El rodillo de la España de Lopetegui
La entrada de Nolito ante Liechtenstein propicia la mayor goleada de la selección (8-0) a un equipo europeo en este siglo. La acumulación de extremos y mediapuntas desata al equipo ante la portería rival
La vida del futbolista que alcanza la cumbre es fugaz. Este martes de madrugada un avión privado esperaba a David Silva y a Manuel Agudo, Nolito, en algún aeropuerto de España para trasladarlos a Manchester, en donde tenían previsto entrenar por la mañana para preparar el derby que más expectación ha creado en la Premier. Ambos jugadores del City salieron apresurados del Reino de León después de protagonizar ante Liechtenstein la mayor goleada de España en el presente siglo (8-0) ante un rival europeo (solo superada por el 10-0 a Haití en la Confederaciones de 2013). Primero, Silva, que antes de desaparecer por el corredor del estadio hizo un gesto cariñoso a su amigo de Sanlúcar. Luego Nolito, que ataviado con una camiseta estampada con una gran virgen Inmaculada en una hornacina de flores, le gritó feliz de poder unirse al vértigo: “No huyas! ¡Rata!”.
Nolito cumplirá 30 años en octubre. El extremo es uno de esos genios a quienes la fortuna ha bendecido tarde. Sabe perfectamente lo que vale cada minuto de gloria, porque sabe que el tiempo se agota. Entró al partido en el descanso, cuando España ganaba 1-0. Su incorporación desencadenó el rodillo.
“Hace mucha calor, pero en España se está bien”, dijo, mostrando los dientes, cuando le preguntaron qué tal lo había pasado. “Siempre digo que quedarse en el banquillo jode, pero hay que pensar en los que no han jugado ni un minuto. Yo estoy a disposición del míster y estoy contento de haber podido jugar toda la segunda mitad”.
“Intento jugar como yo siempre juego”, aclaró, por si había dudas. “Yo siempre soy yo; juegue con quien juegue. Me siento yo. Juego como sé, como lo siento. Con cualquier entrenador. Con Guardiola o con Julen”.
Julen Lopetegui aprovechó el cambio en el descanso para poner en práctica su plan más ambicioso. Primero, porque ensanchó el campo colocando a Nolito como extremo izquierda mientras Vitolo estiraba a la zaga rival hasta la raya derecha. Después, porque restó un defensa, formó una zaga con Piqué en el medio, Ramos y Alba en los costados; y ocupó el puesto de Thiago con Sergi Roberto, desplazado del lateral derecho al medio. El esquema de 4-3-3 trocó en 3-3-3-1. Vitolo, Costa, Silva, Koke y Nolito pisaron el área y los goles comenzaron a caer en la red de Liechtenstein. El 2-0 se produjo tras un pase de Nolito a Roberto en un tic-tac demoledor. Daría otros dos pases de gol: a Silva y a Morata.
“En el descanso Julen me pidió lo que me piden todos los entrenadores: ¡que juegue como yo sé!”, insistió Nolito, a punto de soltar una carcajada. Como recordando a su público que él no necesita consignas. Que él siempre hace lo mismo. Lo que él sabe. Desbordar. Desbordar encarando, pasando o tirando. El entrenador que le pone, ya sabe lo que hay. Una mina.
“El segundo gol ha podido hacer caer a los de Liechtenstein en el desánimo”, dijo Lopetegui. “El cambio táctico es algo que hemos trabajado estos días. Teníamos la capacidad de jugar de varias maneras. Ellos habían corrido mucho y era un buen momento para meter a los dos extremos y más gente por dentro. Sergi nos da riqueza táctica. Su cambio del lateral al interior nos ha permitido jugar de esa manera y ha habido connotaciones ofensivas diferentes”.
Hasta Thiago, el sustituido, admitió con satisfacción resignada que su sacrificio estuvo justificado. “El cambio fue un acierto”, dijo. “Pero normalmente los rivales cuando se cierran tan atrás acaban cansándose de correr detrás del balón. En la segunda parte se abren más”.
“Hemos encontrado buenas sensaciones”, celebró Thiago; “somos un grupo joven, un grupo renovado en relación a la Eurocopa, y si tenemos que hacer un balance, esta primera concentración con Lopetegui ha sido fantástica, tanto en los entrenos como en la convivencia”.
René Pauritsch, el seleccionador de Liechtenstein, dijo que su equipo había mostrado dos caras. Como Jano. Y que la desgraciada modificación se activó con la incursión en la cancha de un diablo de piel cetrina y barba negra. “La entrada de Nolito nos cambió todos los esquemas”, lamentó el estratega. “Ya no pudimos controlar el partido”.
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