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MEMORIAS EN BLANCO Y NEGRO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un no gol del maoísta Breitner a ‘superPaco’

El internacional alemán dio medio millón de pesetas a unos obreros cuando en España estaba prohibido el derecho a la huelga

Paco cubre la escuadra y el balón entra por el lateral, en el Sevilla-Madrid de 1975.
Paco cubre la escuadra y el balón entra por el lateral, en el Sevilla-Madrid de 1975.AS

La 75-76 era la segunda temporada de Breitner en el Madrid. Llegó reclamado por Miljanic, que dio una sacudida al club. Metió preparación física a tope y conceptos tácticos nuevos. Breitner era lateral izquierdo de Alemania y del Bayern de Múnich. Dado que entonces sólo podía haber dos extranjeros (el otro era Netzer), resultó chocante que Miljanic fichara a un lateral izquierdo. Pero le colocó en el medio del campo, de interior derecho, y funcionó.

Breitner tenía una personalidad especial. Era un hombre que iba en muchas cosas por libre y su llegada produjo impacto en el Madrid. Llevaba pelo a lo afro y una corta barba. Fumaba puros. Puros pequeños, sin tragarse el humo, pero que no dejaban de dar el cante. Y era de izquierdas, cosa inquietante en el Madrid de ese tiempo. El secretario de la gerencia, José Luis López Serrano, que hablaba alemán, era el contacto de Netzer y Breitner con el club. Un día le llegó Breitner con un póster y le pidió que le hiciera un cuadro con él. López Serrano le dijo que en pocos días lo tendría. La sorpresa fue cuando lo desenrolló: era una enorme imagen de Mao.

—Fui a ver a Don Raimundo, que me dijo: “Hazte el despistado”.

Breitner le reclamaba el cuadro. No se olvidaba. López Serrano vio que no podía disimular más y acudió de nuevo a Saporta. Éste le dijo:

—Está bien. Hágaselo, pero en un sitio de confianza y que no se entere nadie.

Y así lo hizo López Serrano.

En otra ocasión, un grupo de trabajadores de la Standard acudió a un entrenamiento del Madrid. Estaban en huelga, y pidieron a los jugadores una ayuda para la caja de resistencia. La huelga no estaba entonces reconocida en España. Toda huelga era, por definición, salvaje. Los jugadores se excusaron. Les dijeron que sin autorización del club no podían tomar una decisión así. Por simpatía, consiguieron distraer unos pocos balones para que los utilizaran para una rifa. Pero Breitner sí atendió a su demanda y les dio medio millón de pesetas. Era un buen dinero en la época.

Cuando en el club se supo, le pidieron a López Serrano que le citara para encontrarse con Antonio Calderón, que era el gerente, y Raimundo Saporta. Se vieron los cuatro. Calderón le recordó que en España toda huelga iba contra la ley. Breitner no se inmutó:

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—Yo con mi dinero hago lo que quiero.

El club puso sordina a esas cosas, que sólo trascendieron poco a poco, con el tiempo.

En eso llegó el partido de Sevilla, justo después de una gran machada europea del Madrid, que el miércoles previo eliminó al Derby County en la Copa de Europa. Era el 9 de noviembre de 1975. Franco agonizaba, moriría 11 días después. La prensa se agolpaba en las puertas de La Paz. El equipo médico habitual leía cada día el parte médico de turno.

Las vísperas son de partido de campanillas. Se especula sobre si el Madrid estará cansado. Falta Amancio, baja tras la machada. Se estrena por fin la ampliación del Sánchez Pizjuán, extendida en el tiempo como la obra de El Escorial. Ahora tiene capacidad para 70.000 espectadores. La recaudación llega a los veinte millones de pesetas, récord histórico. El Sevilla es quinto, después de tres temporadas en Segunda. Tres años sin ver al Real Madrid, campeón de la Liga anterior y líder invicto de esta. Es el Sevilla de Superpaco, uno de los grandes metas de la época, de Gallego, regresado del Barça, de Hita, Jaén, Blanco y Biri-Biri, entre otros.

Al descanso se llega con 0-0. El público lo está pasando bien, porque el partido es emocionante y el Sevilla no es menos que el Madrid. Antes del minuto de la reanudación, Breitner avanza por el callejón del ocho. Blanco le marcaba:

—Me hizo un recorte y soltó un cañonazo. Tiraría desde unos veinte metros o algo más. Me volví, vi que Paco volaba bien, pero el balón apareció en la red. Era la portería del Gol Norte, donde ahora van los Biris. Paco protestó desde el primer momento. Él estaba seguro de que no había entrado el balón.

Paco, que regenta ahora un estupendo restaurante en Punta Roche (Cádiz), tuvo clara la cosa desde el primer momento: “Yo volé bien, mis manos cubrieron la escuadra y el balón pasó por fuera, al menos a medio metro del palo. Me levanté, fui a recogerlo detrás de la portería, ¡y vi que estaba dentro!”.

Protestó, algunos compañeros le secundaron. ¡Pero el balón estaba dentro! Gallego reclamaba tanto como Paco, y llegó a forzar un cuadro de la red, para demostrar que había pasado el balón por ahí. Blanco piensa que eso fue un error, porque de existir una prueba se había alterado. El caso es que López Cuadrado dio gol. El público, claro, tomó parte por la versión del no gol, en especial los que estaban más cerca del palo izquierdo de la portería, que lo habían visto bien.

Pirri recuerda que el partido se embarulló:

—El público se indignó, todo se alteró. Estábamos jugando muy bien, a partir de ahí perdimos el hilo y el Sevilla se creció. Yo le pregunté a Breitner y él pensaba que su tiro no había cogido puerta, ¡pero el balón estaba dentro!

El Sevilla mandó el resto del partido y empató por medio de Biri-Biri. El lunes hubo gran expectación en el programa de la moviola, pero las imágenes de entonces, en blanco y negro, lejanas y una sola toma, no aclararon nada. El forcejeo de Gallego con la red para abrir un cuadro no contribuyó a dar crédito a la versión del Sevilla.

El martes la selección se concentró en Madrid, con vistas a un partido en Rumanía el domingo siguiente. Ahí circuló el As Color de mano en mano. As Color salía el martes, cubriendo el día de descanso de la prensa deportiva. La portada la ocupaba la foto de Agustín Vega, nítida, en color, y en ella se podía apreciar claramente que el balón estaba atravesando la red por el lateral, muy arriba. El titular era: “No fue gol”.

Para Sevilla fue una satisfacción moral, pero el empate, claro, no se movió. En la concentración de España había varios jugadores del Madrid y ninguno del Sevilla. Paco iba a veces en la época, pero en esa ocasión Kubala llevó de titular a Miguel Ángel y de suplente a Deusto.

Pirri piensa que se libraron de una buena: ¡lo que hubieran tenido que escucharle a Superpaco si llega a estar en la concentración!

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