El drama de los penaltis del Atlético reaparece a las puertas de Leicester
El técnico no cree que los ocho fallos en 13 lanzamientos desde los 11 metros sean una cuestión de mala suerte
Durante el descanso del partido con Osasuna, un concurso promocional concedía la oportunidad a algunos aficionados de lanzar penaltis en el Vicente Calderón. Por allí pululaba juguetón Antoine Griezmann. Al francés le brotó esa vena de niño travieso que tanta gracia hace en el vestuario y apareciendo por sorpresa le robó el lanzamiento al concursante y marcó. La grada se tronchó de risa en un lance que después Carrasco y Thomas, con sus fallos en dos minutos, trasladaron al drama que persigue a su equipo desde la final de Milán.
Los penaltis se le atragantan al Atlético y llega el momento del curso en el que pueden valer puntos que afiancen el tercer puesto, el pase a las semifinales o a la final de la Champions e incluso este mismo título tan anhelado por los rojiblancos. El error de Griezmann en la segunda parte de la cita de San Siro y el de Juanfran aún reaparecen en la memoria de jugadores y seguidores del Atlético. El problema reaparece a las puertas de la vista a Leicester donde el 1-0 de la ida es un resultado que puede propiciar una tanda que valga el pase a las semifinales.
Griezmann admitió el martes pasado que había ensayado el lanzamiento de penaltis cuando relataba cómo había engañado al guardameta del Leicester Kasper Schmeichel. Diego Pablo Simeone nunca ha sido partidario de que sus futbolistas practiquen los lanzamientos desde los 11 metros, pero desde hace tiempo se ha visto a algunos jugadores afinándolos. Aunque su técnico defiende su teoría con la lógica de que el contexto de un entrenamiento no tiene nada que ver con el de un partido, algunos de sus futbolistas no creen que esté de más relacionarse más a diario con la sensación de ejecutar los penaltis. Gameiro, tras errar en la Copa ante el Barcelona, decidió entrenarlos al día siguiente. Un par de días después varios compañeros siguieron su ejemplo. Y por lo visto ante Osasuna deberían hacerlo con más frecuencia. “No sé qué pasa con los penaltis, puede ser que no los entrenemos bastante, pero también hay un portero”, concedió Carrasco en los micrófonos de beIN. “No puedo explicar nada, es una acción individual y es muy difícil de explicar”, argumentó Simeone, al que también le preguntaron si era una cuestión de suerte: “No”, zanjó, el técnico.
Los errores de Carrasco y Thomas encumbraron a Sirigu (detuvo dos lanzamientos en dos minutos) y aumentaron esa sensación de psicosis que se apodera de los jugadores del Atlético cada vez que se plantan en los 11 metros. La final de Milán parece que aún les atormenta cuando tienen que ejecutar la suerte.
Por primera vez en la historia de la Liga el Atlético falla seis penaltis consecutivos, con cinco lanzadores diferentes. El bagaje es preocupante. Cinco lanzamientos convertidos de 13 intentos en todas las competiciones es una cifra impropia de un equipo de élite. Gameiro contra el Barcelona, en Copa; Griezmann y Gabi contra el Valencia; el propio delantero francés ante el Leganés; Torres contra el Celta; y Carrasco y Thomas componen esa lista tan grosera de ocho penaltis fallados. Gameiro (Alavés y Leverkusen), Griezmann (Leicester), Torres (Sporting) Saúl (Guijuelo), firman los cinco aciertos.
En la zona mixta, Thomas rebajó la polémica sobre lo que se vivió en su lanzamiento. El Calderón, aunque a Simeone no le gustó, pedía que fuera Cerci mientras alrededor del ghanés se arremolinaban compañeros, incluido el italiano, que le pidieron el lanzamiento. “Yo quería tirarlo, no estaba escuchando nada”, explicó con una sonrisa Thomas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.