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La BBC contra el San Paolo

Pese a las dudas sobre la solidez defensiva del esquema, Zidane confía en Benzema, Bale y Cristiano para desactivar la presión ambiental de Nápoles

GORKA PÉREZ
Cristiano cabecea un balón, durante el entrenamiento del Madrid en Nápoles.
Cristiano cabecea un balón, durante el entrenamiento del Madrid en Nápoles.Ciro Fusco (AP)

Contemplar Nápoles al sol es un privilegio limitado durante esta semana. Las nubes cubren cualquier resquicio del cielo y convierten el paisaje en una estampa plomiza, gris. Sin embargo, el color, el azul celeste de la camiseta del Nápoles, el naranja del fuego de las bengalas y el verde del césped de San Paolo estará ahí esta noche para romper con el temporal. Y será tan evidente como los cánticos de los más de 60.000 aficionados que llenarán el estadio napolitano para recibir a un Real Madrid (20.45, Antena 3) que, aunque con el trabajo encarrilado (3-1 en la ida), se enfrenta a una bola de partido en territorio hostil. Con la Liga amenazada tras los últimos pinchazos, la Liga de Campeones es el trofeo que mejor flota en momentos de zozobra.

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Ni el mayor de los aguaceros parece capaz de disipar ese fuego interno que se les escapa por los poros a los aficionados italianos. No hay taxista, camarero o recepcionista de hotel que no crea en la victoria. “Mañana me lo reconocerás”, aseguran todos. “A mí me gustan estos partidos. Me motiva, porque esto te demuestra que son partidos grandes. Yo sé cómo es San Paolo, he pasado por aquí como futbolista, y estoy seguro de que será un gran partido. El público empuja mucho y eso es bonito”, reaccionó Zidane ayer.

Sin embargo, ni el condicionante externo parece capaz de alterar sus planes. El diseño de juego que emplea cotidianamente el técnico del Madrid responde al resultado de una combinación de factores que coloca al fútbol en un escenario poco ponderable. El 4-3-3 con el que alineará a su equipo esta noche ante el Nápoles tiene más que ver con la ubicación de figuras imprescindibles a ojos de quien pretende transmitir una estampa intimidatoria, que a la determinación de un antídoto ante una eventual reacción inesperada. La decisión de reservar a Cristiano ante el Eibar sirvió para transformar el dibujo —pasó a ser un 4-4-2—, y comprobar que el centro del campo quedó más reforzado, aunque no bastara para deshacer la estructura establecida. El de Ipurua fue el séptimo encuentro en que Zidane cambió su plan, y el cuarto en que logró la victoria (dos empates y una derrota completan los experimentos).

“Lamentablemente lo entiendo, pero yo no pienso así”, aseguró ayer el entrenador del Madrid. Ya por el pasado mes de septiembre aseguró que si los tres miembros del ataque estaban bien jugarían siempre, de ahí que la idea sea colocarlos también hoy. “Nosotros vamos a salir a ganar, como hacemos siempre, y después ya se verá. Está claro que la intensidad será importante pero también vamos a necesitar jugar bien al fútbol”, advirtió el francés.

Poco después de enviar semejante mensaje, una tromba de agua cayó sobre Nápoles. Sin llegar a confirmar su once, las palabras que no dice se le escapan al francés en las muecas que no puede evitar. Sin embargo, algunos de los peores registros de su equipo esta temporada, aunque le pesen, se han dado con su triplete sobre el campo. Ante el Borussia Dortmund al Madrid le dispararon en 20 ocasiones, la cifra más elevada hasta el momento, y 10 de ellas fueron a portería. Frente al Atlético en el Calderón tuvo su segunda peor marca: 16. Aunque en aquella ocasión, Bale, Benzema y Cristiano no estuvieron mucho tiempo juntos sobre el campo (el francés ingresó en el minuto 78). Ante los alemanes también fue el encuentro en el que los de Zidane marcaron su peor registro en posesión de balón, el 40,7%.

Encontrar el equilibrio

Frente a Las Palmas, y con la BBC sobre el campo, los blancos realizaron más faltas que nunca, 19. El carácter contragolpeador del Nápoles, unido a su faceta algo más contenida en la creación, bien podrían explotar esas carencias defensivas que provoca que ninguno de los dos atacantes de banda —Cristiano y Bale— replieguen su posición. Pero esa ausencia defensiva también es la mejor arma a la que agarrarse si el partido se convierte en un correcalles. El poder físico del galés y la voracidad goleadora del portugués son argumento suficientes para contemporizar las subidas de cualquier equipo por muy apasionado que sea. Encontrar ese equilibrio sigue siendo el mayor desafío.

“No cambia nada que haya tres, dos o uno solo arriba. Al menos en lo que tiene que ver con la mentalidad no nos debe influir”, refutó el francés. “Aunque en la ida nos marcaran al comienzo hicimos un gran arranque de partido”, recordó. Hoy la BBC reta a San Paolo. Desde que Bale completara el tridente en 2013, con esa pizarra el Madrid ha ganado dos Ligas de Campeones.

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Sobre la firma

GORKA PÉREZ
Es redactor de la sección de Economía y está especializado en temas laborales. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Antes trabajó en Cadena Ser. Es licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco y Máster en Información Económica de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

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