El minuto 93 sonríe al Atlético frente al Rostov
Un gol de Griezmann en ese instante tan señalado en la historia rojiblanca da la victoria a su equipo
Con menos corriente de lo habitual en su juego, pero con la misma creencia entusiasta de siempre, el Atlético cazó una victoria en el último suspiro. Tan castigado en esos tramos finales en esta competición, el toque final y agónico de Griezmann certificó la victoria y la clasificación del Atlético para octavos. Con Godín ejerciendo de delantero centro, otro recurso cruyffista que asoma a menudo en esta nueva versión de juego, Griezmann marcó en ese minuto 93 de infausto recuerdo para el club y su hinchada. Volcado en campo contrario, aunque espeso de juego, el delantero francés encontró esa luz que deja a su equipo con 12 puntos, líder de grupo y clasificado con dos jornadas de sobra. De todos los grupos que ha enfrentado en estos cuatro años en la Champions, este parecía el más complejo. Sin embargo, ahora solo le queda pendiente su batalla por el primer puesto con el Bayern.
Al Atlético le faltó voltaje de salida. Fue menos fiero en la presión que de costumbre y también menos punzante por los costados, donde por la derecha se examinaba el croata Vrsaljko. Simeone le concedió su debut en la Champions para oxigenar a Juanfran y para que vaya mostrando hasta dónde puede llegar. Entre las alteraciones del molde también se incluyó la posición de Saúl, centrado para llevar a Koke a escorarse a la derecha.
Sin mucha velocidad en las circulaciones y con cierto abuso del juego por dentro, tanto por bajo como por arriba, el partido se movía entre detalles espaciados de Griezmann. Uno de ellos, un caño a Granat hilvanado a un pase a Carrasco que este desperdició a la carrera con el meta ruso Dzhanaev ya vencido. Poco antes el propio Carrasco también había enviado al limbo otro remate franco tras una peinada de Torres. En esta secuencia pareció encontrar un agujero el equipo de Simeone, que se empecinó durante algunos minutos en esa vía. El resultado fue poco volumen de juego y de ocasiones.
El Rostov, bien armado con su terna de centrales, Granat, Navas, Mevlja, reforzados por delante con el blindaje de Noboa, Erokhin y Gatskan, vivía muy cómodo. El ritmo le convenía y arriba mantenía amenazantes a Poloz y Azmoun. Solo el mal despeje de cabeza de Azmoun en un centro frontal de Savic rompió la solidez defensiva rusa. El mal cabezazo del iraní, lo rebañó Griezmann con una cuchara ratonil de cazagoles. Abierta la lata cerca de la media hora, hizo otra concesión que no acostumbra. Ya le sucedió ante el Málaga en los dos goles que recibió y ante el Sevilla en el Pizjuán. Esta vez fue un gol a la contra al minuto de haber marcado, con Filipe Luis que vio muy de lejos como la jugada prosperaba por su zona defensiva y con Godín llegando tarde para remendarle. Azmoun se desquitó de su reciente regalo superando a Oblak con un disparo raso y cruzado.
Esta cadena de despistes tan inusuales en un equipo tan sólido está por diagnosticar. Ha y que ver si responde a un exceso de confianza y de falta de concentración o a una mala interpretación de cómo deben sus defensas mantener la guardia alta ante esta versión más atacante que luce ahora el equipo.
Con el empate, el Rostov se reforzó en su planteamiento. Le dejó todo el peso del partido al Atlético en la hora de juego que restaba. Le envidó a que tratara de buscar un resquicio por el que traspasar ese doble muro. Le costó horrores. Ni la entrada de Gameiro por Saúl, ni la de Correa por Carrasco aumentaron la producción de ocasiones claras. No encontraba una rendija para derribar ese doble muro ruso. Hasta que Godín forzó un mal despeje del defensa y Griezmann rebuscó en el área. De nuevo, el francés mutó a rapiñador de área para levantar la pelota por encima de Dzhanaev. El tanto pone en relevancia su condición de aspirante al Balón de Oro. Lo mismo desequilibra jugando que rematando como hizo anoche. Y de paso, hizo que el minuto 93 sonriera esta vez a su equipo.
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