Luis Enrique: “Necesito parar y lo necesitan los jugadores”

En la celebración del Barcelona sobre el césped del Vicente Calderón se reunieron niños pequeños como Mateo, el menor de los Messi o Sasha, el último de los Piqué, que como siempre fueron los que mejor se lo pasaron. Es normal, compartir con tu padre algo así cuando todavía no eres demasiado consciente de lo que ocurre y no ves más que colores tiene su punto de diversión. Lo cierto es que en el lado de los mayores la fiesta existía aunque algo descafeinada. Mientras Mascherano y Messi charlaban tranquilamente, Ter Stegen agarraba la Copa, y Aleix Vidal y Digne se felicitaban por lo ocurrido. Pero sin demasiada sensación de euforia, sin ganas aparentes de perder la cabeza.

Me llevo nueve títulos de 13, creo que no está mal Luis Enrique

Alrededor de todos ellos se movía Luis Enrique, enfundado en un traje gris claro que a pesar de su escasa potencia cromática se hacía ver alrededor de camisetas azulgrana y fluorescentes. Sonreía el asturiano, que acababa de levantar su noveno trofeo en dos temporadas (dos Ligas, una Champions, tres Copas del Rey, una Supercopa de España y otra de Europa y un Mundial de clubes) en la temporada de su adiós, pero quizás por eso encontrar el punto de felicidad en un momento de tanta mezcla anímica parecía impedir ese descorche sentimental.

“Estoy feliz, no tengo ninguna pena. He disfrutado mucho como entrenador del Barcelona, he hecho felices a muchos barcelonistas y he decidido parar porque creo que tanto al equipo como a mí nos va a venir de maravilla”, aseguró el asturiano nada más sentarse en la sala de prensa. Como más allá del título de Copa -el tercero en tres temporadas-, las preguntas se dirigían a su adiós, a Luis Enrique empezó a modulársele la voz. “No tengo nada que decirle al entrenador que venga. Seguro que tiene más experiencia que yo además. Solo que disfrute”, resaltó con seriedad. “¿Qué si volvería a un equipo top? Puede que decida cambiar de deporte. Soy competitivo desde que nací y seguro que se me daría bien”, advirtió en tono de broma. “En estos tres años no he tenido dobleces. He sido igual desde el primer día y tengo agradecerles a los jugadores su profesionalidad y creo que en bastantes momentos he podido ayudarles. Me llevo nueve títulos de 13 posibles, así que creo que no está mal”, aseveró, firme.

“El míster ha hecho un trabajo extraordinario con su equipo. Era una forma de decir adiós como se merecía, ganando un título”, recalcó Robert Fernández, director deportivo del Barcelona. “Creo que Luis Enrique ha llegado al corazón de los barcelonistas y aunque ha sido una temporada de contrastes nos quedamos con un título y tenemos que estar contentos”, se sumó el presidente Josep María Bartomeu. “No ha sido una buena temporada en cuanto a resultados aunque hemos logrado la tercera Copa seguida y hay que darle calor. Las finales suelen costar pero hemos sido efectivos en momentos determinados”, refrendó Iniesta. “La gente mira a los jugadores por las estadísticas y no por el trabajo. Estoy contento por la temporada, aunque podría ser mejor en números. Pero he aprendido mucho con esta gente tan buena al lado”, señaló Alcácer.

Luis Enrique ha llegado al corazón de los barcelonistas y aunque ha sido una temporada de contrastes nos quedamos con un título Josep Maria Bartomeu, presidente del Barça

Frente a esa emoción contenida de los azulgrana, el Alavés, con su entrenador a la cabeza parecía decido a encontrarle el lado positivo a lo que aparentemente no lo tiene. “Tenía mas ansiedad hace diez días que hoy. Les dije a mis jugadores que jugasen el con naturalidad, siendo ellos mismos, y por momentos lo hemos dado y eso es lo que mejor me llevo de estos chicos. Hicimos un recorrido muy lindo y ese viaje que te da el fútbol es precioso. Como equipo, club, jugadores y afición hoy hemos ganado”, recalcó Pellegrini. “Hemos gozado de la Copa. Yo me siento ganador, nuestra gente se siente ganadora. Estoy muy feliz”, añadió el capitán del Alavés Manu García.

El inventario final de la Copa deja un título, dos ganadores, y dos entrenadores que abandonan voluntariamente su puesto de trabajo después de completar dos trayectorias exitosas. Normal que al final los que se lo pasen mejor sean los niños. Ellos se quedan con la fiesta, sea de quien sea.