La arenga de Zidane
El técnico del Madrid defiende a ultranza a una plantilla que, de momento, parece no tener gasolina ni energías para responder a su fe ciega
A la hora de la comida apareció este martes Zinedine Zidane por la sala de prensa de Valdebebas. Lo hizo con una hora y media de retraso al que suele ser el horario habitual para sus comparecencias. Había estado reunido con la plantilla madridista en el vestuario. Le dijo a los jugadores, según un testigo, que el principal culpable de la situación del equipo —a 16 puntos del Barcelona en la Liga— es él, que todos son importante para sacar esto adelante y que, entre todos, aportaran soluciones para salir del agujero.
Poco después, en la rueda de prensa, defendió a ultranza a la plantilla. “No quiero que venga nadie porque no voy a necesitar a nadie. Tenemos una plantilla con la que empezamos y yo creo en ella. Son mis valores y los voy a defender a muerte. Creo en lo que hago, hasta el final, hasta que me cambien si creen que no soy la persona indicada”, dijo el técnico francés antes del partido copero de hoy ante el Numancia (21.30, beIN).
Mientras el año pasado, cuando las cosas iban bien, rotaba y repartía los minutos de tal forma que todos aportaran, este año que las cosas no van tan bien ha insistido en los que él considera los titulares. Quiere que sean ellos los que reviertan la situación. Incluso si no están bien o no tan bien como solían acostumbrar (como Benzema, Marcelo, Cristiano, Modric, Kroos, Sergio Ramos o Varane). ¿Agitar el equipo para encontrar soluciones y para que algunos titulares que siempre juegan se sienten en el banquillo hasta que no estén bien? No es la idea de Zidane. “Hay muchos partidos y voy a necesitar a todos mis jugadores. Dicen que hay algunos que están mal y que tengo que sacarlos del equipo; yo haré todo lo contrario. Si un jugador está mal voy a buscar soluciones con él, voy a ayudarle, porque al final a mí me interesa más esto, la unión [del vestuario]. Yo no soy de los que echan la mierda a uno o dos, aquí estamos todos en el mismo barco y nadie se va a bajar del barco. La culpa es de todos”, afirmó Zidane.
Al técnico francés nunca se le había visto tan reivindicativo. Él cree en su grupo y con ese grupo pretende ir hasta el final. Pase lo que pase. Por eso cada vez que puede dice que no quiere ningún refuerzo en ninguna posición en el mercado de invierno. Y advierte: “No me gustó que se dijera que le estaba echando un pulso al presidente [por decir que no necesita portero ahora ante el interés por Kepa], que fue el que me puso. Nadie está por encima del club”.
Las vacas sagradas
¿Servirá esa defensa pública a sus jugadores para que el grupo, y sobre todo alguna vaca sagrada, respondan y le devuelvan la confianza y la fe ciega con las que los defiende? Desde Valdebebas apuntan que no es una cuestión de fe, ni de orgullo, sino de que en estos momentos al equipo no le da para tener más fútbol del que está mostrando. Por falta de forma, de confianza y por agujeros anímicos. La inercia en la que cayó el equipo, aunque fuera de forma inconsciente, después de las dos Supercopas se prolongó tanto que cuando quiso darse cuenta era demasiado tarde.
Una defensa parecida a la que hizo ayer Zidane ya la hizo el sábado, antes de volar a Vigo. En aquella ocasión apeló al ADN del club y dijo que lo que quería, atendiendo a esos valores, era que el equipo se mostrara fuerte en los momentos en los que había que estar a la altura. No parece de momento tener energías para mostrarse fuerte durante un partido completo.
La eliminatoria de Copa, con el 0-3 en la ida, está prácticamente resuelta, pero las sensaciones son que a este equipo le cuesta y le va a costar contra cualquier rival y que cambiar la dinámica en el próximo mes —antes de recibir la visita del PSG el 14 de febrero en los octavos de la Champions— será complicado. Otra cosa es el optimismo de Zidane. Él dice que lo es por naturaleza, que nunca piensa en negativo porque cree en el trabajo y porque el trabajo siempre es la respuesta. Ahora requiere mantener la motivación de un grupo que lo ha ganado todo. Eso reconoció ayer como la mayor dificultad.
“Yo sé que esto algún día se va a acabar y que hay momentos difíciles, pero nadie me va a quitar las ganas de seguir trabajando fuerte, nadie. Creo en mi trabajo y en mis jugadores, y no voy a tirar la toalla por tres partidos malos. Ni voy a tirar lo que hicimos hace 20 días o tres meses. Decís todos que todo es una mierda, pero no es así. Es el trabajo lo que nos va a hacer salir, cada uno puede aportar un poco más, cuando las cosas se ponen feas es cuando necesitamos un poco más de todos”.
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