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Italia estalla contra los ultras de la Lazio que se mofaron de Ana Frank

Algunos hinchas radicales empapelan la curva del estadio con pegatinas de la niña asesinada por el nazismo con la camiseta del Roma, el equipo rival

Daniel Verdú
Claudio Lotito, presidente de la Lazio, este martes en la Sinagoga de Roma.
Claudio Lotito, presidente de la Lazio, este martes en la Sinagoga de Roma.Gregorio Borgia

Unas pegatinas de Ana Frank con la camiseta de la AS Roma, insultos antisemitas en los asientos del fondo sur del Olímpico y unas risas a costa del rival. En la miserable rutina dominical del mundo ultra, el asunto podría haber terminado como otra anécdota de la jornada. Nada nuevo en una rivalidad desquiciada durante años por los delincuentes que todavía campan por las gradas del fútbol italiano. Pero no son solo ellos. Unas veces el niño imita a un simio cuando un jugador negro toca el balón y el padre le ríe la gracia. Otras la broma consiste en lanzar plátanos o gritarle “judío” a un seguidor rival. Esta vez, en cambio, Italia no ha mirado hacia otro lado y la ocurrencia de los radicales de la Lazio ha despertado la ira de todo el país. Desde el presidente de la República, Sergio Mattarella, hasta Antonio Tajani, presidente del Parlamento Europeo. En la jornada que comenzó ayer se leyó en todos los estadios de Italia un pasaje del famoso Diario.

La imagen de Anna Frank con la camiseta de la Roma.
La imagen de Anna Frank con la camiseta de la Roma.

El pasado domingo, durante el Lazio-Cagliari, algunos Irreductibles, como se hacen llamar los hooligans del equipo, inundaron la curva sur del Estadio Olímpico —que comparten con la AS Roma— con pegatinas donde podía verse la cara de Ana Frank con la camiseta de su odiado rival. “Ana Frank anima a la Roma”, rezaba lo que pretendía ser un insulto. La comunidad judía protestó, las redes ardieron y la Federación de Fútbol italiana (FIGC) abrió ayer una investigación que podría costarle muy caro a la Lazio por su reincidencia. Aunque su presidente hiciera todo lo posible para evitarlo ayer portando una corona flores a la sinagoga de Roma y anunciando que cada año el club se llevará de viaje de unos 200 tifosi a Auschwitz para que conozcan de primera mano aquel horror.

El problema es que los ultras ni siquiera deberían haber estado en esa curva, que durante los partidos de la Lazio permanece siempre cerrada y donde se colocan normalmente los seguidores radicales de la Roma los fines de semana alternos. Un juez deportivo había decretado dos semanas antes el cierre del fondo norte por los cánticos racistas proferidos contra dos jugadores negros del Sassuolo -Adjapong y Duncan- el 1 de octubre. Pero la Lazio, en un descomunal alarde de torpeza, decidió abrir la Curva Sur y vender a un euro las entradas durante los dos encuentros de sanción. El lema de la campaña era “Combatamos el racismo”. El resultado fue únicamente el traslado de fondo de sus hooligans —que ayer en un comunicado se reafirmaron en lo que habían hecho—,especialmente motivados para dejar la casa de su rival empapelada con las famosas pegatinas.

Paolo Di Canio, capitán de la Lazio, realiza el saludo fascista en 2005.
Paolo Di Canio, capitán de la Lazio, realiza el saludo fascista en 2005.AP

Pero la imagen de la niña, muerta en un campo de exterminio nazi en 1945, con la camiseta romanista incendió las redes. Los principales periódicos del país lo llevaron a la primera página con duros editoriales. La Repubblica publicó la misma pegatina repetida una decena de veces con las camisetas de varios equipos de la Serie A bajo el lema: “Ana Frank somos todos”. De modo que la polémica se filtró por primera vez a la política y el presidente de la República, Sergio Mattarella, lo definió como “un acto inhumano” y “una alarma para el país”. Nadie quiso dejar de opinar sobre el tema.

La alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, la presidenta de la comunidad judía de Roma, Ruth Dureghello, o el presidente del Parlamento Europeo, el italiano Antonio Tajani, lo condenaron sin fisuras. Y Matteo Renzi, secretario general del PD y ex primer ministro, sugirió a los equipos de la Serie A que jueguen el próximo domingo con una Estrella de David en el pecho para protestar contra un problema que, en realidad, no es ni mucho menos exclusivo de la Lazio. De hecho, insultos y pegatinas parecidas se ven cada semana en las gradas de su rival y en las de tantos otros equipos italianos.

Una pancarta en 1998 en un partido de la Lazio contra contra la Roma.
Una pancarta en 1998 en un partido de la Lazio contra contra la Roma.AFP

Pero la Lazio, uno de los clubes con mayor historial de sanciones por racismo —el saludo fascista en 2008 de su entonces capitán, Paolo di Canio, dio la vuelta al mundo— pagará esta vez el pato. Su presidente, Claudio Lotito, intentó apagar el fuego anunciando en la Sinagoga de Roma que jugarían con la foto de la joven asesinada por el nazismo en la camiseta durante el próximo partido.Su director de comunicación se esforzaba ayer en desmarcar al club de los energúmenos de la curva. “La Lazio es el único club que llevaba una línea de extrema intolerancia con el racismo. El presidente está pagando un precio muy elevado por ello, con amenazas de muerte que le obligan a llevar escolta. Pero hace años que no hay incidentes físicos en la curva de la Lazio, banderas ofensivas o cánticos truculentos. Lamentablemente, hay que continuar con una acción educativa”, explica a este periódico.

La tolerancia cero contra el racismo y la violencia, que empieza a dar frutos en otras ligas europeas, llega con retraso a Italia. El problema, a menudo vinculado a grupos criminales, no es solo de los hinchas del club romano ni se circunscribe únicamente a este tipo de cuestiones. En algunos estadios, como el de la Juventus, la deriva es todavía más grave y se han demostrado infiltraciones de la 'Ndrangheta en las gradas con el conocimiento del club. La política y las consignas de ultraderecha son solo la fachada del negocio de la extorsión y la reventa de entradas. Andrea Agnelli, presidente de la institución, y otros tres dirigentes del club han sido suspendidos durante un año por permitir que se vendiesen entradas por encima del cupo establecido a hinchas radicales. La investigación, además, reveló las conexiones de esos seguidores con una de las divisiones de la mafia calabresa en el norte de Italia. El caso Ana Frank, sin embargo, promete ser un punto de inflexión en la permisividad de Italia respecto a estos fenémones.

“Oigo cada vez más fuerte el trueno que nos matará...”

La ocurrencia racista de los ultras de la Lazio del pasado fin de semana ha desencadenado una serie de contramedidas, propuestas por la Federación de Fútbol italiana, destinadas a concienciar a los aficionados sobre horror del Holocausto y a conocer la historia de Annelies Marie Frank, muerta en el campo de exterminio nazi de Bergen-Belsen en 1945.

En todos los partidos de esta jornada intersemanal (incluido el que se celebró ayer entre el Inter de Milán y la Sampdoria y la que se celebra hoy) y la del próximo fin de semana, se leerá un pasaje del Diario de Ann Frank, se guardará un minuto de silencio y se distribuirán copias de Si esto es un hombre, el célebre texto de Primo Levi que relata su reclusión en el campo de exterminio nazi de Auschwitz. Una iniciativa que nunca se había realizado hasta ahora en un campo de fútbol europeo y que se suma a la propuesta del presidente de la Lazio de llevar a 200 de sus hinchas anualmente a visitar Auschwitz.

En el partido de ayer ya pudieron escucharse las últimas palabras del Diario de Ana Frank: "Veo cómo todo el mundo se va convirtiendo poco a poco en un desierto, oigo cada vez más fuerte el trueno que se avecina y que nos matará, comparto el dolor de millones de personas, y sin embargo, cuando me pongo a mirar el cielo, pienso que todo cambiará para bien, que esta crueldad también acabará, que la paz y la tranquilidad volverán a reinar en el orden mundial".

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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