brillante de Canales, Juanmi rompió hacia dentro y se despegó lo suficiente de Sergi Roberto para pegarle raso y seco, para superar de nuevo al portero alemán.
Las flaquezas defensivas del azulgrana, sin embargo, quedaron maquilladas con sus conducciones eficientes y eléctricas, capaz de desbordar a un par de rivales a cada ocasión que arrancaba. Como en esa jugada que inició en su campo y dribló hasta entregarle la pelota a Messi, que filtró el balón para un Luis Suárez que puso el interior de la bota para superar de vaselina con rosca sensacional a Rulli e instalar las tablas.
Aunque acostumbra Sergi Roberto a dar bastante más de lo que quita, la Real supo buscarle las cosquillas. Pero el Barça reaccionó como equipo, como lleva haciendo desde que perdió la Supercopa en verano, y ganó el encuentro.
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