Cómo recuperar al aficionado a la F-1
Los poderes fácticos del Mundial acuerdan una batería de medidas para reducir costes y frenar el desapego de la hinchada
Los poderes fácticos que manejan el Mundial de Fórmula 1 se mueven rápido, conscientes de que el formato actual aborrece e inquietos, como están, ante el peligro de que otras competiciones empiecen a hacerle sombra al certamen automovilístico por excelencia. El quid de la cuestión pasa por dar con el justo equilibrio entre carreras atractivas a ojos del aficionado no especializado y que, al mismo tiempo, puedan afrontarse a partir de unos presupuestos asumibles por parte de los equipos menos musculosos económicamente. Llegar a este punto no es fácil dado el nivel de evolución de la tecnología híbrida de los actuales propulsores, eje principal de los debates que este fin de semana se están llevando a cabo en Sochi.
Este viernes, los constructores (Ferrari, Mercedes, Renault y Honda) llegaron a un acuerdo con vistas al año que viene en aquello referente al precio que las escuderías cliente deberán abonar a las fábricas por emplear sus motores. Actualmente, disponer de ellos cuesta anualmente alrededor de 20 millones de euros, una cifra que se verá reducida en un millón ya en 2017, y en otros tres millones en 2018. Para llevar a cabo esta medida, el número de unidades disponible (actualmente son cinco) se irá reduciendo con el paso de los cursos, y el objetivo es que, con vistas a 2018, cada estructura deba afrontar todo el campeonato con un máximo de tres. “Lo que hemos hecho ha sido introducir un precio de mercado, aunque los acuerdos de cada uno son distintos. En el caso de Manor, por ejemplo, su contrato con Mercedes incluye también el de Pascal Wherlein (corredor de la marca de la estrella)”, explica a EL PAÍS una persona que estuvo presente en la mesa de negociaciones.
Esta es la respuesta al pacto que hace meses sellaron las marcas, la Federación Internacional del Automóvil (FIA) y el promotor del circo (FOM), ante la amenaza de la FIA y la FOM de aprobar la entrada en escena de un motor independiente mucho más económico que los actuales. Así las cosas, este nuevo tablero de juego también debería fomentar un poco más esa igualdad que hoy brilla por su ausencia, en función de unos parámetros que condicionarán el rendimiento de los prototipos. Al margen de esto, el sistema de comodines (conocidos como tokens) establecido hasta ahora para limitar el desarrollo de los propulsores a lo largo de la temporada pasará a la historia en cuanto termine este 2016.
Los equipos, por lo demás, se han comprometido a buscar soluciones para incrementar el sonido de las unidades de potencia, y todo este paquete de cambios se combinará con otro de índole aerodinámica, que grosso modo hará que los monoplazas incorporen alerones más grandes y ruedas más anchas, elementos que harán que su consumo aumente. Teóricamente, todas esas modificaciones harán que los coches sean más rápidos en el paso por curva pero que, al mismo tiempo, consuman más, sobre todo en las rectas, circunstancia que provocará que el límite de 100 kilos de carburante y hora se vea incrementado en un 5%.
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