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Leganés-Getafe: aquella rivalidad al sur de Madrid

El Leganés-Getafe de este viernes es el primer derbi en Primera entre estas dos ciudades, un duelo que se hizo imprescindible en el modesto fútbol regional de los noventa

Alejandro Prado
Angelín, capitán del Getafe, y Dorado, del Leganés, flanquean al árbitro Iturralde, en un derbi de 1995.
Angelín, capitán del Getafe, y Dorado, del Leganés, flanquean al árbitro Iturralde, en un derbi de 1995.MARIANO CALLEJO

Más allá del crecimiento que se dio en barrios periféricos durante el boom del ladrillo, los municipios de Leganés (187.000 habitantes) y Getafe (177.000) han cambiado poco en los últimos 25 años. Siguen siendo las mismas ciudades-dormitorio del sur de Madrid que albergan trabajadores, con su urbanismo algo anodino y su ritmo de vida más relajado que en la capital. Pero lo que ha cambiado radicalmente es el panorama futbolístico: ambas ciudades tienen un equipo en Primera y van a enfrentarse esta noche (21.00, beIN LaLiga).

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La historia de una rivalidad al sur de Madrid se inició a finales de los ochenta, cuando ambos conjuntos empezaron a coincidir en la 2ªB. “Era un fútbol muy distinto del de ahora”, recuerda José Luis Dorado, capitán de ese Leganés. “Todos teníamos nuestro trabajo o los jóvenes estudiaban”. La cosa no cambió cuando el equipo pepinero subió a Segunda por primera vez en su historia en 1993. “Yo nunca dejé de trabajar. Monté una pequeña empresa de herramientas para la madera y aún la mantengo”, comenta Dorado, que cobró entre 150.000 y 250.000 pesetas mensuales los dos años que estuvo en Segunda.

Pedro Caballero tampoco dejó nunca de trabajar. Su nombre es toda una referencia para el aficionado del Getafe. Defendió la portería azulona durante 14 años mientras era (y sigue siendo) inspector de Medio Ambiente en el Ayuntamiento de la ciudad. “Soy nacido y crecido en Getafe, y es el sitio donde siempre he vivido y he querido vivir”, sostiene con pasión. La comidilla en el vetusto estadio de Las Margaritas en los noventa muchas veces eran las propuestas que Caballero recibía de clubes de mayor categoría. “Tuve muchas ofertas en aquellos años, pero nunca me quise ir y no me arrepiento”, sostiene el exportero, que a los 52 años mantiene su vida en su municipio y acude al campo cada fin de semana con devoción.

Dorado y Caballero se cruzaron en muchas ocasiones en aquellos dos pequeños estadios (el Rodríguez de Miguel y Las Margaritas) que vieron innumerables derbis. “Había mucha rivalidad, eran partidos muy apasionados. Teníamos jugadores que permanecían muchos años en el equipo y eso generaba un sentimiento de pertenencia que ahora es difícil que se dé”, comenta Caballero. “Eran partidos muy duros, con muchos piques”, comparte Dorado. “Incluso había cierta tirantez con los jugadores contrarios fuera del campo. Salvando distancias, era algo así como los Madrid-Barça de la época de Mourinho”, remata Caballero.

El Getafe era un asiduo en las luchas por el ascenso a Segunda, pero no acababa de rematar. “Nosotros con llegar a playoff nos conformábamos. Incluso nos relajábamos a la hora de entrenar”, rememora Caballero. Pero hubo un punto de inflexión. El Leganés logró subir en 1993, la primera vez que se metía en serio en la pelea. “Hubo un grupo muy interesante, mezcla de juventud y veteranía. Nos pusimos arriba y dimos la sorpresa”, señala Dorado. El ascenso no sentó bien al otro lado de la carretera de Toledo. “Vimos que subieron y nos dijimos: ‘Si ellos pueden, ¿no vamos a ser capaces nosotros?’. Nos lo propusimos y ascendimos al año siguiente”, reconoce Caballero.

El primer año del Lega en Segunda empezó a destacar un joven de 19 años llamado Vivar Dorado. “Éramos un equipo muy amateur, siempre en autobús, pero muy familiar y con ganas”, comenta el exfutbolista, que desarrolló una importante carrera en Primera con Tenerife, Valladolid y Racing, y que en 2004 subió a Primera con ¡el Getafe!, incluso fue su capitán durante sus primeros años en la élite. “La verdad es que en Leganés nunca me han reprochado nada por esto, me tratan fenomenal en los dos lados”.

Vivar Dorado tiene el honor de haber jugado el último derbi en 2ªB (1993) y el último en 2ª (2004), que es último hasta hoy. “Eran partidos muy intensos, sobre todo en 2ªB. Casi todos éramos madrileños y había mucha rivalidad. Incluso te daban prima doble por ganar”, dice el exjugador, que reconoce que en Segunda los partidos perdieron algo de chicha: “Primaba más la clasificación que la pasión. Era más algo festivo”.

El partido de hoy también apunta a fiesta. El clima entre clubes y aficiones es relajado y cordial. “Pido a nuestra afición que anime sin acordarse del rival”, solicitó ayer Garitano, técnico del Leganés. Ni Dorado, ni Caballero, ni Vivar Dorado, ni casi nadie se imaginó un derbi sureño en Primera. Son dos equipos felices por estar donde están.

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Sobre la firma

Alejandro Prado
Redactor en la Mesa de Edición del diario EL PAÍS. Antes prestó sus servicios en la sección de Deportes y fue portadista en la página web. Se licenció en Periodismo en la Universidad Carlos III y se formó como becario en Prisacom.

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