Muguruza: “Sin humildad no llegaré a ningún sitio”
Garbiñe (Caracas, 22 años) es coqueta, de movimientos muy estilosos, atlética y alta como un chopo. También la segunda española que triunfa en París y una tenista llamada a marcar una época
Garbiñe Muguruza (Caracas, 22 años) irrumpe resplandeciente en el vestíbulo del hotel donde se aloja en París, en la Porte de Saint-Cloude, a 10 minutos en coche de Roland Garros, territorio ahora bajo su reinado. No son ni las nueve de la mañana y luce una estética muy casual, con deportivas y una sudadera naranja de la marca que le patrocina. El día anterior hizo historia, lo celebró con paté y carne en un restaurante con vistas a la Torre Eiffel, en Trockadero, y se le ve inmensamente relajada, sentada en un sofá y con los pies encima de una butaca de terciopelo mientras transcurre la conversación. Es coqueta, de movimientos muy estilosos, atlética y alta como un chopo. Y se dice que puede marcar una nueva época en el tenis.
Pregunta. Buenos días, ¿se hizo muy larga la noche?
Respuesta. La verdad es que ha sido difícil poder dormir, pero he descansado, aunque descansaré mucho más estos días, porque es necesario. Estoy muy agotada después de estas dos semanas tan intensas y más después de la final. Pero bien, me recuperaré pronto.
P. ¿Cómo se celebra un primer título del Gran Slam?
R. Fuimos a un restaurante muy bonito [el Café de l’Homme, frecuentado por Rafael Nadal], que tiene de fondo la torre Eiffel, en un sitio espectacular. Lo quería celebrar con todo el equipo y mi familia, aunque tuvimos que hacerlo muy rápido porque se hizo muy tarde y yo estaba cansadísima.
P. Se le ve feliz, plena, pero como si la obra parisina estuviera aún inacabada.
R. No estoy contenida, no sé, quizá aparento estarlo. No estoy saltando de la emoción, pero ha sido increíble. En el fondo estoy súper contenta, pero estoy tan cansada que ahora mismo cuesta asimilarlo todo un poco. Eso sí, en un par de días, cuando realmente me ponga a pensarlo, me dará realmente el shock.
P. ¿Shock? Pero si usted es un ciclón. ¿Acaso teme a algo Garbiñe Muguruza?
R. No, tenísticamente nunca he tenido miedo a nada. Me gusta mucho este tipo de escenarios como París, creo que me crezco en ellos porque me motivan, y más si juegas contra la mejor jugadora.
P. ¿Y personalmente, hay algo que le eche hacia atrás?
R. No, así de primeras no, pero lo que no me gusta nada es arrepentirme nunca de algo que no haya hecho, de algo que no haya podido hacer y haya perdido la oportunidad por una razón u otra. Eso me da mucha rabia, me molesta.
P. Ya es un boom en el tenis y ahora referencia en el deporte español. ¿Es consciente de la que se le viene encima?
R. Sí, sigo estando preparada. El año pasado aprendí muchísimo después de lo de Wimbledon, porque fue un poco como: ¡Guau! Quizá me estoy tomando todo de otra manera, con más tranquilidad y aceptando que realmente es posible, que en realidad soy buena para conseguirlo, que valgo para esto. No es bueno pensar que esto ha sido una sorpresa, que no me lo crea.
Ahora me abro y escucho más. No es bueno estar siempre en mi mundo”
P. Todos decían desde hace años que iba para estrella.
R. Hombre, llevo desde los tres años con una raqueta, así que algo de tenis sé… . Soy ambiciosa, tengo muchas aspiraciones y quiero siempre ganar. Me gusta sentirme la mejor jugadora del mundo en la pista y eso me ayuda a que en los momentos importantes no se me encoja el brazo.
P. De Wimbledon aquí, de un año a otro, ¿cuánto ha madurado?
R. Mucho. En poquísimo tiempo he aprendido muchas cosas, de aquí a aquí [extiende los dos brazos, larguísimos], de allá a allá… Todavía estoy asimilando muchas cosas. Este Roland Garros lo he planteado de una forma muy distinta al anterior y cada año voy aprendiendo, acumulando experiencia. El año que viene, cuando vuelva a París, sabré mejor cómo gestionar todo esto y digerirlo. Cada tontería que me va pasando, por pequeñita que sea, me ayuda mucho.
P. ¿Ha aprendido a escuchar más?
R. Sí, en ese sentido he cambiado mucho. A veces, el hecho de ser muy competitiva te hace ser un poco egoísta, te quita un poco de humildad. No siempre es bueno ese: quiero conseguirlo y ser la mejor. Tienes que abrirte a la gente y reconocer cuando el otro tiene la razón. Sin eso no voy a llegar a ningún sitio, así que en ese sentido estoy mucho más receptiva. Ahora intento no estar tan encerrada en mi mundo, abrirme un poco y dejar que los demás me puedan ayudar más. No estar en plan: dejarme a mi rollo.
P. ¿Y esos prontos que tiene alguna vez?
R. Sí, tengo algún que otro cambio de humor fuerte [risas], pero eso también me hace ser ganadora, que me salga la raza, tener ganas de romper una raqueta o decirle algo al entrenador, de quejarte. Creo que no es del todo malo; tiene sus ventajas. A veces no, pero al fin y al cabo soy una persona normal, que se enfada como todo el mundo, que llora… .
P. ¿Cuántas raquetas ha roto?
R. No te creas que tantas… Lo que pasa es que no he elegido bien el momento, porque cuando lo he hecho lo hecho delante de la cámara. No suelo romper las raquetas, salvo que me cruce mucho… .
P. Tras ganar habló de su padre. ¿Qué importancia tiene para usted?
R. Él ha sido una persona clave, porque se ha sacrificado una barbaridad para que sus hijos jueguen al tenis. También me han ayudado mucho mis hermanos y mi madre, que viene conmigo allá donde voy. Sería injusto señalar a una sola persona, pero se lo debo todo a mi familia.
Tengo cambios de humor, pero no son malos porque así te sacan la raza”
P. ¿Qué le dijo cuando le abrazó?
R. Estaba muy emocionado. Me decía: Garbiñe, acabas de ganar Roland Garros. Todo nuestro esfuerzo ha valido la pena, lo has conseguido, has conseguido algo grande.
P. ¿Le pone los pies en el suelo de vez en cuando?
R. Me lo dicen todos los que me rodean, un poco general. A mí me gusta pensar siempre en lo siguiente, en cómo puedo mejorar, aunque haya ganado algo. No me recreo. Pero es bueno que haya gente que me baje los pies al suelo y me diga: Garbiñe, mañana empiezas de cero otra vez, no te creas que ahora vas a ganar fácil.
P. ¿Qué ha sacrificado para llegar hasta aquí?
R. Tampoco he tenido que renunciar a mucho, porque todo lo que forma parte del tenis me gusta. Siempre he sido muy abierta a todo lo que va relacionado con este mundo, a las entrevistas y a tratar con mucha gente. Es cierto que ahora estoy más expuesta, para lo bueno y para lo malo, pero me gusta ser un ejemplo para los niños, aunque a veces me cueste, pero lo hago porque me encanta. He hecho sacrificios, pero no los cambio por nada.
P. Se habla de su nuevo técnico, Sam Sumyk, pero no de Alejo Mancisidor [se desligó de él en agosto del año pasado], el que le moldeó en la adolescencia. ¿Le corresponde una porción de este pastel?
R. Ha sido una persona muy importante en mi carrera, porque me ha hecho mejorar mucho tanto dentro como fuera de la pista. Está claro que le corresponde su parte, pero no solo a él, sino a todo el mundo que me ha ayudado a estar donde estoy ahora. Todos ellos se merecen un trocito de victoria. En el caso de Alejo estuvo mucho tiempo conmigo y debe sentirse orgulloso de que una de sus jugadoras haya podido ganar un gran título como este.
P. Un grande y ante Serena. ¿Qué le decía durante la ceremonia?
R. Estaba bromeando. Me decía: vaya punto el del match point, ¿no? Qué fuerte. Se alegró mucho de que ganase mi primer Grand Slam, pero si te digo la verdad, yo estaba tan eufórica que iba a lo mío y no la escuché mucho… .
Es muy importante saber que soy una tenista y estar en mi rol, no a otros rollos”
P. ¿La clave para ganarle es perderle el respeto?
R. Yo siempre respetaré a Serena. Es una de las mejores de la historia. Lo que intento ahora es dejar un poco de lado contra quién estoy jugando, a quién tengo delante, olvidarme de todo eso y fijarme solo en lo que yo hago. Yo debo salir a ganar. Está claro que hay que perderle el miedo, porque además ya he jugado unas cuantas veces contra ella, pero tengo que olvidarme. Yo también estoy aquí para ganar y para ir a por ello.
P. Estando ya en las alturas, siendo la gran señalada, ¿cuál puede ser el error, creérselo demasiado?
R. Lo importante es saber dónde tienes que estar, pensar en que yo soy una deportista, una jugadora de tenis y que tengo que estar físicamente bien, estar dentro de mi rol y no salirme de esos parámetros. No tengo que estar pensando en muchos otros rollos, porque al fin y al cabo soy una tenista, no otra cosa. Eso es lo que debe empujarme hacia adelante, lo que tiene que motivarme de verdad para conseguir todos los caprichos que quiero.
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