El Sevilla logra un empate de oro en Ucrania
Un fantástico segundo tiempo de Banega y Vitolo empuja al campeón, que sufrió a un buen Shakhtar en la primera mitad
El Sevilla se tambaleó en Ucrania. Resurgió luego de forma majestuosa. De la mano de un gran Banega, dueño y señor del juego, y de un fantástico Vitolo, decisivo en los dos goles, el campeón volvió a demostrar su clase para dar el primer paso en busca de la ansiada final de Basilea. El 2-2 es un excelente resultado. Sobre todo, porque se logra ante un buen rival, como es el Shakhtar, plagado de grandes jugadores y muy peligrosos con espacios. También, porque el Sevilla obró con una estupenda madurez. Es el oficio que emana del campeón, que se sobrepuso a un primer tiempo donde le tocó sufrir de lo lindo, también a la escalofriante lesión de Krohn-Dheli, que se partió la rodilla.
En ese segundo tiempo disputado con un enorme cuajo, dos jugadores resultaron decisivos. El primero, sin duda, Banega, que dio un curso de cómo llevar el control del juego, escondiendo el balón a los rivales y eligiendo siempre la mejor opción para sus compañeros. El otro elemento decisivo fue Vitolo, con movimientos rápidos por todo el campo, con capacidad para desbordar una y otra vez. Su recorte en el área, que provocó el claro penalti cometido por Ferreira, fue una acción al alcance de pocos jugadores. Un recorte en seco y falta. Enorme el canario.
Con la ayuda de estos dos jugadores y una mejor lectura global del choque, el Sevilla mereció el empate, que le da ventaja para la vuelta del próximo jueves. El campeón, capaz de rehacerse siempre, dio un paso importante en Ucrania. Ahora toca rematar la faena en Sevilla. No será fácil. El Shakhtar es peligroso. No obstante, la mística acompaña al cuadro andaluz, acostumbrado a sobrevivir, con mil disfraces para mantenerse siempre en pie, dando lecciones de entereza y coraje.
No podía ser tan bonito. Ni tan perfecto. Porque no se puede jugar mejor de cómo lo hizo el Sevilla en 10 minutos primorosos en Lviv. Una demostración propia de un equipo campeón, capaz de adelantarse en el marcador a los seis minutos después de una primorosa combinación entre Gameiro y Vitolo, con fantástica definición del extremo canario. Un golpe directo a la mandíbula del Shakhtar, sorprendido por la gran puesta en escena del campeón. La exhibición del Sevilla, no obstante, duró un cuarto de hora. Es muy difícil saber por qué, pero el encuentro viró de forma sustancial a los 15 minutos, cuando el Shakhtar comenzó a desplegarse con una inusitada fortaleza. De repente, el Sevilla mutó a equipo menor, sorprendido en cada acción del juego para ser masacrado en la banda izquierda. Empujado por dos futbolistas de mucha calidad, los brasileños Marlos y Taison, el Shakhtar le dio un soberano baño a un Sevilla metido atrás.
La carga ucrania
Marcó Marlos después de un excelso pase de Rakitsky, haciendo una obra de arte con su control y definición. Ahogado Banega y sin participar Konoplyanka, el Shakhtar borró del campo al Sevilla, incapaz de tener el balón, descosido por las bandas y sin conexión con Gameiro. El repliegue del Sevilla no fue tal, sino más bien una cobarde huida ante la carga del Shakhtar. Stepanenko hizo el segundo ante el despiste general del cuadro andaluz. Sin aire y cortocircuitado, el descanso fue un bálsamo para el Sevilla.
Mejoró el mucho equipo andaluz. En parte porque el Shakhtar decidió esperar en busca de un contragolpe para hacer el tercero. Banega comenzó a tener el balón, que se movió con sentido de un lado a otro del campo. El Sevilla, por primera vez tras el inicio del choque, comenzó a controlar el partido. Esta vez, el que se replegó fue el Shakhtar, que no encontró el deseado contragolpe para hacer el tercero. Al mando de Banega, con paciencia y toque, sin desesperación, el Sevilla volvió a rondar con peligro el área de Pyatov. La tuvo Carriço y el juez de línea anuló bien un gol a Gameiro por un fuera de juego muy justo. Kucher salvó bajo palos un disparo de Vitolo, hasta que Ferreira, un delantero, barrió al incansable Vitolo en su propia área. El penalti, claro, lo transformó Gameiro con un buen disparo por el centro de la portería. El Sevilla había logrado un valioso empate. El mismo que obtuvo en 2007 en los dos enfrentamientos que tuvo ante el Shakhtar para pasar en la prórroga en el duelo de vuelta, después del gol del portero Palop. Se avecina otra noche mágica en el Ramón Sánchez Pizjuán.
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