Bayern y Atlético buscan soluciones
Ambos equipos se miden en un partido válido para medir sus intentos de reinvención
Siete meses después de protagonizar una semifinal de Copa de Europa intensa y trepidante, Bayern de Múnich y Atlético de Madrid se miden en el Allianz Arena con la sensación de que ni uno ni otro acaban de concretar un juego redondo que les haga reconocibles. En abril, en aquella intensa confrontación que desembocaba en la final de Milán para el ganador, los dos equipos no solo tenían claro a qué querían jugar, también eran contundentes en la ejecución de los planes de sus entrenadores.
A punto de concluir el primer tercio del curso, ni Carlo Ancelotti ni Diego Pablo Simeone han logrado un ajuste de equipos y juego que ofrezca regularidad. A Simeone, de momento, se le ha caído su discurso de la reinvención. Al menos en lo que tiene que ver con la pizarra. En tres meses ha tomado dos grandes decisiones tácticas muy ligadas a los resultados y a la presión interior y exterior. Con los empates ante el Alavés y el Leganés, en el ambiente estaba la necesidad de darle una vuelta al equipo ante la nómina de jugadores para intentar darle un vuelco al juego. Lo hizo con la posición más centrada de Koke, lo que le permitía liberar una banda para dar entrada a Carrasco, que andaba con el morro torcido por sus suplencias iniciales. Con Koke en el medio, el Atlético fue más vistoso y dejó grandes partidos contra Celta (0-3), Bayern (1-0), Málaga (4-2), Rostov (0-1), resistió en el Camp Nou (1-1), y goleó al Sporting (5-0) y al Granada (7-0). Las derrotas en Anoeta y Sevilla generaron un caldo de cultivo entre los pesos pesados del vestuario, encabezados por Godín y Gabi, que abogaban por volver a la fórmula de los éxitos. Ninguno de los dos parecía sentirse cómodo con una propuesta que les brindaba menos protección y les exponía más a los contragolpes de los contrarios.
El prestigio y el futuro rojiblanco en Múnich
“Hay veces que el orgullo cuenta mucho más que los puntos y mañana (por hoy) puede ser uno de esos dias”, advierte Simeone ante la falta de objetivos deportivos a cumplir en el partido. El Atlético tiene asegurada la primera plaza del grupo y el Bayern el segundo puesto. Sin embargo, Simeone apunta a la necesidad de respetar el partido porque una derrota abultada puede ahondar más el bache de estabilidad que atraviesa su equipo. “El Bayern es un equipo complicadísimo. Ahora proponen algo distinto a lo que proponía Guardiola. No considero que haya tenido una crisis. Ancelotti llega nuevo al club y va a pelear por lo que quiere su club, la Champions”, dijo el técnico sobre el Bayern.
Por otra parte, el Atlético celebrará en Múnich la reunión de su Consejo de Administración. Las cuentas del club y el anuncio, probablemente a finales de esta semana, del nombre del nuevo estadio estarán encima de la mesa. El grupo Wanda es el favorito.
Derrota generalizada
La dura derrota en el derbi acabó con el experimento de Koke en el medio. Ante las proclamas internas y externas de que había que regresar a los conceptos más puros, al genuino cholismo, Simeone cambió reinvención por regresión para devolver a Koke a la banda y meter a Tiago junto a Gabi. Ese retorno ha sido una derrota tanto para Simeone como para el equipo, que defensivamente no ha sabido interpretar ese paso adelante. Los fallos individuales en muchos de los goles encajados y las contras recibidas dejan en el aire si ha llegado ese momento tan complejo para los entrenadores: la decisión de empezar a sentar a jugadores que les han dado todo y con los que han alcanzado el éxito.
También sucede que el Atlético no ha sido un equipo fiable en defensa en el último mes. Ni siquiera con el molde clásico, como destapó el Espanyol, ante el que también asomaron viejas deficiencias en el juego ofensivo. Ofensivamente, más allá de las individualidades de Carrasco, los últimos partidos han mostrado la versión más inane de Griezmann y Gameiro. Saúl anda en medio de la indefinición que le genera jugar en la banda y aún se espera al mejor Gaitán.
Si el Atlético transita a la búsqueda de esa estabilidad, el Bayern recorre un camino similar. Liberado del exigente y sofisticado juego que practicaba con Guardiola, en Múnich hablan de un nuevo comienzo marcado por la figura de Carlo Ancelotti y el regreso a la presidencia del club de Uli Höness tras cumplir condena en prisión por un delito fiscal. En la capital de Baviera proclamaron el fin de la era Giuardola-Rumenigge, director general del Bayern, cuando Ancelotti decidió renunciar al 4-3-3 para jugar un 4-2-3-1 y Höness recuperó la presidencia como contrapeso al vehemente director general. Hay una corriente interna en el club y en gran parte de la hinchada para que el Bayern se olvide de la agresiva expansión y globalización que ejecutó en los tres últimos años. La intención es la de ser un club más humanizado, capaz de firmar alianzas estratégicas internas con el Borussia Dortmund, antes impensables, y que Ancelotti siga descomprimiendo con su calma y su flema a un plantel muy exigido por Guardiola.
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