Messi no cae en la trampa
El 10, de nuevo mediapunta, encuentra al fin los huecos frente a la jaula rival de adversarios y supera a Alves por dos veces
Mangala fue el héroe al inicio con un tanto de cabeza, luego el villano por un fuerte puntapié a Messi que instaló el susto en el aficionado culer y por un penalti como último defensa y dentro del área sobre Luis Suárez. Leo Messi cogió el balón y Diego Alves se acercó al punto de penalti para tratar de desestabilizarle con la palabra. Pero no lo consiguió porque el 10 estaba de dulce, al fin cómodo como mediapunta en el 3-4-3, el nuevo sistema de Luis Enrique.
Neymar asiste hasta con las manos
Se vio pronto que Neymar tenía un día inspirado y juguetón porque hasta en el calentamiento le lanzó un sombrero a uno de los jardineros que reparaba el césped. Tras la virguería, uno se sorprendió y el otro lanzó una sonrisa de oreja a oreja para devolverle el balón a Messi. Es la tarea del 11, que reparte caramelos sin parar. Y frente al Valencia dio una con las manos. Fue en una pillería, en un saque de banda que sacó rápido para la carrera de Suárez, que definió de primeras a la red. Pero no se frenó el brasileño, que intentó sin éxito marcar su gol 100 como azulgrana, pero que sí logró la asistencia número 23 en 35 duelos con una carrera por el costado y un pase a la llegada de André Gomes.
Se deslizaba desde el club que Messi no estaba cómodo en su nueva demarcación —no funcionó ante el PSG ni frente al Deportivo—, decisión tomada por Luis Enrique y nadie más. Sugerían que no era fácil encontrarle entre tantos rivales, que se quedaba sin espacios ni tiempo para correr u organizar el ataque. Pero ante el Valencia Leo le dio la razón a su entrenador porque supo encontrar su lugar entre las líneas, también saliendo de sitio hacia la derecha porque por la izquierda ya se expresaba un Iniesta con el pie afinado. Por lo que un pase de Leo dejó solo a Neymar ante Diego Alves, que sacó las piernas cuando el Camp Nou cantaba gol; y una asistencia suya provocó un vis a vis de Suárez, perdedor frente a los guantes. Pero había más del 10, que casi acierta con un lanzamiento de falta y que se llevó dos goles al zurrón para reivindicar la candidatura azulgrana en la Liga.
En paz con los penaltis
A Messi se le señalaban los 11 metros como su única debilidad, toda vez que domina el resto de los registros. Pero hace tiempo que el 10 no se enreda desde el punto de cal sino que resuelve los entuertos con seguridad. Frente al Atlético chutó fuerte y a su izquierda, ejecución que repitió ante el PSG. No así contra el Valencia.
Alves le buscó las cosquillas con el verbo, pero el 10 no levantó la cabeza ni siquiera cuando el colegiado advirtió al portero que se colocara en su sitio y se dejara de milongas. Entonces, Leo le pegó raso y centrado, lejos de la estirada del parapenaltis, que sin embargo no le tiene cogida la medida al argentino; le ha marcado cinco de seis chutes. El gol, además, instaló al 10 como el cuarto en aciertos de penas máximas (44) en la Liga tras Cristiano (58), Hugo Sánchez (56) y Koeman (46). Alves, en cualquier caso, le chocó la mano tras el tanto.
No se detuvo Messi, que probó un disparo seco y raso sin éxito, y falló en el golpeo tras una croqueta que deshizo a dos rivales. Pero sí que aprovechó ese pase de Mascherano para driblar con la zurda y chutar con la derecha a la red. El gol valía el triunfo y descomponía al Valencia y, de paso, a Alves, que ya ha encajado 21 dianas de Leo, su víctima favorita por delante de Andrés Fernández, Toño e Iraizoz (12).
Resuelto el choque, Messi forzó la quinta amarilla y no jugará en Granada. No se sabe qué ocurrirá entonces, pero sí que desmontó al Valencia sin caer en la trampa de la jaula en la medular ni en la de Alves con la palabra.
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