La Celeste se aferra a Cavani
Uruguay, sin Luis Suárez lesionado, confía en el delantero del PSG, que en sus ratos libres disfruta de la pesca
Cada vez que puede Edison Cavani (Salto, Uruguay; 1987) vuelve a su casa. El delantero del PSG recupera la tranquilidad que pierde cuando el balón lo catapulta al escaparate mundial, ya sea en París o Nápoles (donde la afición italiana no lo olvida y hasta tiene una pizzería con su nombre, El matador Cavani). “Cuando vuelve a Uruguay él es un salteño más. Para todo el mundo aquí es Edi y sigue haciendo las mismas cosas que hacía antes de marcharse”, cuentan desde el entorno del goleador. A nadie le extraña que, cuando regresa a su pueblo, llame a su amigo de toda la vida, Gonzalo Ferreira, y se vayan a pescar. “Es un loco del monte y de los animales. Tiene un montón de pájaros en la chacra. Y hasta hay días que lo vemos conducir el tractor”, concluyen desde el grupo íntimo de Cavani.
Edi tiene un montón de pájaros en la chacra. Y hasta hay días que lo vemos conducir el tractor
A nadie de su entorno le llamó la atención que, para matar las horas muertas tras los entrenamientos, Edison comience a realizar un curso de agronomía por internet. “La agronomía es lo que me conduce a la calma, a disfrutar del aire libre. Estudio para lo que me quiero dedicar una vez que me retire de esta bonita profesión, que Dios me dio unas buenas condiciones para que pueda desarrollarla”, explica el atacante charrúa, que, cuando se mudó a Montevideo para jugar en las categorías inferiores de Danubio, se sumó a la religión Atletas de Cristo. “Fue a un colegio religioso en Salto, pero se acercó a la iglesia en Montevideo. Cuando vivía aquí estaba todo el día con la pelota. Y ya de botija (niño) se le notaba que tenía muchas condiciones para jugar al fútbol. Sobresalía siempre”, cuenta Carmelo Cesarini, entrenador de Cavani en Nacional Fútbol de Salto, su club en su pueblo hasta que lo fichó Danubio de Montevideo.
El jeque se pone firme
“Cuando lo vi jugar en la cuarta división de Danubio me rompió los ojos y le dije al presidente del club: ‘¿Qué hace este chico aquí?, mañana me lo traes a entrenar con el primer equipo”, cuenta Gustavo Matosas, técnico que hizo debutar en Primera División a Cavani. “El presidente decía que había que respetar el proceso de crecimiento del chico, pero con la determinación y la calidad que tenía estaba para ser el goleador histórico de Danubio”, remata Matosas. En el fútbol uruguayo jugó dos temporadas (30 partidos), marcó 12 goles y se consagró campeón del campeonato uruguayo en 2007. Suficiente trampolín para saltar al fútbol europeo. Se consolidó en el Palermo (jugó tres campañas) y se consagró en el Nápoles (fue Capocannonieri en 2013, cuando marcó 29 goles), antes de saltar al poderoso PSG a cambio de 64 millones de euros.
El propietario y presidente del París Saint-Germain, el jeque Nasser Al-Khelaifi, está encantado con Cavani (en los cursos que lleva en París ha marcado 81 goles) y no quiere saber nada con dejarlo partir. Con el Atlético de Madrid merodeando, el PSG se pone firme. “El jeque no lo quiere dejar salir, dice que todavía tiene muchas cosas por hacer en París”, explican desde el entorno del delantero charrúa.
Suárez y Cavani no tienen la necesidad de que el equipo les lleve la pelota para que ellos consigan marcar Gustavo Matosas, técnico uruguayo
“Edison está entre los cinco mejores delanteros del mundo, sin ningún lugar a dudas”, asegura el entrenador uruguayo y exjugador del Rayo Vallecano, Ricardo Perdomo. “Ahora no está Luis, pero en el inicio de las eliminatorias, sin Suárez, Uruguay jugó bien. Luis y Edi se complementan. Los dos tienen una virtud: no tienen la necesidad de que el equipo les lleve la pelota para que ellos consigan marcar. Son los primeros defensores del equipo, presionan bien, juegan bien al espacio, y no se cansan de hacer goles”, remata Matosas.
El futuro está en el campo, en Salto; su presente en la Copa América Centenario. Sin Suárez, la Celeste se aferra a Cavani.
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