El talento de Monsieur Houllier
El principal ideólogo de la escuela contemporánea de entrenadores de Francia encontró la fórmula para no dejar de tener razón
Algo había que hacer. Francia llevaba cinco años sin participar en ninguna gran competición. La selección campeona de Europa 1984, semi-finalista del mundial 1982 y 1986, no había llegado a clasificarse ni para la Eurocopa del 1988 (la de Van Basten) ni para el mundial 1990 (el de La Cicciolina). Ante tal trauma, un profesor de inglés que había sido entrenador (campeón con el PSG en el 1986) se subió al estrado de la Dirección Técnica Nacional y a partir del 1991 nos dio nuestro primer curso de "modernización del fútbol francés". Para recuperar la grandeza de nuestra selección, había que cambiar nuestra forma de jugar y de disfrutar del fútbol.
El teorema de Houllier Para ganar de nuevo bastaba con hacerse con la fórmula. Houllier acababa de descubrirla viendo cintas de partidos del Mundial 90. Es sencillo, para Gerard Houllier, la verdad del éxito reside en hacer números: "El 84% de los goles se anotan tras fases preparatorias de menos de cuatro pases”; “se han totalizado 1.268 tiros, y el 63 % de los tiros han estado precedidos de tres pases”; “se ha marcado un gol cada 11 tiros”. Resulta que en Francia siempre le hemos tenido mucho respeto a las matemáticas. Tanto que en ningún momento nos pareció sospechoso que la verdad futbolística se pudiera manifestar a través de un profesor de inglés y en formas de teoremas y proposiciones. En vez de dudar ante tal aberración deportiva, cumplimos a rajatabla con las indicaciones del maestro: nunca más de cinco pases y nunca menos de once tiros por partido. Última recomendación literal del manual de Houllier: “Cualidades atléticas: medir más de 1’80m (= dominio aéreo)”.
¡Vamos Francia! El propio Antoine Griezman (1’76m) contó como por este mismo motivo tuvo que emigrar de su país natal. El Olympique Lyonnais y el FC Metz, cumpliendo con las normativas editadas por Houllier, lo habían rechazado "por bajito". A sus 13 años, probó suerte en la Real Sociedad. El club txurri-urdin lo fichó enseguida. No es de extrañar que a la hora de celebrar sus goles (de cabeza) con Francia, Griezman lo haga todavía en castellano. "¡Vamos!", grita el pequeñín.
68 años sin equivocarse "En realidad, si el fútbol español triunfó en los últimos años", nos aleccionó esta semana el aún no-jubilado Houllier, "es porque se inspiraron de la formación francesa", (entender: la suya). "Y también los belgas", añade orgulloso. Pero esta vez sí le respondimos: "Pero profe, ¿cómo es posible que a los únicos a quienes no les beneficia el modelo francés, como usted dice, somos a nosotros mismos, los franceses?". "Por un problema de concepción de juego", contestó el oportuno maestro. "Nos han enseñado demasiado a defender, poco a atacar". El mayor divulgador de dicha forma de jugar durante 20 años se pronuncia como si él no hubiera tenido nada que ver. Por cierto, ahora que se ha pasado al bando ofensivo, ya no le cae tan bien Islandia: "Para ellos es como si la Eurocopa ya hubiera terminado", dijo. Otro secreto del milagro islandés: ni caso al talento de Mr Houllier.
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