El desgaste condiciona el futuro de Luis Enrique
El técnico se da un margen de tiempo para decidir si renueva su contrato con el Barça, que acaba en junio, o descansa
Aunque ya ha renovado a Neymar y a Luis Suárez hasta 2021 y espera prorrogar muy pronto los acuerdos con Rakitic y Ter Stegen, que acaban en 2019, hay tres contratos que ocupan especialmente al Barcelona: los de Messi e Iniesta, la figura y el capitán del equipo cuya vinculación con el club azulgrana expira en 2018, y el del entrenador Luis Enrique, que todavía no ha decidido si continuará a partir del próximo 30 de junio.
Al técnico no le gusta que los periodistas le pregunten por su futuro después que al inicio de temporada diera a entender que el asunto no se trataría hasta marzo, abril o mayo de 2017. También tiene en ascuas a la directiva, y nadie le aprieta, ni siquiera el presidente Josep Maria Bartomeu, que se encomienda al secretario técnico, Robert Fernández, al que considera prioritario en el proyecto del Barça.
Luis Enrique tiene en ascuas a la directiva, y nadie le aprieta, ni siquiera Bartomeu
Bartomeu no debe olvidar que antes de presentarse a las elecciones de 2015, Luis Enrique renovó por dos años, uno más de lo que se preveía, detalle que se interpretó como un regalo del técnico al entonces candidato. Así que ahora no está en condiciones de exigirle prisa y prefiere dar la sensación de serenidad cuando se remite a Robert Fernández. El problema de fondo es que Luis Enrique no ha tomado todavía una decisión, o eso parece.
El asturiano está pendiente de la respuesta del equipo a las exigencias de la temporada, de la motivación de los jugadores y su relación con el cuerpo técnico y también de sus fuerzas, incógnitas que no despejará antes de marzo. Su continuidad en el Camp Nou no depende del dinero que le pueda ofrecer el Barça ni de las ofertas que puede recibir de otros clubes. No mercadeará ni especulará sino que atenderá a sus sensaciones.
La situación de Luis Enrique evoca la ya vivida anteriormente con Pep Guardiola
Una situación que de alguna manera evoca la ya vivida anteriormente con Pep Guardiola. A partir de la tercera temporada, el desgaste de cualquier entrenador en un equipo de primer orden, como es el caso del Barça, acostumbra a pasar factura, como se advierte también en el caso de Simeone en el Atlético. Luis Enrique no se quiere precipitar mientras Robert confía en convencerle de que continúe sin que el asturiano sienta que le concede un año de gracia al club.
Nadie ha sido más explícito, en cualquier caso, que el propio Luis Enrique en una entrevista concedida a Barça TV. “[El trabajo] te tiene que apasionar, pero también hay que tener en cuenta el desgaste que supone. Lo malo es que eres el entrenador del Barça las 24 horas del día. A pesar de que la situación es positiva y vamos bien (…) No hay descanso. No logras descansar. No puedes apagar el botón de off.” Y cuando se le requiere si se imagina muchos años más en el banquillo del Camp Nou, responde “Pues no lo sé. No tengo ninguna duda de que estoy en el mejor equipo, en el mejor club, con los mejores jugadores, en mi casa, con mi familia aquí y ganando cosas y disfrutando muchísimo, pero también hay una parte de esta profesión que es dura, que me cuesta, que tiene su cosa negativa y que tengo que valorar de cara a las próximas temporadas. Tengo tiempo y el club se mantiene al lado mío (…)”. Y remacha: “Soy consciente de que si no es aquí no será en ningún otro lado, con lo cual, a ver, veremos”
O sea que la alternativa es: renovar o darse un año sabático. Ni siquiera los títulos, y Luis Enrique ha conseguido nueve sobre 11 (Guardiola logró 14 sobre 19), serían garantía de continuidad. Queda por ver también si, mientras tanto, renuevan Iniesta y Messi y cuál es la opinión del argentino sobre el técnico, que se desvive en elogios hacia el 10.
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