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LaLiga Santander jornada 17
R. Sociedad
R. Sociedad
Íñigo Martínez 17'Zubeldia 75'Vela 90'
3 1
Finalizado
Sevilla
Sevilla
Ben Yedder 44'

Carlos Vela incendia Anoeta

El jugador mexicano se despide con un gol y la Real finiquita a un Sevilla demasiado irregular

Carlos Vela, con su familia en Anoeta.
Carlos Vela, con su familia en Anoeta.J. M. Serrano Arce (Getty)

Cuando llegó, era un errabundo manoseado por el fútbol, llamado a protagonizar las grandes batallas que nunca disputó. Más que un artista mexicano reclutado por el selecto club del Arsenal, tan educado, tan aseado, tan francés, tan revolucionario como diplomático, se antojó enseguida un quijote enviado de andurrial en andurrial en busca de un destino. Y a Carlos Vela el destino le esperó en Donostia, en la Real Sociedad, cuando la vida le había volteado tantas veces que pareció un juguete roto o, por lo menos, un juguete mareado.

Ayer se marchó de San Sebastián, con rumbo a Estados Unidos, al Los Angeles FC de la MLS estadounidense. Se marchó con la humildad del suplente, que accede al partido a falta de 12 minutos viendo adelantarle en el orden de los cambios a dos muchachos muy jóvenes, Oyarzabal y Zubeldia, sin perder la sonrisa. Pero Carlos Vela se marchó con la jerarquía de la autoridad futbolística, o sea, con un gol en el minuto 90, pintándoles la cara a los dos güeritos que ejercían de centrales en el Sevilla y que dedicaron todo el encuentro a empeorar todos los balones que pasaban por sus pies o su cabeza. El de Vela fue su ultimo gol con la Real y el último de 250 partidos que le han convertido en el segundo extranjero, tras Kovacevic, con más encuentros disputados.

Sí, era una noche mágica. Lo fue tanto, que incluso Íñigo Martínez debutó como lateral izquierdo y cerró su hoja de servicios con un gol (el primer eslabón en la cadena de errores de Kjaer) y una asistencia perfecta a Carlos Vela para que firmase en el libro de oro de la Real. Feliz fue el defensa de Ondarroa, agradecido porque Berizzo (que viajó de Sevilla a San Sebastián en tren, otro héroe) no le opusiera extremo alguno que le buscase las cosquillas que maldita hubiera sido la gracia.

Tan mágica que el Sevilla se quedó embobado toda la primera mitad mirando al cielo y viendo cómo la Real remataba una, dos, tres, cinco, siete veces, y combinaba en el área pequeña de David Soria, y tiraba caños y taconazos, y Odriozola arrasaba la banda derecha como si cada vez llegase tarde a sembrar la cosecha por su costado. Y todo así hasta que la magia se fue para el otro lado. Ben Yedder tiene alma de Macaulay Culkin, porque vive casi siempre solo en el área resolviendo a solas sus problemas y sus peligros. Dos quiebros mágicos a Llorente y disparo entre las piernas de Rulli. Gol cuando lo más parecido a un gol que había conseguido el Sevilla podría haber sido un saque de banda o un lanzamiento de Soria, David (no la ciudad).

El Sevilla fue otro Sevilla en la segunda parte: presión, intensidad, combinación, remate, amor por el balón. Y la Real haciendo del Sevilla de la primera mitad: asustado, impotente, confuso, frío. Pero las noches mágicas producen sueños tan increíbles que son reales. Eusebio retiró a Zurutuza, muy cansado, y metió al joven Zubeldia, un torete. El Sevilla ni advirtió el cambio. A los 30 segundos de pisar el césped atravesó el campo por el centro derecha, mientras Oyarzabal, iba por el centro izquierda. Todos los sevillistas se fueron a por Oyarzabal y su centro lo remató Zubeldia, que incluso tuvo la fortuna de que el balón golpease en Escudero y engañase la estirada de David Soria. Y jugando peor, en ese momento, ganó el partido. La luz se encendió con el gol de Carlos Vela. Nunca una vela fue tan incendiaria.

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