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Alberto Contador, el componedor de campeones

El ciclista de Pinto convenció a Landa de que colaborara en la fuga diciéndole que era su día para entrar en la general

Carlos Arribas
Landa y Contador, en la 13ª etapa.
Landa y Contador, en la 13ª etapa.P. LOPEZ (AFP)

Los nombres, las situaciones, los campeones se repiten, y las decisiones que toman, pero siempre parecen distintas, siempre emocionan igual. “Esto es el ciclismo”, dice Rigo Urán, cuyo director en el Cannondale, Charly Wegelius, dice que va a salir en la etapa a “toda hostia”. Urán se queda, inteligente, a rueda de Froome, que con ataques espasmódicos mantiene controlada la fuga de su compañero brillante, Landa.

A Landa, que sale de stopper y de tenaza cuando Contador ataca, y se pega a la ruda del chico de Pinto, y a su rueda sigue, le ha convencido finalmente Contador de que colabore con él. “A Mikel le he dicho, ‘es el día para que entres en la general, y yo te ayudaré a ello”, explica luego Contador, protagonista finalmente de un Tour que inició descolocado y caído, y premiado como el combativo de la jornada por una fuga en la que el español buscaba ganar, y también divertirse y emocionar a la afición que tanto le quiere y tanto cariño le demuestra. “Quería ser yo mismo. Y a Landa le dije también que no temiera, que para Sky era la situación perfecta tenerle a él delante, una segunda baza que asusta a los rivales, un privilegio táctico”.

Mediada la ascensión al Latrape, el segundo primera del día, Landa empieza a dar relevos y la fuga cuaja. A Landa, Contador le ha dicho lo mismo que le dijo a Nairo cuando le lanzó en la fuga de Formigal que acabó con Froome en la última Vuelta. Pero Landa no está en el Tour para ganarlo, sino para que lo gane su jefe, el mismo Froome que sabe que solo puede ganarlo con la ayuda del alavés, a quien también teme porque le ve más fuerte que a nadie en la montaña. “Estoy mejor que en Peyragudes”, dijo el inglés, que solo ha mostrado superioridad en la contrarreloj. “Lo que hizo Landa fue perfecto. Hemos jugado con el equipo y nos ha ido muy bien. Quizás en las próximas etapas hagamos lo mismo”. Y Landa no le contradice. “Sí, Froome está muy contento con lo que he hecho. Soy un escalador y cuando hay montañas puedo lucirme. Tengo piernas, pero no tengo galones”, dice. “Hemos venido a ganar el Tour con Chris, claro que sé que es mi rol. Y ojalá que él lo gane, si no, yo estoy aquí”.

Aru, el líder, dice que dejó moverse a Landa porque estaba lejos, pero que ahora se le ha acabado la libertad. Fueron palabras para mantener la apariencia: Aru, que compartió equipo con él en el Astana, sabe perfectamente lo que puede hacer Landa, lo peligroso que es dejarle cierta libertad. En el Giro de 2015, con un ataque tremendo en Le Finestre, Landa dejó clavado a Contador y su maglia rosa. El alavés volaba hacia la victoria cuando desde el coche le paró el director, Beppe Martinelli. Le ordenó frenar. No quería que superara a su líder, Aru, en la general. El sardo terminó segundo en el podio; Landa, tercero. El año siguiente cambió de equipo. Se fue al Sky donde le esperaba Froome.

Tales problemas de convivencia no los tiene Nairo, que hace de su resistencia extrema y de su capacidad inigualable de sufrimiento, y de su orgullo y su ambición, su alma, sus armas mejores cuando su cuerpo no logra alcanzar el brillo que le hace único, como este Tour. El colombiano dio señales de resurrección manteniendo él solo a raya al pelotón durante media etapa y enlazando con Contador y Landa en la otra media. “Se puede creer”, resumió Eusebio Unzue, su director. La próxima semana, los Alpes. Todos están cerca de todos. Todos creen.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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