Para Nadal, París pasa por Roma

Toni Nadal dice que, desde hace mucho tiempo, ni él ni su sobrino miran los cuadros antes de los torneos, que la premisa es el día a día y el paso a paso, el presente más inmediato. Nada de proyectos a medio o largo plazo. Sin embargo, el escalafón actual del circuito obliga a los Nadal a mirar de reojo el listado, puesto que, de alguna manera, Roland Garros ya ha comenzado a jugarse sobre la arena del Masters 1.000 de Roma, cita que ocupa ahora al de Manacor, citado este jueves con Nick Kyrgios en los octavos (no antes de las 15.30, Canal+ D2) tras apear a Philipp Kohlschreiber: doble 6-3, en 83 minutos. Y es que en función de lo que pueda ocurrir en el Foro Itálico, la senda de París (a partir del día 22) puede ser más o menos espinosa.

Ahora mismo, Nadal ocupa el quinto peldaño de la clasificación mundial y está situado a 705 puntos del jugador que le precede, Stanislas Wawrinka. Una situación de privilegio la del suizo, campeón el año pasado contra todo pronóstico en París, puesto que en su condición de número cuatro evitaría un encuentro tempranero con el líder intransigente de la manada, Novak Djokovic. Y eso, tal y cómo gobierna el serbio, es un botín de oro a estas alturas. De momento, cumplió en su defensa el de Lausana, ya que su triunfo en la jornada de apertura (5-7, 6-2 y 6-1 a Benoit Paire) obliga a Nadal a un esfuerzo extra: para arrebatarle la plaza a Wawrinka, el balear tendrá que ganar el próximo domingo el que significaría su octavo título en el Foro Itálico, donde no se proclama campeón desde 2013.

La caída en las semifinales de Madrid, frente a Andy Murray, supuso una pérdida de 240 puntos para el español, que un año atrás había alcanzado la final en la Caja Mágica. Ahora, no obstante, tiene la oportunidad de darle un bocado en el Foro Itálico al de Lausana, que el año pasado le batió en los cuartos y que de haber caído en la primera jornada romana hubiera habilitado un escenario diferente, porque a Nadal le hubiera bastado con alcanzar la final, sin la necesidad imperiosa de ganarla. Le encara de inmediato Kyrgios –un precedente, Wimbledon 2014: victoria para el australiano– y las cuentas son las cuentas: el mallorquín debe salir triunfador de Italia para conseguir el cuarto puesto.

Federer, entre algodones

Si es así, desembarcaría en el sorteo de Roland Garros (el próximo día 20) sin la perspectiva angustiosa de toparse con Djokovic en los cuartos, como ya ocurrió en la última edición, en la que Nole le superó por primera vez en la Philippe Chatrier. Postergaría así un hipotético careo con el de Belgrado, con el que, paradójicamente, debería encontrarse en los cuartos de final de Roma; después, teóricamente, le quedarían Roger Federer o Kei Nishikori, Murray y el propio Wawrinka (semifinalista en 2015) por el título.

Mientras, ayer también acaparó muchas miradas Federer, al que unos problemas en la espalda le hicieron renunciar a Madrid. El suizo batió al prometedor Alexander Zverev (6-3 y 7-5), pero volvió a expresar que no las tiene todas consigo. “Jugué con mucha cautela y precaución. La verdad es que esperaba perder en dos sets", admitió el suizo, que en febrero pasó por primera vez en su carrera por el quirófano para repararse un menisco. "Voy entreno a entreno, parando cada 15 minutos y hablando con mi equipo. No sé si jugaré ante Thiem [su rival en los octavos, primer turno]; espero poder hacerlos". El helvético, que no pidió un turno en conc”, prolongó Federer, cuyo objetivo no es otro que llegar lo mejor posible a París.

Y es que Roland Garros ya se juega... en Roma.