Anna Cruz: “La canasta la metimos todas”
Su canasta en el último segundo frente a Turquía metió a la selección femenina por primera vez en la historia en las semifinales, espera Serbia (hoy, 20.00)
Anna Cruz (Badalona, 29 años) es la deportista del día de la delegación española en la Villa Olímpica. Su canasta en el último segundo frente a Turquía metió a la selección femenina por primera vez en la historia en las semifinales de unos Juegos. A falta de lo que suceda en ese duelo por alcanzar la final, ante Serbia (hoy, a las 20.00, hora española), es la culminación a tres años sin tregua: el anillo de la WNBA con Minnesota Lynx en octubre de 2015, el bronce en el Europeo de 2015, el Preolímpico, el Preeuropeo para 2017... Todo ello mientras la escolta (174 cm) ha fichado por el Dynamo Kursk y medita la posibilidad de jugar de nuevo el final de temporada de la WNBA con Minnesota, a partir de septiembre.
Pregunta. ¿Cómo asimila ser la autora de una canasta tan trascendental?
Respuesta. Aún no me lo creo. Nunca había metido una canasta sobre la bocina. Es muy grande. No tenía otra opción que correr y tirar. Pero esa canasta no la metí yo, la metimos todas. La fuerza de nuestro equipo es que estamos muy unidas, somos luchadoras y ambiciosas al máximo.
P. ¿Se siente abrumada por la repercusión?
R. Sigo en una nube. No doy abasto de tantos mensajes como me han llegado. Cuando acabó el partido tenía ganas de llorar, pero no podía. Hasta que leí lo que escribió Amaya [Valdemoro]. Lo hablé por teléfono con mis padres y se nos escaparon las lágrimas. Ella sabe lo que me ha dado y lo que me ha quitado el baloncesto.
P. Ahora, otra vez contra Serbia, a la que ya ganaron en la fase de grupos.
R. Es un rival temible. Son las campeonas de Europa y ganarles dos veces en un mismo torneo es muy difícil. Pero ya que estamos aquí vamos a luchar como unas jabatas. Ganar una medalla en unos Juegos es un sueño.
P. Lleva tres años maratonianos, ¿cómo está físicamente?
R. Pude recuperarme un poco después de mis primeras vacaciones en tres años. El último año, además, me lesioné en Rusia. Lo vas arrastrando; te das cuenta de que, si no paras, no acabas de jugar bien. No me gusta competir a medias. Si no estoy al 100% prefiero ser honesta. Sufrí una fractura de estrés en el quinto metatarsiano del pie. Lo cogimos a tiempo y al final, en un mes, estuve lista.
P. ¿No le estresó tanto tiempo sin descansar?
R. Me encanta jugar al baloncesto, pero llega un momento en el que, sin una mínima pausa, cansa y satura. Necesitaba echarlo de menos un poco. Decirme a mí misma: ‘Me vienen ganas de entrenarme, de ir a perfeccionar detalles del juego’, pero estos dos o tres últimos años no ha sido posible.
P. ¿Cómo ha sido su experiencia en Rusia?
R. La última temporada acabamos segundas en la Liga y en la Euroliga, que está muy bien. El balance es positivo. Cuando todo sale bien, quieres repetir. Ahora me voy al Dynamo Kursk, con Lucas Mondelo. Será mi cuarto año allí. Ya soy como una rusa más.
P. Son sus primeros Juegos. ¿Qué pasó en 2008?
R. Fui a la concentración, pero fui el último descarte. Me supo mal. Luchas hasta el final, siempre crees que tienes una mínima esperanza de entrar. Fue traumático para mí, como para todo el que es descartado. Tenía 21 años. Reconozco que aquellos Juegos no los miré demasiado. Me hacía daño, pensaba: ‘Yo podía estar allí, y no estoy’.
P. En 2011, fallaron en el Europeo y perdieron la clasificación para los Juegos de Londres ¿Cómo les afectó aquella decepción?
R. Fue un batacazo. Estamos acostumbradas a competir siempre por lo máximo. Petamos contra Croacia. Fue muy duro, como tocar fondo. No estábamos acostumbradas a perder. No sabíamos cómo reaccionar. Pero desde entonces fuimos hacia arriba. Cada año hemos dado un paso adelante. Fue como un toque de humildad. Desde aquel campeonato, ya no nos confiamos contra nadie. Tenía una cuenta pendiente con los Juegos. Es lo único que me faltaba por jugar, y ya tengo 29 años. No sé si volveré a vivir otros, aunque Laia [Palau] tiene 36 y aquí está. Es un buen ejemplo. Ojalá yo pueda llegar a Japón.
P. ¿Cómo se planteó el reto de triunfar en la WNBA?
R. Había hablado con mi representante de esa posibilidad. Fui a un training camp y tuve la suerte de quedar entre las 12 elegidas. Son unos entrenamientos muy duros. Los errores allí se ven más que nunca. Se lleva entrenar con los chicos universitarios, y no van de pachanga, te aprietan. Gané el anillo, pero nunca pensé en triunfar. Lo único que he hecho es entrenar toda mi vida y las cosas han ido sucediendo. Ahora quieren que vuelva para el final de la temporada. Vamos a ver.
P. ¿Qué ídolos tuvo de joven?
R. Tenía la carpeta forrada de jugadores de la NBA con fotos de Iverson, de Jordan, también admiro a Calderón, a Laia… Pero mis ídolos auténticos son mis padres. Me lo han enseñado todo… Vivíamos muy cerca del pabellón del Joventut y mi padre era seguidor del equipo. Yo empecé a jugar cuando tenía seis años, siguiendo un poco los pasos de mi hermano, en los Maristas.
P. Juega de escolta, pero puede hacerlo también de base, como en los últimos minutos ante Turquía.
R. Toda mi vida he jugado de dos. Antes de irme a Rusia ya había jugado de base por necesidades del equipo. A Lucas Mondelo ya lo conocía de cuando me entrenaba en el Olesa. Me puso como base la segunda mitad de la temporada. Yo le dije: ‘Tú eres el entrenador. A mí, me da igual jugar de lo que me echen’. Luego, en Rusia empecé a jugar de uno. Jugar en dos posiciones te hace crecer, aprender a leer el juego y a tomar mejores decisiones. Lo que más me marcó, de todas formas, fue irme a jugar fuera, en Rusia, en la WNBA, eso me hizo progresar. En el Rivas estaba muy a gusto, pero no es bueno acomodarse. Tenía que dar un paso más y lo di.
P. Ya anotó una canasta decisiva contra Montenegro que dio a España el pase a las semifinales del Europeo de 2015 y una plaza para el Preolímpico. ¿Cómo lo recuerda?
R. Aquel dos más uno me lo recuerdan más de lo que lo recuerdo yo misma. Fue muy grande. La jugada estaba hecha así y me vi con fuerzas para irme para adentro. A veces hay que ser valiente. Me gusta ser ese tipo de jugadora que, cuando queda poco tiempo, y se la tiene que jugar, se la juega. Me gusta tomar esa última decisión.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.