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Iniesta, el generador del Barcelona

El centrocampista azulgrana, que golea y asiste menos desde que llegara Luis Enrique, compone sin embargo el fútbol ofensivo para engrasar y conectar al tridente

Jordi Quixano
Iniesta festeja su gol de este año en el Bernabéu.
Iniesta festeja su gol de este año en el Bernabéu.efe

Su fútbol es el de siempre, pero su juego no. Acostumbrado a tener la posesión y a repartir el balón porque estaba más que instalada la idea de Pep Guardiola en el Barcelona, Andrés Iniesta (Fuentealbilla; 31 años) resultaba capital también por hacer buena esa teoría de que en el área se aparece pero no se está. Así lo indicaban sus números tanto con el ahora técnico del Bayern, como con Tito Vilanova después y también con el Tata Martino. Pero con Luis Enrique, que prolonga el método pero se siente más cómodo con las transiciones eléctricas —para restar previsibilidad— que con posesiones largas por definición, el centrocampista debió remodelar su versión, adaptarse a las circunstancias. Y, aplicado como es, no brilla tanto en lo individual pero sí que engrasa lo colectivo como en su día hacía Xavi. “Existen muy pocos jugadores con su inteligencia futbolística para encontrar espacios y generar ocasiones favorables en ataque y en defensa”, explica el preparador azulgrana. Entre otras cosas, porque es el quarterback azulgranana, el trampolín del tridente.

Recupera el pase y le falta el regate

Equilibrio en el pase. Aunque con Guardiola llegó a hacer 78,4 pases por partido y con Vilanova firmó 72,4, con Martino bajó a 63,3 y con Luis Enrique a 59,4. Este año, sin embargo, suma 64,8 por duelo.

Menos quiebros. Con Pep estaba en una media de cuatro por duelo, igual que con Vilanova (4,2) y Martino (4,1). Con Luis Enrique hizo 2,4 el año pasado y en este, 2,5.

El trampolín azulgrana

El Barcelona suele atacar de dos maneras. Con un ataque posicional y relativamente en estático donde la proyección de los laterales resulta decisiva; o mediante una transición defensa-ataque vertiginosa en la que se entrega el balón directo a los delanteros para que se busquen las habichuelas. En ambos casos, Iniesta es trascendental porque es quien le entrega a Jordi Alba el balón cuando se desdobla por la izquierda —en la derecha Messi y Alves dejan menos espacio a la creatividad de Rakitic—, y porque es el lazo de unión y conexión con el tridente cuando el encuentro está atascado. Así se explica con sus pases en la Liga, donde sus máximos receptores son Neymar (263), Alba (251) y Messi (157). “Es un jugador clave, nuestro capitán, determinante dentro y fuera del campo”, resuelve Luis Enrique; “mentalidad total. Y si además si se le añade que es capaz de desbordar, pues sale un jugador único”. Aunque no brille tanto en los metros concluyentes.

En la última temporada de Guardiola en el Barcelona, Iniesta hizo dos tantos y repartió nueve asistencias en la Liga. Con Vilanova, asentada la idea de que el fútbol es de los medios, festejó tres dianas y se reveló como un pasador estupendo con 16 caramelos de gol. Con Martino también hizo tres tantos y siete pases definitivos. Pero con Luis Enrique bajó drásticamente sus registros en esa suerte, pero mantiene su esencia, su fútbol. Por lo que en la Liga anterior no celebró red alguna y se quedó en una asistencia. Y lo mismo le ocurre en esta, con uno y una, ambos éxitos en la jornada 12 ante el Real Madrid. “Está a un nivel increíble como en la temporada anterior”, defiende Luis Enrique. Y añade: “Está bien desde que nació”. Lo mismo piensan desde el vestuario. “Quizá no haga tantos goles, pero es necesario porque hace jugar a los demás y porque cada vez que tiene el balón sabemos que puede originar superioridades o crear peligro”, señala una voz veterana del equipo; “y todo el año se le ha visto con mucha confianza”. Recoge la palabra el capitán: “Es de las temporadas que más estoy disfrutando cuando juego, tanto a nivel individual como colectivo”.

“Está bien desde que nació”

Luis Enrique y su equipo de preparadores físicos le han oxigenado a conciencia, hasta el punto de que solo en una ocasión durante toda la temporada le han dado cinco partidos completos y seguidos. Fue al inicio del curso, cuando encadenó la vuelta de la Supercopa de España, los tres primeros partidos de la Liga y la apertura de la Champions ante la Roma. Desde entonces, se le cronometran los minutos. “Lo tenemos estudiado todo, como las cargas de trabajo”, recuerda Luis Enrique. “Uno juega cuando dice el técnico”, asume el 8; “es él quien manda y decide si juegas o no, pero es cierto que, en líneas generales, me he encontrado muy bien. Quiero jugar siempre, pero no siempre se puede”.

En una temporada que se ha torcido al final, apeado el Barcelona de la Champions por el Atlético y despilfarrada una ventaja de ocho puntos sobre los colchoneros, que son colíderes, el equipo también nota el aliento en el cogote del Real Madrid, tan solo un paso por detrás. Les queda el último sprint de cuatro duelos ligueros (además de la final copera), que empieza con el Sporting en el Camp Nou. Y Luis Enrique lo tiene claro: “A Iniesta lo necesitamos siempre”. Más que nada porque el fútbol de Barça, que no el remate, pasa por sus botas.

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