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LaLiga Santander jornada 12
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Atlético y Real Madrid dan vida al Barcelona (0-0)

Un derbi decepcionante deja frustrados a rojiblancos y madridistas, ya a diez puntos de los azulgrana. Griezmann y Cristiano, fundidos de nuevo

José Sámano
Kiko Casilla despeja ante Ramos, Saúl y Godín.
Kiko Casilla despeja ante Ramos, Saúl y Godín.Paul White (AP)

Ni Atlético ni Real. En el Metropolitano triunfó el Barça, testigo lejano y victorioso de un duelo frustrante para sus actores. Un partido sin altura que evidenció el marchitar de estos días de rojiblancos y madridistas. No fue un encuentro para rebobinar, ni siquiera por el bautizo del derbi en el imponente Wanda. Tan decepcionante fue la noche que el cartel ni siquiera sirvió de espoleta para Cristiano y Griezmann. Una jornada más, fuera de onda los dos. Ninguno sirvió de enganche a los suyos en un choque con curvas para todos, con fases para unos y otros, pero sin que nadie pudiera presumir de un do de pecho o tirar serpentinas. Nadie mereció el aplauso en una cita a la que la intriga evitó el dicho habitual cuando llega el cerocerismo: dos bostezos.

En un primer momento, la película pareció que iba a ser otra. No le duró mucho la soltura al Atlético, fluido al inicio, con Correa a un dedo del gol en un duelo esgrimista con Kiko Casilla nada más madrugar el derbi. No acertó el argentino, de nuevo aparcado en el costado derecho por Simeone. El Atlético principiante maniobró con una presión alta, incómoda para los blancos, atornillados en terreno propio. El cuadro colchonero se expuso con una fogosidad extraordinaria, con ese voltaje tan cholista que le ha distinguido. Pero todo quedó en un espejismo.

La fresca puesta en escena de los rojiblancos se apagó pronto. A espaldas de Griezmann, Koke, en un perímetro novedoso para él. El técnico local quiso hilar al canterano como aguador del francés. El asunto no funcionó, no hubo conexión y tan ausente y errático estuvo Koke como aislado e invisible Griezmann.

Sin punto final, el Atlético reculó, bajó el volumen. Enfrente, el Real Madrid, anudado de entrada, se sacudió al vecino poco a poco. Sin porteros a la vista, el meollo se dirimió en medio campo, donde se advirtió sin tapujos la diferente escala técnica de unos y otros. Del giro del partido mucho tuvieron que ver Kroos e Isco, máxime el segundo. Ambos interpretaron la flacidez defensiva de Correa, un agitador ofensivo, no un puente de ida y vuelta. El alemán y el malagueño se dejaron caer por el costado izquierdo. A la quema de Juanfran y Correa se sumó Marcelo y, en algunos tramos, incluso Benzema. Por esa vía se pinchó el globo colchonero y el Madrid abrochó mejor el duelo.

Al ritmo de Kroos y, sobremanera de Isco, en un trecho no hubo réplica rojiblanca. De Koke, Gabi y Saúl no había pisadas. Y a Griezmann, la portería le quedaba a un océano. La pelota nunca fue sustancial en el Atlético testado por Simeone. Sí el quite y la carrera, pero en las dos facetas vive días de rebajas. El tránsito del Madrid es el opuesto. Sin el balón sufre. Hay más de uno proclive a la desatención, con poco remangue para el pico y la pala.

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Una pared entre Kroos y Cristiano alumbró por primera vez al Madrid frente a Oblak. Al alemán se le fue el remate, pero la jugada dio más vuelo a los de Zidane. A su adversario le llevó a blindarse cada vez más cerca de las cuerdas. Una falta ejecutada por Cristiano a la media hora derivó en la primera, y casi única, parada de la noche. Oblak desvió la pelota a córner y un minuto después se topó con Ramos en la sala de espera del gol. El capitán madridista metió la cabeza, Lucas, el alguacil más cercano, la espinillera contra su cara. El árbitro no tuvo dictado —tampoco en una mano de Juanfran y otra de Cristiano—, y el zaguero andaluz ya no pudo comparecer tras el intermedio.

La tregua del intervalo cambió el maquillaje del Atlético. Simeone auxilió a Griezmann con Correa y Koke, tan disipado, se orientó a la izquierda de Gabi, con Saúl de dique por la derecha. En el otro bando, de momento ni se inmutó Zidane, solo obligado a echar el lazo a Nacho por la nariz fracturada de Ramos. No despegó el encuentro, solo florido por Isco. Nada de Griezmann, tan fuera de plano. Ni de Cristiano, sin marcha, hasta vencido en un par de carreras con Juanfran y Savic, que no son jamaicanos. El reto siguió atrofiado. Eso sí, el Atlético lo emparentó mejor cuando Carrasco tuvo carrete en detrimento de Thomas. Al menos, en teoría, la escuadra del Metropolitano ya no solo tenía fogueo. El Atlético ya fue un pelo más expansivo. Sin confetis, pero con otra gracia un rato.

Simeone, apolítico, no dudó en mandar al cuarto oscuro al inocuo Griezmann. La hinchada despidió al galo con bronca y se llevó una riña del técnico, que también es entrenador de públicos. Aprovechó Zidane para envidar por Asensio en vez de Benzema y el Madrid, al menos, espabiló en el tramo final. Antes, Varane, bajo el larguero, frustró un tanto de Gameiro tras una buena acción de Fernando Torres. Ahí se quedó el Atlético, que no dio para más. Le tocó taparse de nuevo hasta que se bajó la persiana, lo que mejor se le da: ha dejado su portería a cero en siete de los doce partidos ligueros. El Madrid, por su parte, pareció no alertarse hasta el último suspiro de que el empate le dejaba a un milímetro de la derrota. Lucas, chisposo, se cruzó a tiempo en un remate que armaba Cristiano, este Cristiano desteñido de estos días. Nada de nada en este empate a nada en el primer derbi del Metropolitano. Mal asunto para todos. Brinda el Barça.

Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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