El Real Madrid cae en la trampa del Darussafaka
Los de Blatt, liderados por Wanamaker y Wilbekin, igualan la eliminatoria tras maniatar al conjunto madridista en otro partido claustrofóbico
El Darussafaka completó la obra que dejó a medias en el primer partido de la eliminatoria e igualó el playoff de cuartos ante el Real Madrid. Ni los arrebatos febriles de Llull ni la solidez de Ayón pudieron esta vez con otro planteamiento endiablado de David Blatt y con un equipo tan correoso como desacomplejado. Obligados de nuevo a jugar a contraestilo, los de Laso fueron incapaces de encontrar el ritmo y las soluciones para escapar del laberinto. Perdieron los blancos su segundo duelo europeo en casa y, de paso, el decisivo factor cancha que se ganaron a pulso como líderes de la liga regular. La Final Four de Estambul pasa ahora por rescatar al menos una victoria en la capital turca la próxima semana.
El acierto de la pareja formada por Wanamaker y Wilbekin dio continuidad al martilleo inicial de Zizic y condenó al Madrid a un atolladero de posesiones agonísticas y tiros forzados que acabaron en derrota. En el bando madridista sobró pasión y precipitación y faltó puntería (9 de 30 en triples) y paciencia.
Sin concederse minutos de tanteo, los dos equipos se lanzaron al intercambio de golpes desde el salto inicial. El Madrid buscando la lucidez; el Darussafaka afilando el vértigo. Ambos leyendo las alternativas para compensar la vigilancia extra sobre sus jugadores franquicia, Wanamaker y Llull. Aprovecharon las rendijas secundarios como Maciulis y Taylor pero, como sucediera el miércoles, los de Blatt afinaron mejor desde el perímetro y eso les dio el mando de salida en el marcador (19-26, m. 13). Sin embargo, el epicentro del combate se trasladó pronto bajo los aros.
Al contrario que en el primer asalto de la serie, en esta ocasión, Zizic sí encontró hueco y, en el segundo cuarto, se agigantó en la pintura madridista. Con seis puntos y tres rebotes en ese tramo, la torre croata cimentó el primer demarraje serio de la noche hasta que Hunter logró minimizar su influencia (25-34, m. 16). Capeó el temporal el Madrid con dos triples afortunados de Carroll y Randolph, pero los tiros libres comenzaron a convertirse en un lastre y Llull volvió a estar bien maniatado. El base menorquín logró su segunda y sufrida canasta en la frontera del descanso, pero el que metió el triple psicológico antes del viaje a la caseta fue Wilbekin (38-44, m. 20). Un presagio. Se repetían las constantes vitales del primer encuentro. Obligado a jugar a contrapié en la tela de araña de Blatt, al Madrid le tocaba de nuevo remar cuesta arriba.
La reacción blanca fue contundente pero se quedó corta. Un parcial de 17-5 en poco más de cuatro minutos, con un dos más uno de Ayón y cuatro triples de Llull, sacudió el partido y dejó grogui al Darussafaka (55-49, m. 24). El genio de Mahón desencadenó su estadística y desató a su equipo que, con otro triple de Thompkins, estiró aun más la renta aprovechando la inercia (58-51). Sin embargo, como entrenados para sobrevivir a la tormenta, resistieron los de Blatt. Apareció Wanamaker y se enderezó la tropa turca (68-72, m. 33). Subieron las revoluciones en la pista y mientras Doncic rompía a llorar en el banquillo para soltar su frustración, el nivel defensivo entre los púgiles alcanzó cotas himalayescas.
Entre bloqueos hormigonados y posesiones angustiosas, el empate a 72 se mantuvo casi tres minutos en el marcador. Llull interrumpió su puntería febril y Wanamaker empinó la recta de meta (74-78 a 2m 30s). Se remangaron Carroll y Ayón, pero no les tembló el pulso ni a Wilbekin ni a Clyburn para agarrar el triunfo.
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